El atentado perpetrado el pasado 13 de julio en Pensilvania en contra del expresidente y candidato norteamericano Donald Trump, produjo en el espectador gran conmoción debido a que esa acción cobarde y radical, te regresa en un viaje instantáneo a las trágicas muertes de John F. Kennedy y de Luis Donaldo Colosio; sin embargo, el estupor se disipó de forma inmediata dado que el atacante no concretó su objetivo, quedando en una tentativa punible de homicidio en contra del candidato.
Con posterioridad a ello, se han producido diversas entrevistas sobre las impresiones del atentado por parte de la familia, adeptos y del mismo Trump, quien en el cierre de la convención republicana que se celebró esta semana en Milwaukee, Wisconsin, al respecto dijo: “Sentí que algo me golpeaba muy fuerte y pensé que solo podía ser una bala”.
Por otra parte, en dicha convención llamó sobre manera mi atención la participación de Marcos Rubio, quien afirmó que todo ser vivo lo está, por la mano de Dios, atribuyendo como intervención divina el hecho de que Trump se salvara, y en esa misma tesitura lo fue la intervención de Ted Cruz, quien inició su intervención en dicha convención dándole gracias a Dios todo poderoso por proteger a Trump; situación que encuentro alarmante por el hecho de querer darle tintes religiosos a algo que no lo es, como un mitin político.
El hecho es que Trump está vivito y coliando, capitalizando al 100% el atentado que sufrió, sacándole provecho a su favor, exaltando a las masas para que voten por el en las próximas elecciones, lo que es de esperarse, viniendo de alguien a quien le gusta venderse mediáticamente como el mejor producto.
Pero dejando de lado la noticia escandalosa del atentado, pasaremos a lo que verdaderamente debería ser prioridad ante la inminente victoria del ungido del partido republicano, para nosotros que solo somos espectadores de las campañas electorales del vecino país, como lo son las propuestas de campaña en el ámbito económico.
Entonces la pregunta clave es: ¿qué es lo que Trump planea imponer como agenda comercial, si gana las elecciones? La respuesta la aborda The New York Times, indicando que Trump busca dar marcha atrás a la integración de Estados Unidos en la economía global y hacer que el país se vuelva más autónomo.
Pero ¿cómo se lograría esto?, pues según él, impondría una audaz serie de reformas para eliminar totalmente la dependencia de los Estados Unidos respecto del gigante asiático en todas las áreas esenciales, aplicando un plan de cuatro años, que gradualmente irá eliminando todas las importaciones de productos esenciales chinos, de entre los cuales destacan los artículos electrónicos hasta acero y productos farmacéuticos, aunado a reglas nuevas para impedir que las empresas estadounidenses inviertan en China e impedir que ese país compre bienes estadounidenses.
Esta visión Trumpiana de la agenda comercial pudiera percibirse como sumamente atractiva y prometedora para el Estado de Coahuila, pero sobre todo para la región Centro, Carbonífera y Norte, que se ha visto azotada por las consecuencias del efecto que produjo el bajo precio del acero chino.
Si es como lo afirma Donald Trump, los productos de acero que el estado produce para la industria manufacturera, en especial Altos Hornos de México (AHMSA), tendría una opción seria de resurgir como el ave fénix de entre las cenizas en las que se encuentra actualmente al borde de la quiebra.
Porque al estar vetados los productos chinos, no solo por la dependencia económica que se pretende termine, sino por que realmente el acero mexicano es de mejor calidad que el chino, por mucho, ya que dicen los que saben, que el acero nacional sí cumple con los estándares internacionales en su producción respecto a dureza y calidad, por lo cual, si se frena la competencia desleal de los chinos, AHMSA como empresa siderúrgica estaría en una posición estratégica por su cercanía con el vecino país y por su alta calidad de productos.
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