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Coahuila

Liderazgo, cambio y permanencia

Por María del Carmen Maqueo Garza

Hace 5 meses

Ética en política: Congruencia entre la actuación privada y el discurso público.

Este 2 de junio se llevan a cabo las elecciones más grandes en la historia de México. El voto popular definirá quién habrá de ocupar el sillón presidencial; diversas senadurías, diputaciones federales; las gubernaturas en ocho estados, la jefatura de la Ciudad de México; congresos locales, y en diversos municipios  alcaldías y regidurías.  Los mexicanos saldremos a votar convencidos de que nuestro sufragio habrá de imponerse por encima de cualesquiera fuerzas ajenas a la voluntad ciudadana.

Y es justo frente a este panorama que me permito destacar lo que, a lo largo de la historia, ha significado la figura del líder.   Podríamos remontarnos hasta los primeros cazadores-recolectores, de entre los cuales siempre habría uno que jugara el papel de conductor del  grupo.  Uno cuya autoridad fuera impuesta de acuerdo con su habilidad para manejarlo.   Avanzó la organización de sociedades y de ese mismo modo evolucionó el papel del dirigente, hasta llegar a la Europa del siglo dieciocho, derrotados todos los sistemas feudales, cuando vemos surgir las sociedades modernas en las cuales los ciudadanos en su conjunto deciden quiénes habrán de gobernarlos.

Hoy en día no concebiríamos una organización privada o una administración pública sin un sistema de gobierno. Este es necesario para  determinar las formas de conducirse de los individuos, en la consecución del bien común.  Surgen democracias y sistemas parlamentarios para asegurar una mayor participación ciudadana, y como ha habido en todos los tiempos, en la mejor de las democracias aparecen figuras transgresoras que pretenden sacar ventaja a costa de otros; para ello existe un cuerpo colegiado que dicta normas y castiga delitos, de modo que la sociedad en su conjunto pueda avanzar.

En la historia de México ha habido grandes figuras que han conducido a la nación.  Hoy en día, de igual manera, tenemos importantes líderes que han sabido mantenerse íntegros en su labor de mando, quienes, en este momento, son una inspiración para todos nosotros.  Uno de ellos  es el General Brigadier DEM Fidel Mondragón Rivero, comandante de la 47 Zona Militar.  En su persona venturosamente se conjugan el militar de buena cepa y el maestro sensible ante las necesidades de otros, muy en particular de los jóvenes bajo su mando. Lo conocí  a pocos meses de su arribo a esta ciudad, durante una plática que impartió en el Taller de Historia.  No dejó de sorprenderme su  estilo de liderazgo, ajeno a la severidad con que acostumbramos a identificar a los mandos castrenses. El General es de entrada, un gran lector, que busca empatizar frente al grupo, hasta despertar interés por la temática que expone. Anima a los escuchas a conformar un sistema de trabajo organizado, en el cual la autoridad vaya siendo rotativa dentro de sus elementos, tal y como sucede con la formación en “V” de diversas aves: Una hace punta y lleva al grupo durante determinada distancia, luego de la cual  otro volátil llega al relevo, y así sucesivamente, asegurando con ello avanzar distancias kilométricas sin mayores signos de fatiga.

Puedo asegurar que la labor del General Mondragón como formador de nuevas generaciones ha sido amplia y variada en la región.  Durante todo este tiempo su método de enseñanza ha llegado a diversas aulas y centros de trabajo. Conocemos que la SEDENA hace cambios periódicos y algún día habrá de movilizarlo a otra adscripción.  Aun así, tenemos la tranquilidad de que  sus enseñanzas acerca de la ética ciudadana habrán quedado aquí, sembradas en tierra fértil, para  beneficio de todos.  Maestro inquieto como  siempre ha sido, con toda seguridad continuará preparando estrategias educativas  para su tropa, instituciones de enseñanza media superior y centros de trabajo con los cuales tenga en suerte coincidir, como viene haciéndolo desde su arribo a nuestra región.

Un buen líder, como el que hoy vamos a votar en las urnas, de entrada se reconoce como uno de nosotros, se identifica con nuestros mayores sueños.  Detecta las necesidades del grupo y así diseña  las estrategias necesarias para satisfacerlas.  Un buen líder se moviliza, no se enamora del puesto que hoy ocupa, sino que busca colocarse donde haga más falta.  Tiene integridad en su actuar cotidiano.  Su ejemplo inspira.

Este día habremos de elegir a quien llevará las riendas del país por los próximos seis años. Somos poco más de 98,000 ciudadanos llamados a las urnas a definir el rumbo de la nación, a través de nuestro ejercicio libre y secreto. Hagámoslo con toda responsabilidad. Atendamos el ejemplo de nuestros grandes líderes de la historia y del tiempo presente antes de emitir el voto. ¡Y vamos todos por  México!

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