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Salud colapsada

Por Juan Latapí

Hace 1 dia

La autocrítica es una cualidad que no se le da a ningún gobierno, y por el contrario, a base de publicidad engañosa exagera sus logros con verdades a medias mientras oculta sus fracasos para evadir cualquier responsabilidad.

Tal es el caso del sistema de salud nacional al que el actual gobierno dió el puntillazo a un sistema de por sí ya muy deteriorado e ineficiente desde sexenios atrás y que ahora se encuentra en ruinas, desmantelado, desorganizado y subfinanciado. Los resultados están a la vista: Desplome de las coberturas de vacunación, un dramático aumento de la mortalidad materna, descenso de cuatro años en la esperanza de vida, un tremendo incremento de gastos y empobrecimiento de la población por motivos de salud y un pésimo servicio con instalaciones en ruinas.

Cabe recordar que en 2019 el gobierno de la 4T sustituyó el Seguro Popular por el Instituto para el bienestar (Insabi). El investigador Octavio Gómez Dantés ha señalado que este cambio ocasionó un incremento en la “carencia por acceso a servicios de salud” que pasó del 16.2 por ciento de la población total del país en 2018 a 39.1 por ciento en 2022. Este empobrecimiento de la oferta de servicios generó un deterioro de las condiciones de la salud de la población y un incremento en la utilización de los servicios privados de salud.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2022 solo el 42.6 por ciento de los niños menores de un año cuentan con el esquema completo de vacunación. Por su parte la mortalidad materna en 2019 pasó de 48.7 muertes maternas por 100 mil nacidos vivos a 72.4 en 2022. El manejo de la pandemia también dejó mucho que desear al estimarse que se produjeron 807 mil muertes en exceso ocasionando una reducción de la esperanza de vida de 75 a 71 años.

La desorganización y empobrecimiento de los servicios públicos de salud han obligado a las personas a utilizar de manera creciente los servicios privados de salud, principalmente en los consultorios adyacentes a las farmacias que han tenido un crecimiento exponencial y no solo entre la población sin seguridad social. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2024 cuatro de cada 10 derechohabientes del IMSS y del ISSSTE utilizan los servicios privados de salud de manera regular, lo que ha repercutido en un gasto excesivo entre quienes acuden a dichos servicios al grado de que el 10 por ciento del total de los hogares presentaron gastos empobrecedores por motivos de salud.

Hace tres años la Cámara de Diputados desapareció el Insabi por no cumplir con lo que se había fijado además de haber sido excluyente al eliminar la atención de enfermedades y medicamentos para la población sin seguridad social y haber descartado algunas intervenciones médicas a las que sí tenían derecho los afiliados al Seguro Popular.

A pesar de lo deteriorado del actual sistema de salud resulta preocupante que el gobierno entrante tiene como proyecto consolidar lo hecho por el actual gobierno dándole continuidad y hasta el momento no se conoce algún proyecto estructurado, con propuestas concretas partiendo de una autocrítica del actual sistema, sin mencionar cómo le van a hacer con la enorme restricción presupuestal al respecto lo que hace suponer que en materia de salud seguirá habiendo más de lo mismo, lejos de tener servicios de salud universales, gratuitos, públicos y descentralizados.

Es sumamente injusto y hasta cruel ver las condiciones en que se encuentran los servicios de salud en Monclova, con citas médicas pospuestas por meses, con cirugías diferidas por años y que en muchos casos han cobrado la vida de los pacientes, con instalaciones seriamente dañadas que inciden en el deterioro de la salud de los pacientes. Así mismo la desatención del personal que ahí labora es humillante, más preocupados en conservar o heredar su plaza en lugar de atender a los derechohabientes, también la escandalosa venta de plazas y el abuso de algunos médicos para utilizar las instalaciones en beneficio particular en detrimento de los pacientes.

Si realmente se pretende tener un sistema de salud digno el primer paso para cambiar y mejorar es reconocer los errores mediante un análisis autocrítico profesional, incluyente y con trabajo en equipo al margen de fanatismos partidarios.

Desafortunadamente las críticas que se hacen al actual sistema de salud padecen el fanatismo visceral anti 4T, lejos de la razón, limitándose a repetir cualquier babosada que se ve en las redes sociales. Por otro lado, tampoco ayuda el fanatismo pro 4T cegado por la ausencia de autocrítica. No es justo que actualmente la atención médica sea igual que la impartición de la justicia: solo es accesibles al mejor postor.

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