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Vicepresidentes

Por Guadalupe Loaeza

Hace 6 horas

Dice el diario francés Le Monde que: “El contraste (entre Kamala Harris y Trump) se ve acentuado por los dos candidatos a la vicepresidencia (de Estados Unidos), J.D. Vance y Tim Walz, el primero un clon del exempresario que arruina una carrera ejemplar con la propensión a estigmatizar a cualquiera que no piense como él, y un exprofesor y educador de renombre, conocido por su sencillez”. Es decir, dos perfiles totalmente opuestos.

Ambos provienen del medio oeste, con orígenes modestos, y mantienen la expectativa de ser atractivos a los votantes blancos de la clase trabajadora. No obstante, los dos contendientes tienen agendas políticas contrarias, especialmente en cuanto a las mujeres.

Mientras Vance juzga muy negativamente a aquellas que no han tenido hijos y que han optado por vivir con un gato, Walz, como Kamala Harris, está a favor de la despenalización del aborto y porque ellas decidan libremente sobre su cuerpo.

En otras palabras, el candidato a la vicepresidencia del Partido Republicano piensa exactamente igual que Donald Trump, su compañero de fórmula. Lo mismo sucede con el demócrata Tim Walz y la candidata demócrata a la Presidencia. Es evidente que esta última dupla coincide más con la realidad actual en lo que a las mujeres se refiere.

Hablemos del republicano J.D. Vance, senador por el estado de Ohio, cuya personalidad está llena de sombra pero sobre todo de heridas adquiridas en su infancia y adolescencia que no acaban de cicatrizar.

Confieso que no he leído su libro de memorias, Hillbilly Elegy (Una Elegía Rural: Memorias de una Familia y una Cultura en Crisis), que se hizo muy popular durante las elecciones de 2016, pero sí vi la película del mismo nombre, la cual me impresionó por la forma en que describe a su madre y abuela, la primera adicta a la heroína y la segunda, viuda y sumida en la pobreza.

Curiosamente en esa época criticó con mucha dureza al ahora candidato republicano a la Presidencia: “Trump es heroína cultural y simplemente otro opioide para la clase media de los Estados Unidos”.

Además, comentó en ese mismo año a la cadena CNN que definitivamente “no votaría por Trump”, y que incluso contemplaba hacerlo por Hillary Clinton. Entonces Vance no era nadie más que un ciudadano enojado con el mundo.

No hay duda que su grado de confusión era apabullante, como lo sigue siendo hasta ahora; lo que sucede es que Vance tiene una máscara con la cual oculta un probable desequilibrio mental.

Cómo es posible que después de haber llamado, en 2016, a Trump, “el Hitler de Estados Unidos”, “un idiota”, “un estúpido cínico”, “un odioso”, ahora aceptó ser su candidato a la vicepresidencia.

Solamente un “weird” (raro), como lo llama su contrincante –el candidato demócrata a la vicepresidencia, Tim Waltz– puede cambiar de opinión tan radicalmente.

En el fondo Vance ha de seguir odiando a Trump, sobre todo cada vez que este habla mal de los migrantes, dado que su esposa, Usha Chilukuri, abogada y madre de tres hijos, su “guía espiritual de Yale”, y quien lo ayudara tanto durante sus crisis existenciales, es hija de migrantes indios.

Qué diferencia de personalidad y de vida entre J.D. Vance y Tim Walz, el compañero de fórmula de la candidata demócrata, Kamala Harris. Nada que ver. Nadie imaginó que, de entre tres candidatos –también estaban Josh Shapiro, Gobernador de Pensilvania, y Mark Y. Kelly, senador por Arizona– el elegido por Harris sería el que parecía menos probable, un exmaestro de geografía y coach de futbol americano, Gobernador del estado de Minnesota. Nadie imaginó que un político tan de bajo perfil en la política nacional, transparente y directo, podría convertirse en el vicepresidente de la primera posible Presidenta negra de Estados Unidos.

Waltz está a favor de la legalización de la mariguana, por el derecho al aborto. Primero fue defensor del derecho a poseer armas pero tras el tiroteo en la escuela secundaria Stoneman Douglas, en 2018, denunció a la Asociación Nacional del Rifle y además expresó su apoyo a la regulación de armas.

Y proporcionó a los inmigrantes indocumentados acceso a las licencias de conducir de Minnesota. Es simpatizante de los derechos de LGBTQ.

Los republicanos lo califican de “izquierdista” seguramente porque por fortuna no piensa como ellos. He allí una de las tantas razones por las que lo eligió Kamala Harris.

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