El origen del nombre de nuestra ciudad debe su nombre a un pequeño salto de agua, “un saltillo” que caía donde ahora se encuentra la escalinata de la Parroquia del Santísimo Cristo del Ojo de Agua.

La fecha oficial de la fundación de nuestra ciudad, el 25 de julio, día de Santiago Apóstol, patrono de la ciudad, y fue el explorador y colonizador portugués, Alberto del Canto, a quien se le ocurrió conjugar el simbólico salto de agua con el nombre del apóstol, para que su nombre completo y oficial fuera el de Villa de Santiago del Saltillo. ¿Y a qué viene a colación esta remembranza histórica fundacional?

A que, quien seguramente será el próximo Alcalde de Saltillo, el licenciado Javier Diaz, inicia sus mítines de campaña y recorridos territoriales, con un original “saltillo” mezcla de movimientos karatecas y pasos de cumbia, y acto seguido continúa bailando con entusiasmo al ritmo de las pegajosas canciones alusivas a su campaña política rumbo a la Alcaldía.

“El ‘saltillo’ del Alcalde de Saltillo”, es invención y marca registrada de Javier Díaz. Y aunque para algunos esto les pudiera resultar algo teatral, trivial e intrascendente, la realidad es que funciona como un “rompe hielos”, y con ello Javier logra inmediatamente conectar con la gente de una manera alegre y dinámica, se ahorra el protocolo de saludar con solemnidad y ser presentado de la manera tradicional, fría y aburrida, como habitualmente sucede con la casi totalidad de los candidatos de todos colores y sabores.

Analizando con mayor detenimiento esta sencilla, amena, divertida, espontánea y rápida manera de presentarse, yo percibo que está alineada con muchas de las directrices marcadas por una mercadotecnia moderna, pragmática y productiva. En mi opinión, Javier es un “disruptor positivo”. Como esta palabra y concepto no se utiliza con regularidad, trataré de explicar brevemente lo que significa e implica.

Aun y cuando Saltillo, y Coahuila, gozan de una excepcional calidad de vida en el comparativo nacional mexicano, todavía hay factores que se pueden mejorar. Claro que, como el mismo Javier lo ha dejado claro, seguirá la línea que han marcado sus predecesores a nivel municipal y estatal. En otras palabras, seguir haciendo exactamente lo mismo de lo que ya funciona bien, eso es totalmente claro y perfecto, pero Coahuila y los coahuilenses no solo queremos estar bien, deseamos estar mejor día con día, y ahí es donde cabe aplicar el factor de disrupción.

Un pensador disruptivo es una persona que posee la habilidad de analizar y procesar información de manera no convencional y original, utilizando su intuición, perspectiva y conciencia emocional, para generar nuevas ideas, soluciones y perspectivas que rompen con los modelos tradicionales y establecidos, provocando cambios drásticos tanto en las expectativas como en los comportamientos fundamentales: cultura, mercado, industria, tecnología o procesos integrados. Una tecnología disruptiva transforma por completo una solución y la reemplaza porque tiene atributos superiores que permiten abrir nuevas posibilidades. Las habilidades disruptivas son un conjunto de aptitudes que permiten desafiar el status quo, proponer soluciones innovadoras y adaptarse con flexibilidad a los cambios inesperados.

La principal fortaleza de un perfil disruptivo reside en la búsqueda de la transformación al cambio de manera constante. Las claves para ser disruptivo son salir de la zona de confort, identificar y conocer qué se necesita cambiar, investigar el pensar y el sentir de la población para inspirar la disrupción, aprender rápido sobre la marcha para alcanzar un mayor y mejor retorno de las mejoras y satisfacciones.

Aunado a estas capacidades disruptivas, Javier hace mucho énfasis en el simbolismo, características y virtudes del triángulo equilátero, que, a diferencia de los triángulos