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Coahuila

Deseos de tirar la democracia

Por Gerardo Aguado

Hace 2 años

La propuesta de reforma electoral presidencial es la peor que se ha presentado en los últimos 30 o 40 años. Por varias razones.

Por ejemplo, la reforma plantea que la designación de consejeros electorales sea en dos etapas, la primera: donde el Presidente hace 20 propuestas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación otras 20 y la Cámara de Diputados y el Senado otras 10 cada uno, el resultado final seria producto de una elección general, en donde la ciudadanía votaría por esas propuestas.

Este mecanismo podría llevar a un escenario en el que los siete consejeros del INE (en la actualidad son 11) sean seleccionados únicamente de entre las propuestas del Presidente, dada la ascendencia que tiene en todo el país y que su partido es el favorito.

Si bien la actual fórmula de designación de consejeros es perfectible, esta ha dado buenos resultados, porque toma en cuenta diferentes filtros para que los consejeros conozcan de la materia y sean verdaderamente autónomos.

El procedimiento actual para consejeros del INE inicia con la emisión de una convocatoria que permite, a quienes estén interesados, inscribirse, después se elige un Comité Técnico cuyos integrantes son designados de entre las propuestas de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, el Instituto Nacional de Transparencia, Inai y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Este Comité Técnico, agregó, evalúa a quienes se inscribieron en el proceso y hacen las quintetas de candidatos finales, quienes deben ser electos con mayoría calificada, es decir, con el voto de las dos terceras partes de la Cámara baja –que dicho sea de paso– es muy difícil que dicha mayoría la tenga alguna fracción parlamentaria, incluso, hoy Morena no la tiene, lo que abre un proceso de negociación y concertación política.

Estoy convencido de que una institución electoral que no tuviera la autonomía que hoy posee el INE, nos haría retroceder décadas en materia política, porque si algo ha construído México, es un escenario de diversidad e institucionalidad política donde se puede expresar, recrear, convivir y competir de manera democrática, lo cual, no es poca cosa.

El problema es que al Presidente no le gustan los organismos autónomos, debido a que quisiera volver a concentrar, en la Presidencia, los poderes que a lo largo de los últimos años han ido pluralizándose.

Por otra parte, otro de los principales problemas con la reforma electoral es que, propone un voto por partidos, en lugar de candidatos, y esto no es para menos, ya que la mayoría de los buenos candidatos que ha propuesto la oposición, han logrado sacar resultados favorables en las entidades y eso le ha afectado a Morena que plaga sus boletas de tan malos candidatos, que incluso los han hecho perder.

En el fondo, el Jefe del Ejecutivo quiere sacar raja del momento político que vive su partido y de paso –vía la eliminación de la figura de legisladores plurinominales– suprimir todo contrapeso en el Congreso de la Unión; así Morena tendría mayoría absoluta para aprobar cualquier iniciativa presidencial, sin necesidad de dialogar ni buscar el consenso con la oposición.

El contenido general de la reforma electoral juega con las palabras, utiliza conceptos tramposos que muchos ciudadanos quisieran escuchar, pero en esencia, consiste en darle todo el poder al Presidente, como el control en las cámaras y árbitros electorales.

Lamentablemente el ciudadano promedio (no es critica, porque si alguien es culpable de que el electorado se confunda, somos nosotros, quienes nos dedicamos al servicio público) no comprende que, al modificar el método de selección de consejeros del INE, eliminar nombres de candidatos en las boletas y excluir la figura de legisladores plurinominales, se perdería representatividad democrática y entonces Morena tendría el campo libre para aprobar cualquiera de las órdenes de López Obrador, o de los presidentes que pudieran llegar de su partido.

Andrés Manuel desea tirar la democracia, pretende ser el árbitro, dueño del balón, de la cancha y además jugar 11 contra cero. Morena es un castillo de arena y lo sabe, por ello quiere cambiar las reglas del juego: el Presidente necesita perfiles que se le cuadren, que den seguimiento a su “cuarta deformación”, que sean sumisos y leales a su causa, vaya, que pueda mantener el control transsexenalmente.

 

Gerardo Abraham Aguado Gómez es miembro de Acción Nacional desde 2008. Exdiputado local en la LXI Legislatura del Congreso del Estado de Coahuila.

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