De nueva cuenta los titulares de la prensa local de esta semana dieron cuenta de otro accidente de una moto, en el que un par de adolescentes sufrieron un serio percance ocasionado por el exceso de velocidad y su falta de pericia.

Hace unas semanas en este mismo espacio se comentaba el problema que representan las motos, tanto para sus ocupantes como para el resto de vehículos e incluso peatones. Se entiende que en muchos casos las motos representan una opción de transporte para mucha gente por tratarse de vehículos mucho más económicos así como en su mantenimiento.

Sin embargo, muchas de las motos -por lo general conducida por adolescentes menores de edad y jovencitos- circulan a exceso de velocidad, a menudo alcoholizados, en sentido contrario, pasándose los rojos, sin placas y con el escape abierto contaminando con ruido por donde circulan. Y lo que es peor, sin casco de seguridad, aunque hay algunos motociclistas que circulan con casco de seguridad pero de los que se utilizan en las empresas, el cual no les protege en lo más mínimo. Obviamente andan sin cumplir en lo más mínimo con el reglamento de tránsito.

Solo cuando hay accidentes, como el de esta semana, las autoridades de tránsito se aplican en supervisar y sancionar a los motociclistas, pero pasando los días la apatía de nuevo se impone hasta que vuelva a suscitarse otro accidente grave, y así sucesivamente, como cuento de nunca acabar porque la mentalidad que prevalece es la de tapar el pozo después de ahogado el niño. La prevención nunca se ha distinguido entre las autoridades de diferentes niveles.

Se mencionaba en este mismo espacio que un punto de partida para empezar a regular este problema es impartir cursos de seguridad vial desde el jardín de niños. Sin embargo esta acción rendiría frutos a largo plazo, pero por lo pronto se pueden tomar otras medidas, por ejemplo, solicitar a las agencias, tiendas departamentales y de autoservicio que venden motos, exigirle al comprador la licencia vigente de conductor, presentar las placas de circulación o el permiso respectivo por parte de Tránsito y contar con un seguro, que debería ser proporcionado por el vendedor; también, presentar la evidencia de tener un casco apropiado. Para obtener la licencia de conductor de moto -de preferencia ser mayor de edad- se debería pasar un examen de habilidades como conductor y también de conocimiento del reglamento de tránsito. En caso de expedir un licencia a un menor de edad los padres de este deberán firmar un responsiva en la que se comprometan a responder por su hijo.

Por otra parte las autoridades de Tránsito se deben capacitar en el buen trato para revisar a los motociclistas y sus vehículos cuando infrinjan el reglamento de tránsito, evitando a toda costa las típicas corruptelas a las que nos tienen acostumbrados. En caso de detener el vehículo asegurarse que en el corralón no las canibaleen como suelen hacerlo. También se deberían supervisar los talleres mecánicos de motos para detectar vehículos de dudosa procedencia. Para asegurarse del debido cumplimiento de esto también se debería establecer un sistema de multas para los infractores y ser drásticas para los reincidentes.

Afortunadamente también hay muchos motociclistas responsables, que respetan las reglas de tránsito, que son respetuosos y se preocupan conducir su moto con las precauciones debidas, y que seguramente no tendrían ningún inconveniente en cumplir con lo aquí propuesto.

Respecto al accidente de esta semana preguntaba el obispo ¿y los padres de esos jóvenes dónde están? La respuesta es obvia: les vale hasta que se accidentan.