Ciudades
Publicado el domingo, 5 de septiembre del 2021 a las 04:06
Piedras Negras, Coah.- Seguramente muchos o todos, en cuando menos alguna ocasión hemos estado muy cerca de la muerte, quizá algunos ni siquiera lo hemos percibido y otros tal vez habremos tejido leyendas del invisible, misterioso y angustiante coqueteo de la misma, pero sin duda difícilmente podremos entrar en la historia de un hombre que en hechos violentos, accidentes, enfermedades y “malas suertes”, ha enfrentado una serie de recurrentes eventos donde ha estado a punto de perder la vida.
De mediana estatura, fuerte complexión y un ríspido pero agradable léxico campirano, Carlos Aguirre Saracho puede ser ejemplo de supervivencia, de castigo, resistencia, milagro o lo que usted pueda imaginarse, pero ha superado más de media docena de episodios donde se ha resistido a un viaje final, incluyendo 8 cirugías de corazón en sólo dos años…. para mantenerse en una vida complicada pero asombrosa.
“Dios está conmigo”, dice luego de confesar que en más de una ocasión reclamó a Dios el porqué le enviaba “tantas cosas malas” de las que al final, está convencido no eran tan malas porque lo sacó adelante.
Y lo más, ha tenido la oportunidad de ir a la Tierra Santa para agradecer a Dios por su supervivencia; “vine aquí para conocer dónde naciste, dónde moriste y dónde resucitaste… ahora sí, haz de mí lo que quieras, estoy listo para cuando me llames”, relata que dijo cuando estuvo en Israel después de enfrentar caóticas situaciones de las que aún, revela, no sabe cómo salió adelante.
La increíble historia de supervivencia de Carlos inicia en julio de 1983 cuando siendo aún muy joven, en el rancho de la familia, “Palo Blanco”, se aprestaban a instalar el motor de un papalote.
Un trabajador, dice, ganchó mal la carrucha de ascenso al motor que se elevaría a metros y se desplomó dándole un “rozón” en la cabeza que le dejó inconsciente y provocó un derrame cerebral.
Los trabajadores corrieron -relata- pensando que estaba muerto y su padre, don Gabriel Aguirre ya fallecido, como pudo lo subió a una camioneta, lo trasladó a Eagle Pass y ahí, vía aérea lo trasladaron a San Antonio, Texas, donde se recuperó semanas después.
Era el principio de muchas otras cosas que vendrían en su vida porque en octubre de 1985, cuando viajaba en una avioneta Cessna de 4 plazas pilotada por su hermano el doctor Gabriel Aguirre y acompañados del entonces alto ejecutivo de Rassini, Ricardo Molina, el motor del aparato se apagó súbitamente cuando se disponían a aterrizar en el aeropuerto de Piedras Negras y se estrelló contra una cerca de púas en el ejido Villa de Fuente, a unos 500 metros del aeropuerto de Piedras Negras.
Procedían del Rancho Tío Tacho, donde a petición del recordado amigo doctor Norberto de Luna, habían llevado a un camarógrafo para tomar fotos aéreas del lugar para promocionarlo como rancho turístico; el camarógrafo se quedó en el rancho y se salvó.
Carlos sufrió la fractura de un brazo, Molina de una pierna y el doctor Aguirre, sólo algunos raspones.
Milagrosamente la nave no explotó, aun cuando conservaba una buena cantidad de combustible.
En su pequeña oficina de una casa de cambio en la Plaza de las Culturas, bajo la discreta atención de su fiel empleada Zoraida Nandín que le ha servido por más de dos décadas y la vigilante y celosa mirada de su mascota, un hermoso, regordete y peludo perro llamado Kinich que representa al Dios del Sol y patrono de la música y la poesía de acuerdo con la mitología Maya, Aguirre Saracho, habla de sus otras “cercanías” con la muerte.
En abril de 1987, mientras trasvasaba, también en su rancho, gas butano de un tanque estacionario al tanque de su camioneta, surgió una explosión que dice, lo dejó “como nalga de indio”, sin cejas, sin bigotes, sin pelo, con quemaduras en el rostro, volvió a salir adelante.
Pero la acechanza de la muerte no terminaba ahí.
En 1989, este hombre de hierro, con suerte, bendecido o al que aún no quieren “allá arriba”…. tripulaba una motocicleta por el brecha a su rancho cuando intempestivamente se le atravesó un caballo; resultando con varias costillas rotas -de él, no del caballo-… y el aparato totalmente destrozado.
El 16 de febrero del 2002, eran alrededor de las 7 de la tarde y cerraba su casa de cambio en las calles Aduana y Constitución dos tipos armados con pistolas se le acercaron por la espalda y le exigieron el dinero del negocio.
Carlos se resistió, forcejeó y logró arrebatarle la pistola a uno de ellos y cuya arma “voló” hasta debajo de su camioneta estacionada en el exterior del negocio; ante esto, el otro asaltante le disparó por la espalda con una arma calibre .38.
Como pudo alcanzó el teléfono en su vehículo y llamó a su esposa Raquel Robles Gil que de inmediato acudió a auxiliarlo y lo trasladó inicialmente a la Clínica de Especialistas, donde tuvo la suerte de que estuviera todo un equipo de médicos que acababan de terminar una cirugía; posteriormente llevado a la Clínica México y finalmente trasladarlo a Monterrey.
El proyectil le afectó el vaso, el hígado, el páncreas, el riñón izquierdo…. y aún “guarda” la bala en el riñón derecho donde la quedó alojada.
A veces serio, luego bromista, en un improvisado banco que usó para sentarse en la entrevista, Aguirre Saracho relata su “última aventura” de increíble supervivencia:
Era octubre de 2017, cuando después de 17 días de sentirse mal, con altas temperaturas y dificultades para respirar, un médico del que no quiere revelar su nombre pero al que llama con cierto rencor “doctor mata-perros”, lo mantenía con un diagnóstico de “posible virus” hasta que tras un último chequeo, le recomendó que tendría que internarse.
“ Me resistí, le pagué al charlatán y me fui con otro médico que le ordenó de inmediato “pélale para otra parte, para Monterrey… aquí nadie te va a hacer nada”.
Tenía entonces, –cuenta–, un 28 por ciento de activación de bombeo del corazón.
En Monterrey lo intervinieron de inmediato, le aplicaron un marcapasos…. que le causó una terrible alergia; la historia médica indica que de mil de esos aparatos, sólo uno puede provocar efectos secundarios adversos; a Carlos le tocó.
Luego vendrían siete cirugías del corazón más, la última el 10 de mayo del 2018 y en septiembre de ese mismo año su esposa lo animó a viajar a Israel.
Allá, Carlos dio gracias a Dios; “ya conocí dónde naciste, dónde moriste y dónde resucitaste, estoy en tus manos… estoy listo para cuando me llames”.
Actualmente, Carlos sigue en su casa de cambio, con la fiel trabajadora Zoraida, su adorable mascota, el amor intenso de su señora esposa…. un agradecimiento infinito por la vida….. y su ríspido pero agradable léxico campirano….
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