Ayer comenzó la cuenta regresiva de los 100 días para que termine OFICIALMENTE el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Lo destaco con mayúsculas porque, como él mismo dice, ando buscando al tonto que se lo crea.
Repite tanto que se jubila, se retira de la política y se va a “La Chingada”, que parece lo contrario.
No hay día que no hable del tema.
Hoy sabemos, además, porque lo ha revelado en su Mañanera, que vivirá solo, sin su esposa y, quizás, sin su hijo menor, acaso por la escuela.
O sea, va a ser una especie de ermitaño, rodeado, eso sí, de su servicio doméstico (alguien tiene que hacer el aseo y cocinarle sus tamalitos de chipilín), sus jardineros para hacerse cargo de las plantas y árboles que tanto le gustan, y la escolta militar que lo cuidará y lo acompañará dentro y fuera de su finca y en sus viajes, porque sí planea venir a la Ciudad de México.
¿Cómo se transportará? ¿En auto, en camión, en un avión militar o en un jet privado, propiedad de alguno de los empresarios que se enriqueció, todavía más, durante su Administración?
Como decía un sabio, ¿para qué preguntamos si ya nos enteraremos?
Mientras tanto, nos tenemos que soplar todas las mañanas sus conferencias de prensa que cada vez son más burdas como propaganda política y que, por lo visto, nadie se atreve a decirle que sí pasará a la historia, pero por su duración cotidiana de más de tres horas, superando a veces a Fidel Castro y a Hugo Chávez.
Como todos los hombres viejos, el Presidente de México se instala con frecuencia en sus recuerdos y se distancia, por momentos, de la realidad actual.
Sin rubor alguno, nos receta cancioncitas que lo divierten o lo trasladan a épocas quizás más agradables para él, pero que solamente distraen de lo esencial y quitan tiempo.
Un amigo empresario me contó que en las salas de juntas de su compañía había un letrero prohibiendo que las juntas de trabajo duraran más de media hora pues, según él, solo evidenciaban ineficiencia e improvisación. Insistía en que además así evitaba a los “juntólogos” que son muy buenos para “bullshitear” y no para trabajar.
Ojalá que la nueva Presidenta en eso sea más ejecutiva y no desperdicie el tiempo de los demás.
Por cierto, son sorprendentes los ritos del poder.
Por razones de trabajo, obviamente, veo desde mi oficina, en directo, los actos públicos en los que participa la señora presidenta electa. Es de resaltar que sí, ya luce presidencial a más de tres meses de su toma de posesión, y su presencia inspira respeto y temor.
Basta mencionar como ejemplo a uno de los líderes empresariales que le hizo una pregunta durante su reunión con los miembros del Consejo Coordinador Empresarial.
Parecía emocionado y conmovido. Se pasó de lambiscón.
Y eso que todavía no le han impuesto la banda presidencial.
Monitor republicano
Muy bien los primeros seis nombres del Gabinete, que dio a conocer la presidenta electa Sheinbaum.
Impresionante el currículum y experiencia administrativa de cada uno de ellos. Son de una izquierda educada y culta que seguramente discutirán con ella con argumentos inteligentes. Ojalá que tengan el valor de hacerlo y no le digan que sí a todo.
A diferencia de ahora, no solo bastará la lealtad, aunque lo demás sea lo de menos.
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