Nacional
Por Agencias
Publicado el domingo, 27 de diciembre del 2009 a las 16:10
México, DF.- Tras la muerte del capo Arturo Beltrán Leyva surgen reacomodos en el crimen organizado.
Luego del tiroteo que segó su vida, surgieron los nombres de Édgar Valdez Villarreal, “La Barbie”; Sergio Villarreal, “El Grande”, y Héctor Beltrán Leyva, “El ingeniero”, como los personajes que se disputarían el control.
A pesar de que ambos provienen del cártel del Golfo, “La Barbie” y Villarreal Barragán presuntamente se tienen encono, aunque se afirma que se mantenían unidos en la organización a petición de Arturo Beltrán, quien requirió del apoyo de los dos, sobre todo después de que rompió con el cártel de Sinaloa.
El operativo que la Marina culminó el miércoles 16, sin tomar en cuenta al Ejército ni a la Policía Federal, dejó una cauda de sospechas en Morelos, histórico feudo de importantes cárteles de la droga.
Tres días después del intenso tiroteo entre marinos y sicarios de Arturo Beltrán, comenzó la desbandada de policías cuernavacenses. El martes 22 Rogelio Sánchez Gatica, secretario de Protección y Auxilio Ciudadano municipal, reconoció que 35 de sus agentes no se presentaron a laborar ni justificaron su ausencia.
La crisis en la corporación se agudizó cuando efectivos militares ingresaron a la sede central de la Policía Municipal, supuestamente para verificar su armamento.
Lo extraño es que el domingo 20 policías no se presentaron a laborar y un día después desaparecieron otros 10, cuyo paradero aún se desconoce.
Aunque Sánchez Gatica dijo desconocer el motivo de que su personal no se presentara, se da por hecho que se fugaron porque pueden estar relacionados con el narco.
Sin embargo la PGR, con el apoyo de militares, realiza una investigación contra la policía de Morelos, pues se tiene antecedente de que servían a Arturo Beltrán.
Hasta el miércoles 23 los federales llevaban a cabo tareas de revisión en la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano. Extraoficialmente se informó del hallazgo de una narconómina, en la que estarían implicados policías estatales y municipales.
En medio de patrullajes de la Marina, el Ejército y la Policía Federal, la guerra entre los cárteles de la droga parece no tener fin en Morelos ni en el resto del país. “Habrá más violencia”, sentenció el jueves 17 el procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, quien añadió:
“La muerte de Beltrán Leyva podría desatar una ola de violencia en dos frentes: una por el liderazgo de la organización, y otra debido a que cárteles rivales se disputen a sangre y fuego los territorios que dominaba Arturo Beltrán. Sin duda, que se le pegue al líder de un cártel es un golpe muy fuerte, y esto obligará a que haya reestructuras”.
La guerra entre cárteles por el control de Morelos, una de las plazas más boyantes del narco, fue anunciada el martes 22: a 10 minutos del zócalo de Cuernavaca, en un jardín de niños, fue colgada una manta dirigida a “La Barbie”, quien fuera jefe de sicarios de Arturo Beltrán y quien se menciona en informes de inteligencia como posible relevo del capo.
El mensaje tiene frases entrecortadas: “Aparte de que les estamos ayudando a combatir la delincuencia en Morelos, cometieron un gravísimo error al meterse con la empresa”.
‘“Barbie’, tienes todo mi apoyo para empezar una guerra en Morelos, ya que cuento con gente suficiente al mando para empezar una guerra, y que quede claro que la mafia nunca se va a acabar, arriba Sinaloa. Atentamente ‘El Flaco Chiquis’”.
Ese mismo día otra manta apareció en Celaya, Guanajuato. El mensaje, presuntamente del cártel del Golfo, invita al cártel de “La Familia” a sumarse a un grupo de sicarios que presuntamente ya estaban unificados con los Beltrán, pues tras la ruptura de los Beltrán Leyva con el cártel de Sinaloa –que se habría consumado a mediados de 2007– surgió la versión de que Arturo Beltrán se había unido a ese grupo de sicarios y al cártel de Tijuana.
