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Tiranía del ‘spin’

Por Denisse Dresser

Hace 1 año

En México, creímos que las viejas tiranías eran obsoletas. Habíamos sacado al PRI de Los Pinos, logrado la alternancia, modernizado algunas instituciones, construido algunos contrapesos. Pero los últimos cuatro años de lopezobradorismo han enterrado la exuberancia efímera de los 90, e inaugurado una nueva era de recesión democrática. No sabemos exactamente cómo nombrar a López Obrador, ya que las categorías existentes parecen insatisfactorias. Al examinar la pantomima democrática que encabeza, la mitad del país lo tilda de tirano o emperador o sultán o priista, cuando quizás la frase que mejor lo describe es “maestro del engaño”. Alguien que a lo largo de su vida política ha logrado mantener apoyos al esconder su verdadera naturaleza. Y lamentablemente es una naturaleza autoritaria.

AMLO encarna un nuevo modelo cuyo objetivo es similar al de los viejos autócratas: monopolizar el poder político, a cualquier costo. Pero no usa la represión, no desaparece a sus oponentes, no ejecuta a sus críticos. No es necesario hacerlo. Como argumentan Sergei Guriev y Daniel Treisman en Spin Dictators: The Changing Face of Tyranny in the 21st Century, los hombres fuertes de la actualidad no tienen que aterrorizar a la población; basta con rehacer sus creencias sobre el mundo. Y AMLO engaña lo suficiente como para obtener complacencia o hasta apoyo entusiasta. En lugar de usar la violencia, recurre a la manipulación. Es ejemplo de un tipo de líder emergente a lo largo del mundo: el tirano del “spin”.

Todo dictador del “spin” intimida a los ciudadanos con propaganda que transmite poder y resolución. Los elementos centrales de la pauta que recorre el mundo -y que AMLO emula- son la manipulación mediática/discursiva, la manufactura de la popularidad, y la simulación democrática. Se trata de crear ilusiones y promoverlas como realidades. Yasmín Esquivel es una mujer honorable, Alejandro Gertz es un hombre probo, el AIFA es uno de los mejores aeropuertos del mundo, Dos Bocas asegurará la soberanía energética, los periodistas son traidores a la patria, Claudia Sheinbaum no viola la ley con su pre-pre-pre-precampaña adelantada, México pronto tendrá un sistema de salud como Dinamarca, y el PRI robó más.

Si algo sale mal es por culpa de los conservadores complotistas que sabotean la transformación y no aman al pueblo. AMLO gobierna a base de exaltar lo mediocre, inaugurar lo inacabado, promover falsas disyuntivas, y volver a la política un juego suma cero. Él contra los enemigos del pueblo. Él mejor que las seudoalternativas. Él menos saqueador y mentiroso que los saqueadores y mentirosos de antes. Así enmarca los temas, así aniquila a sus adversarios, así avanza su agenda. Vanagloriándose del amor que le tienen, tan parecido al que recibió Putin, cuya popularidad nunca bajó del 60% más de 20 años. Y López Obrador usa ese amor para armar consultas populares, convocar a marchas, desmantelar instituciones, justificar medidas inconstitucionales, imponer a incondicionales en el aparato del Estado, y militarizar a México. Pero debajo de la democracia simulada se asoma cada vez más una democracia amenazada.

Amenazada por demasiadas personas que han reemplazado la lealtad a una ideología progresista, por la lealtad a un hombre que no lo es. El culto a la personalidad obliga a que todos “vivan dentro de la mentira”, como lo decía Václav Havel, cuando era disidente. El culto a la personalidad convierte a “todos en mentirosos”, porque preocupa más demostrar lealtad que compromiso con la verdad. Y quienes han sucumbido al “spin”, repetirán las falsedades más simples y más memorables, porque AMLO los ha instruido a entender al país en sus términos.

La “tiranía del spin” también se nutre de una oposición desacreditada y dividida que facilita los abusos y la usurpación del poder, porque no ofrece ejercerlo mejor. Una oposición que con frecuencia no lo es, por los pactos que hace, los votos que vende, los intercambios que está dispuesta a hacer para seguir rotándose en el poder. Hoy la resistencia real proviene de ciudadanos informados que rehúsan ser manipulados, de feministas enfurecidas que rechazan la militarización machista, de medios que hacen su trabajo, aunque enfrenten el idioma de la intimidación. Ahí yace la esperanza en 2023: la capacidad para ver un hilo de luz entre tanta oscuridad.

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