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Coahuila

Lo que quedó de la Feria Saltillo

Por Luis Carlos Plata

Hace 1 dia

El próximo jueves 18 de julio al 10 de agosto se celebrará (por decirlo de alguna manera, pues “celebrar”, lo que se dice “celebrar”, no es para tanto) la Feria Saltillo.
Se dijo aquí el año pasado: el modelo de Feria “con causa” no sólo se agotó y caducó, también se pudrió.

El año anterior Grupo Zócalo reveló un moderno pandemónium. Es difícil encontrar tantos vicios al mismo tiempo en un solo lugar y condensarlos para un reportaje, pero con la Feria Saltillo sucedió: un saqueo sistemático, millonario y premeditado a los recursos valiéndose de simulaciones, clonaciones, extorsiones, desvíos, abuso de confianza, tráfico de influencias y lavado de dinero.

La investigación periodística motivó dos denuncias en la Fiscalía General de Justicia del Estado y una supuesta auditoría, todavía interminable. Todo mundo lo sabe ahora: la Feria Saltillo representa un negocio más redituable de lo que se pudiese imaginar.

Luego sucedió lo inevitable: de la caída, al caos, protagonizado por una candidata que, en lugar de hacer campaña de tiempo completo por la diputación federal en el distrito 4 de Saltillo bajo el emblema predominante del PT, cargo al que fue postulada por la coalición integrada por Morena y el Verde, se dedicó en su lugar a planear un asalto a la presidencia del Consejo Regional Sureste de los Organismos de la Sociedad Civil para adueñarse por consecuencia del Patronato de la Feria y, lo más importante, del botín que calculó ella misma -entrevistada durante un programa de televisión local- en 40 millones de pesos como ganancia del evento.

Hubo entonces resguardo de instalaciones. Actas notariadas. Demandas judiciales. Votaciones en lo oscurito. En resumen: la rebatinga del pastel a los tumbos o, mejor dicho, de la feria de La Feria durante meses, sin precisar qué diferente habría de ocasiones anteriores, o qué amenidades ofrecerían para motivar a la gente y demostrar que no se cometerían los vicios de siempre.

Quien tuviese las llaves del terreno y las contraseñas de las cuentas en redes sociales, podía adelantarse y dar albazo a otros competidores. Máxime cuando la cifra es cuantiosa y en la ciudad otra dinámica va tomando impulso, con conciertos masivos prácticamente cada fin de semana, en diferentes inmuebles y con distintos proveedores, la mayoría regiomontanos, algo que antaño no sucedía en el municipio.

A últimas fechas existe mayor apertura, en parte gracias a los migrantes permanentes y trabajadores temporales llegados allende las fronteras del estado a partir de la pandemia. Sin embargo la tendencia se mantiene: expoliar a los saltillenses, tratarles como público de segunda categoría, ofrecerles lo mismo y lo mínimo, aunque quizá lo peor del tema sea lucrar usando a grupos vulnerables como estampa; los más desprotegidos de la sociedad.

Cortita y al pie

No nos engañemos: la cartelera artística de 2024 es tan rabona como la de años anteriores. Y aquí cabe plantearse una pregunta, como el dilema del huevo y la gallina; ¿qué fue primero: el saltillense mezquino, o los malos espectáculos?

Ni caso tiene comparar; cualquier feria que a usted se le ocurra, sin importar se trate de latitud nacional o incluso estatal, será mejor que la de Saltillo, con la atenuante de que aquí habrá un precio de acceso menor este año, y la eliminación de los espacios VIP en el Teatro del Pueblo que tanto resentimiento causan (como si se tratase de la teoría de las clases sociales marxista) aunque todavía no están listas cuestiones cardinales a escasos días de la inauguración, con los pendientes por resolver al cuarto para las 12 y sobre las rodillas.

La última y nos vamos

Se podría entender, por todo lo antes relatado, que la edición 2024 sea la feria de la transición. Una bisagra entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no acaba de nacer.

Luego de un año convulso, donde las prioridades estuvieron en otra parte (como siempre: en el ámbito electoral) y se desató la fiebre del oro entre los involucrados, al punto que les fue arrebatado el juguetito luego de 25 años en su poder (desde 1998 las instalaciones y el concepto se había dado en comodato a un patronato constituido para organizar y recibir las ganancias) al no saber ponerse de acuerdo ni generar esa palabra que tanto se valora en Coahuila: gobernabilidad.

Lo deseable sería la transición hacia una mejor Feria, ahora sí planeada y organizada con toda la mano. Porque si esto que se presenta es lo más decente que se puede ofrecer para una metrópoli con 1.2 millones de habitantes, luego de lo que hubo en ediciones previas, resultará entonces que estábamos mejor cuando estábamos peor. La ironía.

 

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