En otras investigaciones federales se establece que los Beltrán le facilitaban el trasiego de droga a “La Familia” por sus rutas del norte del país.
‘La Barbie’ El mejor posicionado es Valdez Villarreal, a juzgar por la narcomanta colgada el martes 22 en Cuernavaca, la cual investiga ya la PGR.
“La Barbie” –sobrenombre por su tez blanca y su cabello rubio–, Valdez Villarreal es un estadounidense que ha militado en varios cárteles.
“La Barbie” nació el 11 de agosto de 1973 en Laredo, Texas, y tiene un hermano, Abel Valdez Villarreal, que estudió criminología y trabajó para el Gobierno de Texas.
Según los reportes policiacos sobre su trayectoria, uno de sus primeros contactos en el narcotráfico fue Dionisio Román García, “El Chacho”, traficante afincado en Nuevo Laredo, a quien se identificó con el cártel de Sinaloa. Fue ejecutado en mayo de 2002.
Otro de sus aliados era Juan Sergio Castillo, “El Checo”, con quien después se confrontó y quien fue ejecutado por un grupo de sicarios el 31 de agosto de 2004 por extraviar un cargamento de droga.
Primero, las autoridades federales mexicanas relacionaron a “La Barbie” con el cártel del Golfo, pues se dio a conocer como estratega al crear Los Halcones, un grupo de espías conformado por policías, taxistas, meseros y boleros que informan a los narcos sobre los movimientos policiacos y militares.
En 2004, tras desligarse del cártel del Golfo, Valdez Villarreal se vinculó al de Juárez y recibió la encomienda de expulsar de Nuevo Laredo –conocida como “la joya de la corona”– a la banda encabezada por Osiel Cárdenas Guillén.
Pero “La Barbie” dio el salto cuando un amigo suyo, con antecedentes de distribución de drogas en Houston y San Antonio, lo presentó con Arturo Beltrán. En ese tiempo éste era operador de Amado Carrillo en Nuevo León.
Quien presentó a Valdez Villarreal con Beltrán Leyva fue Javier Martínez Pérez, originario de Laredo, Texas. Tiempo después, Martínez se convirtió en una pieza importante del Ejército para lograr la captura del capo Armando Valencia Cornelio, cabecilla del cártel del Milenio.
Pronto “La Barbie” se convirtió en jefe de sicarios de Arturo Beltrán. Uno de los primeros homicidios que se le atribuyen a Valdez Villarreal es el de Rolando Hinojosa, en Nuevo Laredo, en 2002. Pero de octubre de 2004 a febrero de 2005 se le relacionó con varios asesinatos, como ejecutor o como autor intelectual.
Rivales peligrosos En La Laguna “El Grande” es considerado el dueño de la plaza: llegó en 2003 y sustituyó a Arturo González, “El Chaky”, quien se desempeñaba como jefe de gatilleros de Vicente Carrillo Fuentes, “El Viceroy”. Incluso, Villarreal Barragán habitó una de las residencias que González tenía en Lerdo, Durango, donde lo protegía la Policía Municipal.
Por otra parte, Héctor Beltrán Leyva, hermano de Arturo y de Alfredo (éste preso en Puente Grande desde enero de 2008) es otro de los probables relevos de Arturo Beltrán en Morelos. El mayor de los hermanos Beltrán Leyva es Héctor, conocido como “El H”.
Según ese documento, en el cártel de los Beltrán Leyva Héctor se encarga de trasladar cargamentos de droga hasta Monterrey, Nuevo León, y el estado de Guerrero, otro de sus feudos y donde tiene fuertes enlaces.
Su ficha establece: “Se caracteriza por ser una persona violenta y contar con un férreo control de los grupos menores de narcotraficantes”.
