Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el sábado, 29 de mayo del 2021 a las 09:58
Ciudad de México.- Convocados por el artista plástico Rufino Tamayo, los arquitectos mexicanos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky diseñaron el edificio que alberga al Museo Tamayo, el cual fue inaugurado el 29 de mayo de 1981.
El gobierno de la Ciudad autorizó ceder una parte de terreno del Bosque de Chapultepec, donde anteriormente se localizaba el Campo Azteca de golf. Los arquitectos realizaron un intenso proceso de investigación que incluyó, entre otros aspectos, la visita de un gran número de museos alrededor del mundo.
El diseño comenzó en 1972 y la construcción arrancó hasta 1979, concluyendo dos años después, en 1981. El resultado es un edificio que, tanto por las particularidades de su diseño como por las soluciones plásticas y funcionales que integra, hizo merecedores a González de León y a Zabludovsky al Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el rubro “Bellas Artes”, en 1982.
Mañana cumplimos 40. Este sábado 29, lxs invitamos a celebrar nuestro aniversario con el lanzamiento de TAMAYO 40. Tendremos una proyección en la explanada del museo (al aire libre) a partir de las 19:00 horas. Lxs esperamos 🎊
Acá un adelanto de lo que veremos: pic.twitter.com/QC71Ora0yi
— @MuseoTamayo (@museotamayo) May 28, 2021
Considerado como uno de los pocos ejemplos en México de arquitectura contemporánea destinada desde su proyecto original a la labor museística, el edificio se incorpora armónicamente al entorno gracias a su forma piramidal, lo que remite a la herencia arquitectónica prehispánica.
El edificio no es un cuerpo que invade el bosque, sino que se integra al terreno que lo rodea en virtud de su estructura de varios niveles que se concentra sobre sí misma en volúmenes ciegos de concreto escalonado hacia el centro, que al estar disimulados dan la sensación de que el edificio brota del suelo. Para lograr esta integración, los arquitectos incorporaron taludes con vegetación. Estos últimos son parte fundamental de la composición del edificio y establecen la relación primordial con el Bosque de Chapultepec, creando la impresión de que el museo emerge del suelo.
En la construcción del edificio se empleó, principalmente, concreto armado con piedras de mármol blanco, así como cristal y madera para los pisos. Se puso especial atención en el diseño de los espacios interiores que, iluminados con luz natural y artificial, crean diversas atmósferas que intensifican la relación del visitante con las obras de arte.
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