Hablar de las emociones con naturalidad es algo que hemos ido aprendiendo poco a poco. Tan solo hace algunos años, no era común expresar lo incómodo o lo negativo. Pero de cierta manera, hemos ido abriendo brechas para poner este tema tan necesario para nuestra salud emocional en nuestras mesas, y esto ha sido gracias a libros, personajes, y también a ciertas películas. Y por eso quisiera que continuemos reflexionando con naturalidad sobre los aprendizajes que nos traen ambas películas – Intensamente 1 y 2.
Intensamente 1, nos muestra las emociones primarias y expone que no hay nada malo en sentir nuestras emociones. En la segunda película, las emociones complejas permiten estar en sintonía con las emociones positivas. Por ejemplo, alegría le da espacio a la tristeza, y nos enseña a amar cada una de las partes de nuestra esencia.

En esta segunda película, hablamos de las emociones con mayor profundidad. Abrazamos la realidad de que todos estamos en constante cambio y de que este es inevitable, desafiante, pero que cada experiencia nos brinda una oportunidad para crecer y evolucionar.

Esta segunda parte, destaca también lo importante que es tener un apoyo emocional. Ver la manera en la que Riley se siente apoyada por sus amigas cercanas y cómo navega los sentimientos complejos de la adolescencia, nos permite ver desde una mirada empática los procesos que vive cada quien.

Pero… ¿qué más podemos extraer de aprendizaje?

– No todas las emociones son bonitas o fáciles, pero eso está bien.

En un inicio conocimos a Alegría, Tristeza, Enojo, Desagrado y Miedo, las cuales podemos aprender a identificar de manera más fácil. Pero en la segunda parte tenemos a Ansiedad, Envidia, Vergüenza y Ennui. Emociones que no es tan fácil explicar ni identificar. La presencia de cada emoción nos abre esa vía en la que nada es blanco ni negro, ni malo ni bueno… todos somos personas que lidiamos con temperamento, carácter, eventos que no sabemos gestionar, estrés que nos desarrolla algunas de estas y que nos impide en ocasiones sentirnos plenos sin identificar el porqué o de dónde viene.

– Cada emoción viene a mostrarme un cambio que está ocurriendo dentro de mí.

Es importante que abracemos cada una de nuestras emociones. Aunque sea incómodo o molesto aceptarlo, cada emoción debe reconocerse, hablarse, expresarse. El reprimirla sólo nos daña a la larga. Es necesario que les demos espacio: respirar, llorar, enojarnos y expresarnos es parte de la vida, lo que define nuestra esencia. Fingir que no sentimos nos aleja de nuestra humanidad.

– La ansiedad es algo de lo que es necesario hablar.

Nadie queremos reconocer que tenemos ansiedad. Pero es una realidad que vivimos en un mundo rápido donde todo es acelerado, y donde el vivir en esa sobreexigencia y demanda, puede producirnos ansiedad de diversas formas. La ansiedad se muestra cuando sobrepensamos, y la manera en que nos muestra en la película cómo dejamos de pensar con claridad y actuamos desde esa ansiedad, nos explica que sí es verdad que nuestro cerebro está pensando y estamos actuando desde ese sentido de alerta.

Entendimos también que es una emoción que podemos gestionar, pero que tampoco podemos erradicar por completo de nuestra vida. La ansiedad puede ser una alarma para detenernos, pedir ayuda y aprender a serenarnos.

Nunca estás solo, haz tu tribu y cuídala. Cuida tu gente, cuida tu familia, cuida esos ambientes donde eres tú.

– Todos cometemos errores. Todos nos equivocamos. Riley se equivoca una y otra vez. No fue buena amiga, rompió las reglas, incomodó a los demás, sintió envidia, fue insegura, tuvo su primer ataque de ansiedad, era irritable y actuaba desde su ansiedad. Todo esto, por más que le avergonzara, era parte de su personalidad.

Nos vamos a equivocar tantas veces en la vida que la ansiedad se apoderará de nosotros, pero son estos errores humanos los que nos hacen ser únicos. Perdónate, perdona a los demás y sigue avanzando por la vida con intención de aprender.

Sentir las emociones, nos hace sentir vulnerables. Pero para acomodarlas y gestionarlas de manera asertiva hay que aceptarlas, abrazarlas y reconocerlas. Te invito sigas reflexionando en familia de qué forma lo haces, para crecer y para hablar de lo incómodo, pero que hay que normalizar para la salud emocional de todos.