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Cabemos todos…

Por Guadalupe Loaeza

Hace 7 horas

En la inauguración de los Juegos Olímpicos (JO) en París del pasado 26 de julio, la cual por primera vez se realizó al aire libre, en el Río Sena, ha provocado, además de una lluvia de elogios, un torrente de críticas. “Que orgullo cuando Francia le hablo al mundo”, escribió en X, el coordinador del partido de la Francia Insumisa, Manuel Bompard, por su parte la diputada Matilde Panot agradeció a los organizadores por “haber sublimado nuestra herencia revolucionaria y la Francia, tal como es en toda su riqueza”. El primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, dio la bienvenida a la celebración al decir que “a los valores de libertad, igualdad y fraternidad se agregó la sororidad, como parte de la inclusión… fue como una bofetada al fascismo y a la extrema derecha… que bofetada recibieron estos oscurantistas…”. Así mismo, la derecha y la iglesia francesa y mexicana se sintieron indignadas y ofendidas con la imagen de la supuesta “última cena”, inspirada en la pintura de Leonardo da Vinci, cuando Thomas Jolly, el responsable de todo el espectáculo que apreciaron en el capítulo intitulado: “Festivite”, afirma que “era una representación de una antigua bacanal griega… que es una fiesta promiscua, extravagante y ruidosa… Las fiestas a menudo duraban varios días en los que se honraba al dios del vino (representado por el joven pintado de azul), conocido como Dionisos, el dios griego de la fertilidad, más tarde conocido como el dios del vino y del placer)”. Respecto al caballo de acero que recorre el Sena, conducido por una persona misteriosa vestida con un traje plateado, y que apareció casi al final de la apertura de JO, en realidad representaba a la ninfa de las fuentes del río, llamada Sequana. Tuvieron que pasar 450 años para que limpiarán este maravilloso río, en el cual ya se puede nadar, como lo demostró la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, quien de pronto, y frente a periodistas, se echó un clavado con una sonrisa.

¿Por qué tanto brinco estando el piso parejo?, como dice nuestro siempre atinado refranero mexicano. En vez de haber apreciado, admirado y festejado este esfuerzo por presentarnos un espectáculo original y único, los viejos conservadores y reaccionarios, se aferran en encontrar lo que para ellos es una afrenta a la moral y a las buenas costumbres. Habría que comunicarles que el mundo ya cambió y en Èl cabemos todos. Un mundo ecléctico, un mundo en el que nos guste o no, tendremos que vivir juntos en la diversidad. Como dijo en el Trocadero, la noche de la apertura el presidente del Comité Organizador de este magno evento, Tony Estanguet: “Aunque los juegos no tengan el poder de resolverlo todo, aunque la discriminación y los conflictos en el mundo no vayan a desaparecer, esta noche, nos han recordado lo hermosa que es la humanidad cuando se une”. Más adelante, en ese discurso, Estanguet hizo hincapié en que: “Francia es el país del amor. Y yo se que aquí se ama. Entre Francia y el deporte hay una vieja historia de amor, que nació cerca de aquí, obra del barón Pierre de Coubertin”.

Dos veces y en dos diferentes versiones, Enrique y yo, (una en inglés y en otra en francés) vimos la inauguración de los Juegos Olímpicos. Todo nos llamaba la atención, primero la enormidad del Rio Sena, segundo la belleza urbanística de la Ciudad Luz, en seguida los monumentos históricos, pero especialmente, la originalidad de la organización “cronométrica”, de cada uno de los momentos, divididos por etapas de la historia de Francia. A pesar de la pertinaz lluvia nadie parecía molestarse, se hubiera dicho que Jolly había incluido este fenómeno meteorológico como parte del espectáculo. Qué emoción nos daba ver todas esas embarcaciones pletóricas de jóvenes de varios países, algunos de los cuales ni siquiera sabíamos de su existencia, como: Vanuatu, Tuvalu o San Vicente y Las Granadinas. Cómo ubicar a 206 países que participan en un total de 32 deportes.

Si, todos cabemos en el mundo que nos presentó Thomas Jolly, aunque digan misa los cardenales de Francia y deploran según ellos, “las escenas de burla del cristianismo”. La diversidad, la convivencia, la tolerancia y la unión entre los seres humanos es el mundo que nos corresponde vivir hoy en día junto con las nuevas generaciones y los habitantes de los cinco continentes que representan los cinco aros, el símbolo de los Juegos Olímpicos que imagino de Coubertin. No me queda mas que decir: Vive la France et merci pour tant d’amour!

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