Héctor Beltrán Leyva tiene abierta una averiguación previa en la PGR: la número 2984/2002, radicada en Los Mochis, Sinaloa, por siembra y tráfico de droga. La información oficial destaca que es muy diestro en el lavado de dinero.
De hecho, se especifica que puede ser el principal lavador de dinero del grupo, ya que le han detectado casas y ranchos en Sinaloa, el Distrito Federal y el Estado de México.
El Ejército de ‘El Jefe’
Alrededor de tres años les llevó a los hermanos Beltrán Leyva corromper a una parte del Ejército y llegar hasta el corazón de la Sedena, luego de que el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra” contra el narcotráfico en diciembre de 2006.
Arturo Beltrán Leyva, “El Jefe de Jefes”, acribillado en Cuernavaca el miércoles 16 de diciembre, tuvo de su lado a miembros del Grupo de Información Sensible (GIS) del Ejército para evadir a los propios militares.
Si bien los nombres de los integrantes del GIS –encargados de analizar y procesar información para los operativos contra el narco– se mantienen en reserva por razones de seguridad, un policía municipal de Cuernavaca, Mario González Gaspar, rindió un testimonio que involucra al GIS en la protección de narcos.
González Gaspar, “El Negro”, se encargaba de vigilar, con compañeros policías, las casas en donde se encontrara “El Señor” –Arturo Beltrán Leyva–, además de patrullar la ciudad para reportar cualquier movimiento militar o federal. Dijo que ellos recibían 2 mil dólares mensuales como salario por su labor.
González Gaspar reveló también que, en una ocasión, “contactos” dentro del Ejército les avisaron que debían cambiarse de casa antes de que los propios militares consumaran un operativo en el lugar.
El hoy ex policía, preso en Morelos, refirió: “Con el Ejército de Morelos hay dos contactos que avisan, es el grupo de inteligencia llamado ‘gises’ del Ejército. No los conozco físicamente, pero ellos se contactan con ‘El Turruntuntún’, quien también estuvo en el Ejército.
“‘El Turruntuntún’ trabaja para el señor ‘Borrado’ (Alberto Pineda Villa, uno de los principales operadores del cártel). Otro conecte es ‘El Sacristán’ o ‘El Cura’, a quien le comunican qué va a hacer el Ejército en Morelos”.
No es la primera vez que las funciones de inteligencia del Ejército son infiltradas por el narco. El 13 de octubre de 2002, durante el gobierno de Vicente Fox, fueron arrestados 600 elementos del 65 Batallón de Infantería del Ejército, con sede en Guamúchil, Sinaloa, acusados de proteger al narco en la zona.
De acuerdo con un expediente obtenido por Proceso, el comandante de la 24 Zona Militar, el general de brigada Leopoldo Díaz Pérez, tuvo información precisa sobre la ubicación de al menos una célula importante de los Beltrán Leyva en el sur de Morelos, desde meses antes de que la Armada tomara el caso.
El pasado jueves 24, el diario “Reforma” publicó que entre los infiltrados de los Beltrán Leyva en los “gises” se encontraban un coronel y dos mayores. En la información consultada por este semanario consta que la estructura de protección al narco dentro del Ejército pudo llegar a mayores niveles.
TESTIMONIO COMPROMETEDOR “El Moña”, relata el ex policía Mario González Gaspar, tiene compradas a las autoridades municipales y estatales con el fin de que brinden protección y libertad para moverse a cualquier lugar.
El mismo González Gaspar admitió en su confesión del 8 de mayo de 2009 que una de las residencias utilizadas por Arturo Beltrán Leyva estaba en el fraccionamiento Los Limoneros, en la misma capital morelense, sitio al cual era frecuentemente asignado para brindar protección en las calles aledañas.
Se trata de la misma casa donde el pasado 11 de diciembre los marinos desplegaron un operativo para sorprender a una parte de los miembros del cártel en una posada que era amenizada por Los Cadetes de Linares, el Grupo Torrente y Ramón Ayala, mientras el Ejército sólo intervino para acordonar las calles.
