Internacional
Por Notimex
Publicado el sábado, 27 de febrero del 2010 a las 21:52
Santiago de Chile.- El movimiento fue violento en plena madrugada, interminable y largo como el oscilar de los muros, el crujir de los cimientos y la caída de cuadros, vidrios y ventanas, como si los vidrios estallaran.
Eran las 3:34 de la madrugada del sábado, las niñas dormían y se levantaron de improviso. Gritaban “papá, papá, está temblando, se va a caer el edificio”, y uno trataba de calmarlas en la vorágine del despiadado terremoto.
Abrimos la puerta principal e intentamos alcanzar las escaleras, ya no había elevador, la luz se había interrumpido, todo estaba a oscuras y cuando bajábamos cayó sobre nosotros un trozo de estuco.
“Se está cayendo todo, papá”, exclamó Tania, y Camila preguntó “Tío, ¿nos vamos a morir?”. Yo le dije no, pero no estaba seguro, pensaba que probablemente el edificio de 12 pisos caería sobre nosotros. Así parecía en esos instantes.
En pocos minutos los habitantes del inmueble se congregaron en la puerta principal. Había señoras en negligé, niñas en pijama, bebés llorando y una solidaridad profunda, como sí todos no hubiéramos conocido de manera personal un día antes.
Marcel partió raudo de Nuñoa, con Valentina transitando por la avenida El Salvador. Había un tráfico caótico, como si fuera el medio día de un día normal en Santiago.
Las calles estaban atestadas de vehículos, de conductores desesperados por llegar a constatar la sobrevivencia de sus seres queridos, de sus hijas, de sus hijos, de los abuelos que viven solos.
Fueron momentos terribles en que todos creíamos que íbamos a morir, que nuestros edificios caerían a pedazos sobre nuestros hombros, sobres nuestros cráneos, sobre nuestros intestinos, algo que no podíamos controlar.
De repente no había luz, ni teléfono, ni celulares, no había nada, todo era una oscuridad en la cual los diferentes rostros del miedo nos solidarizamos, nos dijimos, sin decir, qué bueno que sobrevivimos.
Hay muertos y uno no espera la muerte en estas condiciones. Fue un terremoto de 8.5 grados Richter, indican las informaciones radiales. O sea, estuvo muy cabrón.
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