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Todos contra AMLO

Por Raymundo Riva Palacio

Hace 1 año

Un colectivo amplio, con diferentes orígenes y que en el pasado lucharon desde diferentes trincheras, que trabajó por meses para elaborar un diagnóstico nacional que permita encontrar una fórmula para derrotar al presidente Andrés Manuel López Obrador en las urnas, se presentó ayer en sociedad. Es cierto que López Obrador no estará formalmente en la boleta presidencial en 2024, pero es igualmente cierto que ninguna candidata o candidato de Morena tendrá ninguna posibilidad de lograr nada en las urnas si el Presidente no está ahí para acompañar, movilizar y llamar a la acción. Del futuro de López Obrador depende la suerte de quien abandere Morena y el proyecto presidencial.

Hasta ahora, López Obrador ha navegado sin una oposición que aproveche sus errores y sandeces recurrentes para quitarle fuerza. Su silencio, causado por la inhibición y el miedo de su poder arbitrario y utilizar sus abusos del pasado o inventar causas penales para desincentivar cualquier acción política en su contra, le ha permitido ir destruyendo al país en términos de valor nacional, andamiaje institucional y libertades. La oposición no frenó su carrera hacia el despeñadero de la nación, y ahora quiere enfrentarlo en las urnas con una alianza cuyo destino aún es incierto.

Ese es un camino, aunque cupular y sin arraigo en las bases militantes de los partidos que la conforman. Como una vía, es insuficiente. Ahora surgió el llamado Colectivo por México que ayer presentó un manifiesto llamado “Un punto de partida”, que pretende galvanizar a la sociedad civil, no sólo la política, y persuadirla a impedir con su voto  la continuidad del rumbo establecido por López Obrador. No excluye a la alianza Va Por México, y puede complementarla. O puede galvanizar lo que la unión de los liderazgos de la oposición no pueden, legitimidad, y generar confianza entre sectores indecisos sobre qué trinchera respaldar. La relevancia de este Colectivo y los temores que genera se miden en los ataques que le lanzaron los incondicionales de López Obrador.

El Colectivo por México recuerda a Convergencia Democrática, creado en la Ciudad de México en 1981 por exiliados uruguayos de diferentes orientaciones políticas, con el propósito de denunciar a la dictadura y emprender una acción para acabarla. El éxito que tuvo al poner los políticos uruguayos los intereses del país por encima de los particulares, animó a luchar contra los regímenes autoritarios en otras naciones. Siete años después, con el trabajo político de los partidos en Chile con la sociedad, ganaron el plebiscito que pavimentó el final de la dictadura de Augusto Pinochet.

En México, tras dejar el PRI, Manuel Camacho fue un promotor incansable de un movimiento similar que acabara con la hegemonía de ese partido. El carácter mercantilista de la clase política lo saboteó, pero fue la ciudadanía la que primero le dio la primera victoria de la alternancia a Vicente Fox y casi dos décadas después, castigó a los partidos políticos y se la dio a López Obrador. Fox decepcionó por no hacer un cambio de régimen; López Obrador, ha decepcionado a un amplio sector de la población, porque su cambio de régimen maoista, destruyó todo lo que se hizo en el pasado para construir sobre sus cenizas. Pero el México de hoy no es la China de entonces, ni la fuerza militar del dictador Mao es análogo con las condiciones objetivas que enfrenta López Obrador, cuya corta visión y limitaciones estratégicas no han construido sobre las ruinas que ha dejado.

El diagnóstico elaborado en el documento En Punto de Partida, lo señala: “la economía derrumbada, mientras que las políticas de inversión y las cuentas públicas, así como los programas de Gobierno, son un desastre; el combate a la pobreza está en retroceso; la inseguridad tiene al país en el umbral de un Estado ingobernable, con fuertes temores de que el crimen organizado se meta en los procesos electorales y las estructuras del poder público. Y ante el derrumbamiento del edificio mexicano, señala, la carencia de expectativas y la polarización artificial y estéril, que alimenta la concentración del poder con autoritarismo y discrecionalidad.

El título del manifiesto del Colectivo por México no es sólo como premisa de su diagnóstico nacional –este país está sobre diagnosticado–, sino porque tiene la intención de ir ganando conciencias y compromisos para enfrentar políticamente a López Obrador. Hay opositores abiertos al Presidente entre los fundadores de este grupo, algunos que caminaron junto con él y son fuertes detractores, como Porfirio Muñoz Ledo, pero otros, en particular uno, Cuauhtémoc Cárdenas, que representa la izquierda progresista, ha venido desencantándose de quien por largo tiempo promovió y encumbró.

Cárdenas y Muñoz Ledo, junto con unas decenas de políticos, provocaron la implosión del PRI en 1987, cuando comenzó el declive del partido y la emergencia de una izquierda parlamentaria que llevó a López Obrador a la Presidencia tres décadas después, que ha terminado en una izquierda autoritaria. Hoy están en un grupo donde la ideología ha sido puesta de lado frente a los problemas nacionales. Junto con ellos hay excandidatos presidenciales, como Patricia Mercado, que viene de la izquierda, y Francisco Labastida, del PRI. Están políticos que en algún momento caminaron junto con el Presidente, como Dante Delgado, o empresarios como Carlos Salazar, que pensó que como presidente del Consejo Coordinador Empresarial podría ayudar al Presidente a construir un México mejor.

Hay dos ideas macro en el manifiesto y su llamado a la acción. Uno es la defensa de la democracia, que parece algo tan abstracto, hasta que se entiende que lo que se trata en el fondo es de un sistema de organización social, no sólo electoral sino de respeto a las decisiones individuales sobre la vida privada y la pública, a las libertades, con leyes iguales para todos, y de contrapesos al poder para evitar que aplaste. Otro es el reconocimiento de que los partidos olvidaron en su proceso de fortalecimiento, a la ciudadanía. “Por ahí debemos empezar”, concluyen el manifiesto, en el punto de partida de lo que será una nueva oposición.

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