Coahuila
Hace 5 meses
Continuamos con nuestra revisión de la historia. Incursionando por el flanco derecho, encontramos un episodio acontecido a los inicios de la década de los 1940s, el fin de la llamada Unión Nacional Sinarquista (UNS). El tema lo hemos abordado en ocasiones diversas a lo largo de las últimas dos décadas, sin embargo, poco hemos mencionado como terminó aquel espejismo creado con otros fines. Antes de irnos a la etapa última de esa organización, plantearemos a grandes rasgos lo que fue su accionar entre 1937 y 1942.
Si bien conocimos de oídas el asunto del sinarquismo, no sería sino hasta 1999 cuando empezamos a revisarlo con detalle. El tema surgió en uno de nuestros extensos y semanales diálogos económicos-filosóficos-literarios-deportivos-políticos con el economista sinaloense Sergio Enrique Castro Peña quien nos recomendó la lectura de un artículo publicado, en septiembre de 1976, en la Revista de Comercio Exterior, escrito por Anne Marie De La Vega-Leinert bajo el título de “El Sinarquismo en México: Posibilidades de un Régimen Fascista en 1940”. A partir de ahí, procedimos a revisar escritos elaborados por expertos en el tema y tratar de establecer un criterio propio al respecto.
La UNS nace, el 23 de mayo de 1937, en León, Guanajuato, luciendo como lideres visibles los hermanos José y Salvador Trueba Olivares. El objetivo de la organización era promover un gobierno, con orden y con autoridad. A la vez, proclamaba no ser un partido político, sino que se trataba de una unión nacional de ciudadanos que defendían la libertad de opinar, de expresar el pensamiento, de voto y de reunión. Se estructuraba en base a la formula patrón-caporal-peón.
En ese contexto, como el “patrón” estaba La Base constituida por los grandes terratenientes, industriales y profesionales ligados a la burguesía. Sus integrantes eran: Augusto Ibáñez Serrano (jefe de la Falange Española en México hasta 1940), Adolfo Prieto (español, gerente de Fierro y Acero de Monterrey), Manuel Gómez Morín (consejero de instituciones bancarias, abogado y consejero político del Grupo Monterrey, fundador futuro del PAN y jefe de la Base), Alejandro Quijano (Presidente de la Cruz Roja Mexicana), Alfonso Junco (intelectual clerical con conexiones en círculos reaccionarios) Ángel Urraza (gerente de la casa Goodrich), Emilio Lanzagorta (comerciante acaudalado), Manuel Suárez (gerente de Eureka) y Helmut Oskar Schreiter (director en México de la Quinta Columna). A ellos, se agregaban Antonio Santa Cruz (cabeza visible de La Base), Toribio Esquivel (otro de los fundadores del PAN), además del ideólogo de alquiler, el execrable cobarde-gigoló y nazi vía su pluma a sueldo de la bestia austriaca, José Vasconcelos, así como los hombres de negocios regiomontanos quienes eran los patrocinadores verdaderos del sinarquismo.
Al nivel intermedio, en el papel de “caporales,” aparecían los jefes Nacionales y los jefes Regionales y Municipales, surgidos entre los jóvenes profesionales de clase media y la pequeña burguesía de las ciudades, artesanos, comerciantes y pequeños propietarios.
En el último escalón, como los “peones,” estaban las masas de las ciudades en donde participaban los artesanos y comerciantes, obreros de pequeñas empresas artesanales (León, Guanajuato), obreros de empresas medianas (Querétaro, Querétaro) y empleados de comercios. Así como las masas en el campo integradas por propietarios de minifundios, medieros y aparceros de las haciendas, ejidatarios y peones acasillados.
Bajo ese esquema, la UNS logró representatividad especialmente en la región central de México y en ciertas partes de los EUA en donde se convierte en el antecedente del Movimiento Chicano. El éxito lo logró bajo el liderazgo de un hombre ilustrado y carismático, Salvador Abascal Infante, capaz de convencer a las masas de cuán importante era participar en la UNS, la cual llegó a alcanzar, entre 1938 y 1941, medio millón de simpatizantes. Para ese último año, sin embargo, su presencia apuntaba hacia el declive. Veamos brevemente que lo ocasionó.
