John Maynard Keynes fue un economista de origen británico que realizó grandes aportes a la macroeconomía, de hecho, su libro Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero, explica los motivos por los cuales el sistema capitalista cayó en la llamada “Gran depresión”, la cual inició en 1929, prologándose más de una década y es considerada como la crisis económica mundial más grande que hemos sufrido. Pareciera que en la actualidad podríamos enfrentarnos, si no hay reacción rápida y acertada por las autoridades económicas, a una situación de igual o mayor
envergadura.
Keynes argumentó que las crisis económicas, es decir, la reducción de la producción y todo lo que esto conlleva, se generan en gran parte a la decisión del empresariado, que actúa de una manera racional, intentando maximizar sus utilidades, corriendo el menor riesgo posible, actuando como “homo economicus”. Los clásicos, en economía, llaman de esa manera al ser humano racional, que analiza toda la información disponible para tomar la decisión más racional y así obtener el mayor beneficio posible.
Por supuesto que Keynes, a pesar de no ser clásico, sino todo lo opuesto, tenía razón, pues la ciencia económica estudia cómo el ser humano satisface sus necesidades ilimitadas con recursos limitados y el objetivo principal de cualquier empresa es la generación de utilidades, pues desde los inicios de la economía como ciencia, Adam Smith afirmó: “No es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses”.
Hace algunos días, Elon Musk, cuya fortuna asciende 219 billones de dólares, junto a quien pareciera el político más poderoso de occidente, el presidente Joe Biden, tuvieron un “altercado”. Todo inició cuando el empresario les mencionó a los directivos de Tesla que tenía un “súper mal presentimiento” sobre la economía de los EU, por lo que se debería de buscar reducir la planta laboral en 10 por ciento.
El presidente Biden le reviró haciendo una comparación entre Tesla y Ford: “Mientras Elon Musk habla de eso, Ford está aumentando su inversión de manera abrumadora”, además de un deseo de buena suerte: “Entonces, mucha suerte en su viaje a la luna”, a lo que el billonario de manera educada le devolvió el golpe con un “¡Gracias, señor presidente!”, adjuntando un enlace sobre el acuerdo de la NASA y SpaceX, empresa de Musk, para ir a la Luna.
La economía en el mundo no va bien, la crisis por la cual atravesamos tiene finta de ser la más grande y demoledora, pareciera que desafortunadamente las recetas fiscales, monetarias y económicas no están dando el fruto esperado. Pero por lo menos en la discusión el empresario, desde su punto de vista, tiene la razón, pues sin generar intriga o mucho menos generar desprecio, malestar, “no es de la benevolencia del productor de autos como nos trasladaremos, sino de su preocupación por sus propios intereses”. Y eso es correcto.
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