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Coahuila

Un golpe más

Por Wendoly Villarreal Villarreal

Hace 3 meses

El 11 de agosto nació en Zaragoza, Coahuila, el compositor Adolfo Humberto Galindo Galindo, mejor conocido como Fito Galindo, a quien recuerdo sentado dentro de su Ford 100, en medio del vallado, observando ese horizonte difuso, cavilando su nueva creación; aunque siempre dijo que la inspiración es algo que él no encontraba, lo cierto es que siempre escribió sobre lo que llamaba su atención, y así fue como creó la canción que más me gusta de su autoría, titulada “Un Golpe más”.

La última vez que tuve oportunidad de hablar con el compositor y poeta, me armé de valor y le pregunté, señor Fito, ¿Qué significa esa canción realmente? ¿Apoco si le rompieron el corazón?, entre una riza muda, el gran compositor zaragocense me contestó: -No es lo que tú te imaginas, estaba yo arreglando una trilladora, y me había llenado la mano de heridas, que pensé, ya no queda donde dar un golpe más, esa idea llevó a la otra, que terminó en una canción que ganó un Grammy.

De esa idea surgió la letra de la canción que quedó de la siguiente manera:

“Siento mucho defraudarte si pensabas

Que te ibas a reír de mi penar,

Siento mucho defraudarte, ya no tengo

Ni una gota de llanto que llorar,

He sufrido tantas veces un fracaso

No me duele fracasar una vez más,

He sentido tantas veces un desprecio

Que este solo es uno más y qué más da,

Tengo tantas cicatrices en el alma

Que aunque quieras lastimarme, no podrás,

Tengo tantas cicatrices en el alma

Que no queda donde dar un golpe más”

Esta canción que fue interpretada por el grupo Bronco, dejó más que claro la talla de compositor que fue Fito Galindo, grande entre los grandes, un compositor de talla internacional, que nació, vivió y murió en Zaragoza, Coahuila; si bien es cierto que dejó de existir en Piedras Negras, Coahuila, lo es por las instalaciones médicas que son mejores que las de Zaragoza, sin embargo, sus restos mortales yacen en el panteón municipal de última ésta ciudad.

Siempre fue un hombre que trabajó creando, un día estaba componiendo máquinas o mejor dicho inventándolas y otro estaba creando un poema o una canción, así fue que compuso tantas canciones, que cuando revisé el sitio web de la Asociación de Autores y Compositores de México, estaban enlistadas más de doscientas letras compuestas por Fito, y se puede revisar también una reseña de su carrera, con el plus de que, esa información fue actualizada en 2010, lo que significa que aún no está contabilizada su obra hasta 2021 año en que falleció, además de que según su familia, Fito dejó mucho material inédito del que seguramente sabremos luego.

Sobre sus poemas, hay varios libros, que de igual forma llevan su sello particular impreso, pero es en las letras de sus canciones en donde encuentro su mayor legado; son muchos los artistas que han interpretado sus canciones y las han convertido en éxitos, como ya dije el grupo Bronco, Vicente Fernández, Los Cardenales de Nuevo León, Ramón Ayala, el Grupo Pesado y María Dolores Pradera, entre muchos otros.

Canciones tan conocidas como, Se vende un caballo, La última muñeca, Cerré las puertas de mi alma, Voy a tumbar la casita, Pablo del monte, Compré una cantina, Préstame esta noche; está última fue popularizada y llevada a la fama por el Grupo Límite.

Pablo del monte, por su parte es un corrido, que te llega hasta lo más profundo de tu ser, aunque a primera vista está ambientada en la época de la Revolución, cuando menos te lo esperas, da un giro de ciento ochenta grados para darte cuenta de que está cantada en una realidad actual, y puede que hasta tú seas ese Pablo del monte.

En lo personal, cualquier grito levantado en contra de la injusticia y la opresión es remarcable, por ello considero a ese corrido como una de las piezas de la canción mexicana dignas de reconocerse y que valen la pena escuchar.

Una canción de Fito Galindo, que mi padre me enseñó de niña, porque por muchos años mi padre sostuvo una entrañable amistad con Fito; una que había ya olvidado por el paso del tiempo, aquella canción titulada: Primera, segunda y tercera, que papá siempre ponía para escuchar con el casette de María Dolores Pradera; la recordé de golpe el día que fuimos mi madre, mi hermana y yo a visitar la tumba de mi abuelo y de mi padre al panteón, cuando avanzábamos entre las tumbas del cementerio, mamá volteó y dijo: – Como decía Fito, hasta aquí estamos divididos en primera, segunda y tercera.

Ahora que soy mayor, la niña recordó la canción que ponía mi padre en el estéreo, ahora tengo la conciencia para entender la profundidad de una canción de pocas estrofas, pero llenas de melancolía y de mucha verdad; que creó uno de los grandes compositores de nuestra era.

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