Como una muestra de que la UNS no era más que un objeto de uso y/o intercambio. Durante la contienda presidencial de 1940, el jefe de campaña del candidato del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), Miguel Alemán Valdés, va a Monterrey a entrevistarse con los hombres de negocios y ofrece prebendas que generarían dividendos en sus negocios para estos últimos y ganancias políticas para el candidato presidencial, Manuel Ávila Camacho. Entre estas últimas iban que los regiomontanos dejarían de aportar recursos a la UNS, no apoyarían al candidato opositor Juan Andreu Almazán y, en el futuro, ellos decidirían quien era el candidato a la gubernatura de Nuevo León. Lo último subsistió hasta los 1970s cuando el presidente Luis Echeverria Álvarez lo rompió. Al calce se comprometió, en los 1940s, lo de la propiedad de la tierra para los campesinos.
No obstante que su suerte ya estaba echada, los dirigentes de la UNS no parecían percatarse de ello y seguían emitiendo opiniones y realizando acciones diversas. El 17 de marzo de 1941, cuando el país era ya gobernado por Ávila Camacho, la UNS lanza una proclama demandando que no se enajenara el suelo patrio y que México no se involucrara en el conflicto bélico ya que, de hacerlo, “se nos convertirá en una colonia poseída por unas cuantas guarniciones, que nos trataran con justificado desprecio, porque no merece otra cosa nuestra inepcia [estupidez] y cobardía”. Pero si los sinarquistas no se habían percatado de que su fin estaba cerca, en el extranjero todavía no entendían lo que eran.
A inicios de agosto de 1941, The New York Herald Tribune publicaba una editorial en la cual mencionaba, refiriéndose al sinarquismo, cuan fácil era obtener prosélitos “con la fuerza de la vaguedad. En cuanto menos sepan respecto a los objetivos concretos de la organización proselitista, más cosas buenas se encuentran en las promesas nebulosas de sus lideres”. Se apuntaba que el nombre, sinarquismo, carecía de sentido y “ningún sinarquista puede definirlo. Además, de la delicia y la decencia de restaurar el ordenado pasado, el sinarquismo hace unas sugestiones incitantes”. En ese contexto, apuntaba que “las mujeres mexicanas han visto con avidez las sedas y los adornos que todas las gringas parecen poseer en una existencia indecorosamente inagotable porque disponen de dólares”. Al respecto, se escribía: “Y cuando con la ayuda fraternal de Alemania -explica frecuentemente el orador sinarquista a su atento auditorio- el dólar casi no tendrá valor y cada una de vosotras tendrá su automóvil americano, sus finas medias, buen calzado para toda la familia, regalos para los santos y mucho en que divertirse. Recordad en el momento en que Alemania venga a liberarnos y sostener la religión, el dólar se hundirá. El mejor amigo de México es hoy Alemania: su peor enemigo los Estados Unidos”. Si lo que se publicaba en el diario neoyorkino era verdadero, no hay sino expresar cuán cándido era aquel orador anónimo, de miras bastante cortas, como para no percatarse de que sí Alemania ganara a lo más que podían aspirar los mexicanos era a convertirse en el forro de un sillón o bien ser transformados en jabón aromático.
Era ya solamente una entelequia, pero la UNS envío un comunicado al presidente Ávila Camacho defendiéndose de los ataques que les hacían culpándolos de asesinatos y trabajar en contra del bienestar de México. Esos eran los estertores de su vida política. Abascal sabía que por más carismático que alguien sea, si detrás no se cuenta con financiamiento suficiente poco es lo que se puede hacer. Él ya no era útil para sus antiguos patrocinadores y por consiguiente debería de buscar una salida. Por ello, en octubre, solicitó al gobierno federal autorización para ir a colonizar una porción de Baja California. El presidente Ávila Camacho no puso objeción, sabía que, al irse Abascal y los suyos, se daba por concluido un problema que siempre estaría latente pues no faltaría quien los quisiera utilizar como moneda de cambio. Además, al aceptar la petición los incorporaba al proyecto de colonización que el gobierno federal había emprendido al enviar a esas tierras cerca de seiscientas familias de trabajadores del campo partidarios de la Revolución Mexicana.
