Se publicó el índice global de la brecha de género del Foro Monetario Internacional 2024, en el cual se analizaron las cuestiones referentes a la inclusión de género en 146 países. En este análisis el FMI mide la desigualdad de oportunidades entre las mujeres y los hombres en cuatro áreas, las cuales son: educación, salud, oportunidades económicas y empoderamiento político.
Cada área se calificó de 0 a 100, donde 100 es la máxima calificación de igualdad, promediando las cuatro áreas, se obtuvo la calificación final.
Los cinco países con mejor ubicación en el ranking fueron cuatro europeos, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda y Suecia; la quinta posición la ocupa, con gran sorpresa, Nicaragua. La región con mayor avance, desde 2006 a la fecha fue América Latina y el Caribe, región en la cual la brecha en el empoderamiento político, la fuerza laboral y los roles profesionales se ha achicado, aunque aún falta mucho por hacer.
México ocupa el lugar 33, misma posición que el año anterior, en el ranking mundial, de los 22 países latinoamericanos que se analizaron quedó en la séptima posición, siendo superado por países que han contado con mujer presidente en la historia reciente, al ser analizados datos de 2023 no se consideró que a partir de octubre de 2024 la primera magistratura de nuestro país estará a cargo de una mujer. Motivo por el cual “ceteris paribus” para el siguiente año obtendremos una mejor calificación.
Es importante señalar que a pesar de mantenernos en la posición global número 33, el puntaje de México subió respecto al año anterior en 0.26 puntos. Sobresaliendo el empoderamiento político y la participación en la economía de las mujeres. Ya que es indudable, a pesar, insisto, de lo mucho que falta por hacer, que cada día las mujeres tienen una mayor participación y una más importante colaboración en la vida económica, social y política de nuestro país.
Hoy en México hay una paridad proporcional en la matrícula de la educación básica y media superior, y lo que es mejor, los ingresos de las mujeres mexicanas se han incrementado más rápido que el de los hombres, reduciendo así la brecha salarial. En lo personal me crea un enorme conflicto el tan sólo pensar que una mujer obtiene menos ingresos que un hombre por realizar un trabajo semejante, sin embargo, es una malformación económica que sigue presentándose, cierto, cada vez menos, pero sigue estando presente.
Es cierto que se han desarrollado y aplicado políticas públicas para reducir la brecha de la desigualdad entre hombres y mujeres, sin embargo, hay datos de 2021, emitidos por el Instituto de Valor Empresarial, afirmando que 70% de las empresas globales considera que la igualdad de género aún no es una de las 10 principales prioridades, un dato que además de ser sorprendente es alarmante, pues la inmensa mayoría de los empleos son generados por las propias empresas.
La paridad de género indiscutiblemente debe de ser una constante diaria del ser humano, donde además de lograr la equilibrada participación económica y política entre hombres y mujeres tiene el plus de generar crecimiento económico.
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