Saltillo
Por Maru Valencia
Publicado el jueves, 11 de julio del 2024 a las 18:27
Saltillo.- El característico sonido del ferrocarril podría volver a anunciar la llegada y la salida de viajeros en la ciudad.
Ese silbato que a veces ruge como dinosaurio, quizá sería modernizado por uno que combine más con el proyecto de la presidenta electa, que propone un tren que alcance los 160 km/h, pero también habría que adecuar todo lo que implica para su realización.
Porque hoy, más que un plan concreto, parece un sueño imposible.
La calle Emilio Carranza topa con la estación de tren de Saltillo, esa que funcionó hasta 1995 cuando el entonces presidente Ernesto Zedillo privatizó Ferrocarriles Nacionales de México, dejando a la clase media y baja sin el medio de transporte más económico.
Foto: Armando Aguirre
La imagen parece detenida en el tiempo y todo tiene un toque de nostalgia: por aquí pasaban cientos de personas diariamente que iban y venían a Monterrey, México, Morelia, San Luis, Zacatecas, Torreón, Piedras Negras, Durango, Eagle Pass y Laredo.
Sí, era tardado, pero también era muy barato: familias enteras tenían la oportunidad de viajar por el país sin gastar tanto como en los camiones, y si pagaban algo extra, podían acceder a la primera clase, con asientos acojinados.
En la segunda clase se podían subir gallinas y perros, y hasta caballos con permiso del maquinista, que exigía el pago de tres pasajeros, y aunque los aromas de la granja no eran tan agradables, la vista era magnífica.
¿Cuántos matrimonios no iniciaron en uno de estos viajes?, ¿cuántos ejidos se extinguieron con la privatización?
Entre grafitis y vagones viejos, el lugar es una mezcla de artistas y transportistas, ya que por un lado las instalaciones son utilizadas por “El Nodo: Estación creativa”, y por otro, está administrada por Kansas City Southern México, empresa que recientemente se unió a la Canadian Pacific para crear CPKC, la red ferroviaria norteamericana que conectará Canadá, Estados Unidos y México.
Murales estrafalarios y con mensajes sociales adornan la fachada, y a través de los vidrios todavía se aprecian algunas bancas de madera llenas de polvo, en donde solían esperar los viajeros.
Pero desde aquí, desde este patio trasero de carga, es difícil concebir la reactivación del ferrocarril, y más, imaginar un tren rápido que sea accesible para la clase trabajadora.
Foto: Armando Aguirre
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