Para algunos políticos, sin embargo, aquello no los dejó contentos. Entre ellos estaban varios diputados como el sinaloense, Alfredo Félix Díaz, el zacatecano Leobardo Reynoso Gutiérrez, y el veracruzano Carlos Zapata Vela quienes veían un peligro en que los sinarquistas se fueran a mover hacia aquellos lares y terminaran actuando como cabeza de playa del nazismo. Afirmaban, era necesario que en función de cuantos sinarquistas se fueran para allá, un número similar de partidarios de la Revolución se trasladaran a esas tierras.
Ante dichos señalamientos, Abascal Infante no tuvo otra opción sino responder, el 16 de octubre de 1941, vía el diario El Informador editado en Guadalajara. En forma irónica, Abascal respondía al diputado Félix que no se espantara ya que no serían cien mil sinarquistas quienes se moverían de un golpe a Baja California. “La primera expedición será de cien, marchando la segunda de doscientas familias en el mes de enero; en febrero otras mil familias. Los colonos se dedicarán a la agricultura e industria aparte de la construcción de carreteras por cuenta del gobierno federal para lo cual no tendrán más que un sueldo y los ahorros que poseen. Aparte aceptarán prestamos de los católicos norteamericanos que son simpatizantes del sinarquismo, esperando que, dentro de un año, y por los cinco subsecuentes, salgan nuevas expediciones”. Bajo esa perspectiva, el 18 de diciembre de 1941, desde distintos sitios del centro de la república salieron las familias fundadoras con destino a La Paz, Baja California Sur. A ese lugar, arribaron el 29 de diciembre para, posteriormente el 2 de enero de 1942, partir para ocupar, durante la segunda y tercera semana de enero, los terrenos nacionales que el gobierno les había entregado. Ahí se crearía la colonia María Auxiliadora que al final sería constituida solamente por cincuenta y cuatro familias, cifra muy lejana de las cincuenta mil personas que se esperaba llegaran por aquellos rumbos. Volvamos a las palabras de Abascal.
En relación con los ataques que recibían calificándolos de simpatizantes del nazismo, Abascal los negaba. Afirmaba que ellos viajaban sin ninguna arma y ser profundamente patriotas. Enfatizaba que “nacionalistas no podremos serlo nunca, ni nazistas, ni comunistas, porqué esas son tiranías que odian a nuestra raza y a nuestra religión católica y sueñan con el dominio del mundo”. Podría decir misa, pero la semejanza nadie se la ha podido quitar de la cabeza a pesar del tiempo trascurrido. Acto seguido, el líder sinarquista se lanzaba en contra de la Revolución Mexicana la cual, según él, “ha ensangrentado y empobrecido a nuestra nación”. Expresaba su deseo de que “los campesinos trabajen en paz, libres, con la confianza de que las tierras sean suyas…”. Esto último, había sido uno de los acuerdos bajo los cuales los vendieron, pero sería hasta los tiempos del presidente Salinas De Gortari cuando se materializaran. Para que vieran que no hacia guiños hacia la bestia austriaca, el sinarquista enfatizaba que “no somos enemigos de la política del buen vecino; y nos interesa la amistad digna y firme de los Estados Unidos, más que la de cualquier otro pueblo de la tierra”. Sus patrocinadores ya habían logrado lo que buscaban, pero el “fanático sincero” todavía creía que las promesas de apoyo del gobierno federal, los católicos estadounidenses y la jerarquía católica mexicana habrían de llegar. Pronto, se enfrentaría a la realidad y el proyecto iría de tumbo en tumbo hasta que, en 1944, la Colonia María Auxiliadora hubo de ser cerrada. A pesar de ello, la UNS no se iba del todo. Un ejemplo fueron las publicaciones aparecidas en su órgano informativo El Sinarquista en cuyas páginas el subdirector suplente, Juan Ignacio García Padilla, publicó varios artículos atacando al presidente Ávila Camacho. Eso fue motivo para que las autoridades judiciales lo llamaran a declarar. Acorde con lo publicado en El Informador, parecía que esa persona continuaba viviendo en el mundo de la fantasía. Aseguraba que “la tarea que se ha impuesto la Unión Nacional Sinarquista con medio millón de afiliados con que cuenta, consiste en la implantación en nuestro país de un nuevo orden cristiano, basado en el ejercicio de los derechos de petición y protesta de la libertad democrática; criticar los actos de los gobiernos de tal orden, en que la vida política, social y económica se norme por los principios que se desprenden de la verdad de Cristo”. Para que no hubiera duda de sus aficiones, “santiguándose devotamente con un crucifijo de plata…agregó ser católico, apostólico y romano; considera que los sacerdotes representan en México a Dios y están de acuerdo con la política que realiza el gobierno, pero que el sinarquismo está en desacuerdo con la misma política”. No había duda, era tiempo de que el sinarquismo se guardara en la maleta.
