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Coahuila

Amor eterno y sublime el de una madre

Por Cholyn Garza

Hace 2 meses

‘‘La obra maestra más hermosa del corazón de Dios

es el corazón de una Madre”

Santa Teresa de Lisieux

No hay duda de que no existe un amor más hermoso, sublime y real que el de una Madre. La mujer que nos dio la vida y fue capaz de protegernos con inmenso cariño durante largos meses, en su vientre.

Un gran amor, quizás, que no se valora del todo hasta que llega el momento de vivir esa etapa maravillosa que es la de la maternidad.

El sentir que nuestro cuerpo va cambiando, se va modificando porque un nuevo ser está ahí, creciendo, alimentándose de nuestros cuidados y del amor que sólo una madre sabe ofrecer. 

Y es ahí, cuando se va valorando realmente la gran tarea de ser madre. De comprender todo lo que le debemos a la mujer que nos dio la vida y apreciar sus enseñanzas, sus consejos, pero ante todo una guía espiritual -que a través de su ejemplo- nos legara.

Hablaré un poco de mi madre, una gran mujer, gran persona con muy nobles sentimientos. Dispuesta siempre a compartir lo poco o mucho que tenía. No escatimaba esfuerzo para apoyar a otras personas en circunstancias, digamos, difíciles.

De carácter alegre además de bondadosa y generosa.  

Hace unos días, una persona muy estimada por nosotros como familia, me comentó acerca de un obsequio que mi mami le hizo en alguna ocasión, el cual conservó a pesar del tiempo transcurrido. 

Nos pusimos a platicar recordando lo detallista que ella era.

¿Qué crees? -me dijo- “Ese regalo que me dio tu mamá y conservé por años, le gustó a mi hija y se lo di”. ¡Qué bueno! Le respondí con la emoción que me provocó el comentario.

Seguimos charlando por un rato y terminamos con los ojos humedecidos, por el recuerdo de tiempos idos que dejaron en mí, profunda enseñanza.  

Muchos años han transcurrido de un ayer que con frecuencia se hace presente.  Me doy cuenta de que la gente que actúa con nobleza, con sinceridad y sobre todo haciendo las cosas que le agradan y no lastiman a nadie, van dejando su huella en el camino.

Tuve la dicha, el privilegio y la bendición de haber tenido unos padres maravillosos, de los que solo bellos recuerdos guardo en mi corazón. Fueron un gran regalo de Dios a mi vida y agradezco a El, el tiempo que me permitió disfrutarlos.

Una fecha -10 de mayo- es un día dedicado a festejar a las madres. Sin embargo, el trabajo arduo que realizan diariamente cientos, miles de mujeres en nuestro país, merece un reconocimiento especial. 

Me refiero a las madres que continúan en el noble y sublime esfuerzo de encontrar a sus hijos desaparecidos.  En grupo o solas, las madres buscadoras se han expuesto a la crítica, a la humillación, a la negación de un gobierno que les ha dado la espalda como a tantas mujeres en México.

Ellas, madres desesperadas que no encuentran a sus hijos, han estado realizando el trabajo que corresponde hacer a las autoridades. Mujeres que están en la lucha diaria y no dan tregua ni claudican porque una madre jamás se rinde. La esperanza la sostiene en pie, con el deseo por encontrar vivo o muerto a ese ser que, por la circunstancia que haya sido, no está a su lado.

Y así como ellas, se encuentran muchísimas mujeres que -ante la desesperación por la suspensión de tratamientos a sus hijos con cáncer- los vieron morir. La esperanza de vida terminó para ellos al negarles el gobierno el sagrado derecho a seguir luchando por recuperar su salud.

Como también el mismo derecho se les negó a mujeres enfermas con cáncer.

Se requiere de mucho valor, fe y esperanza para hacer frente a una situación como la que hoy viven muchísimas mujeres. Dios se apiade de ellas y de su sufrimiento.

Para ti mamita querida, en este día y siempre, mi oración al cielo con mi gratitud eterna por todo lo que de ti y de papi recibí. ¡Siempre en mi corazón!.

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