La revista “Sólo para Abogados” publicó en septiembre pasado un reportaje escrito por su director, Jesús Castillo, en el que afirma que hay miembros del GIS distribuidos en toda la entidad.
Los “gises”, como comúnmente se les conoce, salen a la calle vestidos de civil y no parecen militares. Usan el pelo largo e incluso llegan a vestir como “cholos” para infiltrarse en las pandillas locales, o contratan a taxistas para allegarse información, y han sido la principal fuente de información del general Leopoldo Díaz Pérez en sus investigaciones sobre el narco.
En la acción que estuvo a cargo de un grupo de élite de la Infantería de Marina, “El Jefe de Jefes” recibió 62 balazos; algunos de los disparos fueron hechos a tres metros de distancia, justo a la entrada del departamento 202 de una de las torres del complejo Altitude.
Según datos de la Procuraduría General de Justicia de Morelos, los marinos se llevaron del departamento tres computadoras personales utilizadas por Beltrán Leyva, en una de las cuales se hallan grabados alrededor de 150 videos sobre ejecuciones.
En el testimonio de Mario González Gaspar no aparecieron los nombres de los militares que surtían de información a Arturo Beltrán Leyva. Sólo habló de “conectes” con las fuerzas del Ejército ubicadas en Morelos, bajo el mando del general de Brigada Leopoldo Díaz Pérez.
GENERALES AL POR MAYOR Además de ellos, el general brigadier Héctor Andrés Alvizo Hernández, ex responsable del Colegio Estatal, fue reubicado en un área de inteligencia de la Procuraduría General de Justicia.
Pese a tales circunstancias, Arturo Beltrán Leyva tenía elementos infiltrados en los cuerpos policiacos municipales y del estado, así como en el propio Ejército.
Inclusive, en su testimonio, Mario González Gaspar reconoció que él y su grupo de compañeros trabajaron como “aviadores” en la corporación policiaca de Cuernavaca, a donde únicamente concurrían los días de pago de quincena. El resto del tiempo lo pasaban de casa en casa de seguridad atendiendo las órdenes del cártel de los Beltrán Leyva.
Otro cordón de seguridad de “El Jefe de Jefes” estaba integrado por taxistas, quienes le suministraban información sobre los movimientos extraños detectados en Cuernavaca.
Hoy se sabe que el día que murió Arturo Beltrán Leyva ya estaba herido del brazo derecho, luego de que había logrado escapar de un operativo que le tendió la Marina días antes en Puebla. Una de las dos mujeres que lo acompañaban era enfermera y trataba de curarle las lesiones causadas por esquirlas.
Según la PGR, el liderazgo de los Beltrán Leyva puede disputarse entre “La Barbie”; “El Grande” –cuyo feudo está en Coahuila– y Héctor Beltrán, a quien se identifica como el lavador de activos del grupo.
Otro de los capos mencionado como posible relevo de Arturo Beltrán es Sergio Villarreal, “El Grande”, quien fue policía de Coahuila adscrito al área de Robo de Vehículos y se vinculó al narco, primero con el cártel del Golfo y después con los hermanos Beltrán Leyva. Opera en Torreón, aunque su feudo abarca buena parte de la Comarca Lagunera y también el estado de Morelos, pues trabajó al lado de Beltrán Leyva.
Antonio Román, “El Moña”, de 35 años, aproximadamente, es señalado como el “dedo chiquito” de los hermanos Beltrán Leyva en el estado, y que frecuentemente se hacía acompañar de Gonzalo Baena, un desertor del Ejército y miembro del cártel en Cuernavaca.
Son generales de brigada quienes ocupan la Secretaría, la Subsecretaría, el Centro de Comunicación y Cómputo y Seguridad Privada en la SSP del Estado, mientras que el coronel del Estado Mayor José Robles Quintana se encuentra al frente de la Policía Ministerial.
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