Ahí, permanecería hasta finales del Siglo XX, principios del XXI. Entonces, los herederos de aquellos patrocinadores resolvieron mostrarlo envuelto en ropajes azul y blanco calzando botasrelucientes de ignorancia. Con ese atuendo lograron convencer a los crédulos de que tiempos mejores vendrían para la patria y así nos fue. Se hicieron del poder político, pero ni duda cabe de que había diferencias entre sus lideres visibles. El del pasado era un fanático carismático ilustrado, el de 1999-2000, no pasaba de ser un vendedor de refrescos carente de cualquier respaldo intelectual. Los mecenas aprendieron la lección, una buena campaña de mercadotecnia y los clientes iban a comprar lo que se les ofreciera. En eso devino el sinarquismo aquel movimiento político-religioso que fracasó en los 1940s, pero obtuvo un triunfo en los albores del Siglo XXI. [email protected]
Añadido (24.24.76) Mientras que los abogados del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, encabezados por el constitucionalista Diego Valadés Ríos, presentaban un análisis excelentemente fundado acerca de las consecuencias negativas que acarrearían las reformas que propone el grupo en el mando político para el Poder Judicial, las autoridades de dicha universidad salieron a mostrar su lado más timorato, es una forma benigna de calificarlo, y se deslindaron del contenido del documento de análisis. Vaya falta de redaños, sin olvidar que en el lenguaje coloquial esa actitud sería calificada con otras palabras…
Añadido (24.24.77) Mal andan las cosas para el francesito Macron. Primero, sus paisanos, le mostraron, durante la votación para el Parlamento Europeo, que ya estaban cansados de la demagogia. Posteriormente, durante la cumbre del G-7, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, lo trajo de pilar a poste hasta el grado de convertirlo en el gran perdedor de la reunión. Pero, momento, se nos olvidaba que él es la criatura de los Rothschild y el dinero mueve montañas o ¿cómo era?
Añadido (24.24.78) Se fue Willie Mays, uno de aquellos beisbolistas con quien los aficionados, sin importar el color de la piel, podían identificarse. Era poseedor de las facultades naturales, sin los artificios a los que otros han acudido, lo cual hacía que aun quienes no éramos partidarios de su equipo, San Francisco Giants, disfrutáramos de sus actuaciones. Si bien fueron múltiples las ocasiones en que lo vimos jugar a través de la TV, únicamente en una ocasión tuvimos oportunidad de observarlo en vivo. Fue en el otoño de 1983 en el Mile High Stadium en Denver, Colorado durante un partido de veteranos. A pesar de los años, la clase y calidad que lo caracterizaban seguían presentes.
Añadido (24.24.79) Para quienes dicen que los afroamericanos no discriminan, seguramente porque nunca lo han vivido en carne propia, ahí está el trato que le dan en la WNBA a la basquetbolista Caitlin Clark. En una liga dominada por jugadoras de raza negra y con preferencias sexuales diversas, no soportan que alguien de color blanco y heterosexual exhiba una calidad singular. Por consiguiente, la hacen víctima de todo tipo de abusos físicos y verbales durante los encuentros. Hasta la fecha, no hemos observado que ningún defensor de los derechos humanos salga protestar por ese tratamiento. ¿Será que la corrección política y el discurso que venden no se los permite?
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