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Coahuila

Una página arrancada del recuerdo

Por Carlos Gaytán Dávila

Hace 4 meses

La vida de un hombre próspero

Taxista, vendedor de casa en casa, promotor, gerente de ventas y empresario, excelente esposo y mejor padre de familia, es la síntesis de una grandiosa vida de un personaje de nuestra localidad, a quienes sus amigos cariñosamente dicen “La Leona”, por su ferocidad para los negocios.

El sueño de ser médico de don Jesús Hernández Enríquez se vio truncado, cuando el inquieto “cupido” le lanzó una saeta que dio justo en el corazón y tuvo la oportunidad de convivir con una extraordinaria mujer, con quien creó una gran familia, que lo guiaron por los senderos de Dios y del comercio.

Nació en la ciudad de Monterrey el 9 de mayo de 1949. Fueron sus padres el capitán del Ejército Mexicano, don Enrique Hernández Rocha, y la señora doña María de Jesús Enríquez, quienes tuvieron cinco hijos: Olivia, Enrique, Jesús, Roberto y Federico, que en un tiempo integraron un negocio muy sugerente y exitoso Zapatería 5 Hermanos. Cursó su instrucción primaria en el Colegio Apolonio M. Avilés, donde recuerda a dos de sus maestras, a Santiaga y Julia; su secundaria en la Benemérita Escuela Normal del Estado, donde tuvo grandes mentores, como Jesús Perales Galicia, Filiberto Morales, Leonardo Covarrubias, Ethel Sutton. La preparatoria la realiza en el Ateneo Fuente, donde abrevó conocimientos de otros grandes maestros, como don Rubén Moreira Cobos, José Cruz Escobedo, José Cárdenas Valdés, Enrique Reyna.

Tres años asistió a la Facultad de Medicina de la Universidad de Nuevo León, pues el amor pudo más que el deseo de ser doctor. Entre sus actividades en Saltillo manejó el automóvil de alquiler propiedad de su señor padre, que tenía como sitio un costado de la plaza San Francisco de Asís, por la calle Juárez, donde tuvo muchos compañeros, entre ellos a un singular chofer, muy conocido en Saltillo con el mote de “La Salchicha”, rollizo y colorado, portando una clásica cachucha de los choferes antiguos del transporte foráneo.

Don Jesús en sus inicios fue comerciante de “cambaceo”, puerta por puerta, ofreciendo productos de la empresa CELSA, de la cual es posteriormente promotor con 11 agentes de ventas a sus órdenes, finalmente llega a ser gerente de la compañía para la región norte del país. Contrae matrimonio con una excelente dama, muy querida de la sociedad saltillense e integrante de una familia de comerciantes, Olga Romero Chalita. Ambos emprenden un nuevo negocio de artículos varios sobre la calle Allende, en el Centro Histórico de la ciudad, al que denomina simplemente como “La Leona”.

Como miembro del Club de Leones, don Jesús realiza una callada, pero eficiente labor social a favor de los que menos tienen, a través de la Clínica Oftalmológica que funda el club con la colaboración de varios de sus socios, entre ellos don Enrique Martínez, padre de quien muchos años después sería alcalde de Saltillo y gobernador del estado. Clínica de gran nivel, donde por un tiempo se realizaron operaciones de los ojos y se otorgaron lentes sin costo a cientos de personas. Con ellos colaboraban los médicos Garza Pérez, Arturo Silveira, y Noé Medina, entre otros, sin cobrar un solo cinco. Él tuvo que separarse del proyecto, porque algunos directivos y miembros del club decidieron cobrar por los servicios.

Su esposa ha sido un enorme soporte, quien le dio cinco grandes hijos: Enrique, Olga, María de Jesús, Claudia y Anita, todos profesionistas.

 

La anécdota  

El director del Ateneo Fuente, Armando Fuentes Aguirre, intentó frustrar la carrera de medicina de Enrique, el hijo mayor, a quien intentó expulsar del plantel porque supuestamente intervino en un pleito, lo cual era falso, pero no quería escuchar razones, hasta que don Jesús intervino y le suplicó que permitiera terminar la preparatoria a su retoño, para que pudiera continuar sus estudios de médico de los cuales se graduó con altas calificaciones.

 

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