Al momento de redactar estas líneas, sigue escondido ese animal mitológico en que basa Morena sus decisiones cupulares: las “encuestas”, coartada que sirve para imponer los nombres de quienes serán sus candidatos a diputados federales por los 300 distritos electorales del país en general, y los ocho correspondientes en particular a Coahuila.
El Comité Ejecutivo Nacional del partido (correa de transmisión de Palacio Nacional) extendió hasta el límite de la tolerancia las designaciones debido a un asunto de cálculo político: para evitar dar tiempo y espacio a impugnaciones internas, desbandadas de militantes inconformes con las decisiones tomadas, o simples pataleos que provoquen encono y división al calor político.
Su plan es que las propuestas queden cerradas y lacradas. Que nadie de los aspirantes involucrados en el proceso se oponga públicamente aunque haya sido desplazado, o atropellado. Democracia en tiempos de la “cuarta transformación”.
Coahuila es distinto a grandes extensiones del territorio nacional dominadas por el desdén o el crimen organizado desde 2018. Si los 23 gobernadores de Morena en el país sirven sólo para poner su nombre en desplegados sobre asuntos de interés nacional que casi siempre se pronuncian sobre absurdos o respaldan ilegalidades, entre nuestro estado y el centralismo prevalece la distancia oficial.
No sólo entre los poderes públicos, que sí la hay, sino entre pueblo y Gobierno. La entidad no está entre las prioridades del régimen populista-militarista, y tierra adentro tampoco cuenta este con el respaldo popular mayoritario (las elecciones locales de 2020, 2021 y 2023 lo demuestran de manera fehaciente). Nada. Ni de allá para acá ni de aquí para allá. Barreras infranqueables que no han podido romperse luego de un sexenio.
Localmente Morena es un movimiento (por llamarle de alguna manera) efímero, coyuntural, no un partido organizado. Una franquicia sobre la cual ejercer facultad de atracción. Una delegación que se maneja a control remoto a 845 kilómetros de distancia.
No hay que olvidar que todo el desastroso proceso interno para designar coordinador de los comités de defensa de la cuarta transformación en Coahuila (inexistentes a la fecha, por cierto) se desarrolló desde la Ciudad de México. Inclusive allá presentaron al ganador de la encuesta que sirvió de referencia para tomar dicha determinación.
Así quienes podrían llegar a conocer de mejor manera el territorio, los usos y costumbres de la población coahuilense (dándoles el beneficio de la duda por el simple hecho de que aquí viven), han sido desplazados o maniatados en el mejor de los casos, y sujetos a políticas centralistas.
Según su propio calendario, el 15 de enero era la fecha para publicar los resultados de las “encuestas” (sin que se conozcan periodos de aplicación, responsables, metodología, ni la mínima demoscopia) para nombrar candidatos únicos a las diputaciones federales. No hubo tales 28 días después. Y el 1 de marzo ya inicia la campaña federal.
La coalición con el PT y el Partido Verde genera que no existan a su favor las condiciones para imponer su voluntad arbitrariamente, sin consecuencias. El 19 de febrero, de acuerdo con su agenda, habrá noticias en torno a quienes participarán por los 38 ayuntamientos que se votan el 2 de junio. Dos días después de finalizar las precampañas, justo es decirlo. Ello los coloca en desventaja.
Al día de hoy los únicos firmes son Luis Fernando Salazar y Cecilia Guadiana (sin mayor mérito que ser hija del finado dueño del escaño, y pareja del hijo del Gobernador de Tamaulipas), quienes se registraron el sábado pasado como fórmula para el Senado por Coahuila.
Cortita y al pie
La estrategia de Morena está pensada exclusivamente para los territorios donde arrasa con cualquier cosa por candidato. Particularmente al sur del país. Impone y avanza.
Pero al centralizar la misma, y aplicarla sin distingo en el resto del territorio nacional, no toma en cuenta las condiciones diversas de las contiendas ni las circunstancias particulares.
La última y nos vamos
A 110 días de la jornada electoral ni siquiera tienen representantes definidos en la entidad. En el fondo el fenómeno exhibe la concentración de poder que ha tratado de revivir el régimen populista-militarista desde 2018, ante la cual Coahuila tiene historia, específicamente por la participación de Miguel Ramos Arizpe en el impulso del movimiento federalista.
Dicho de otra forma: la estrategia de Morena va contra la naturaleza del estado.
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