“Si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien güey, con todo respeto”. Xóchitl Gálvez
Me fui a buscar a algunos mientras veía a las obreras trepar a la sombra y marchar por mejores condiciones en el trabajo doméstico, por encima del sol.
Los busqué también en el enjambre de marchantes que regateaban en el mercado ambulante entre ofertas de vendedores y aromas frutales
Los busqué en las autopistas mientras cubrían el amanecer pedaleando su silueta rumbo a las plantas.
Entre los que se sacudían las manos y secaban con ellas la frente.
Los busqué en la plaza donde los patrones compran vidas a cambio de horas mientras queda alguna.
En esa misma plaza por la tarde, los vi, gastados hasta la última ráfaga de vida, esperando un patrimonio que nunca llegará porque son güeyes. Porque no les bastó entregarle cada hora y cada hora días y cada día años y por cada año vidas a la ingratitud de esta patria que recién reconoce su dignidad y les quitó el miedo.
Y con sus derechos en cada casa ajena a las y los de 65 y más entró la claridad de la luz
Y entonces pudo reconocerse la alegría en las mujeres, en los hombres, en sus hijos y en los mercados y en las fábricas y en los caminos del pasado, porque ahora se les acata como un canto que repite su dignidad y contempla el esfuerzo de nuestros adultos mayores, de nuestros mayores adultos y ese canto libera sus nombres, el de cada uno, el de todos.
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