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Coahuila

AMLO y el ‘buen gobierno’

Por Susana Cepeda Islas

Hace 3 años

Estas líneas pretenden hacer una observación a la gestión de este sexenio, lejos de preferencias políticas, apasionamientos o fanatismo. Debido a los acontecimientos que se han suscitado en el sexenio de Manuel López Obrador, como politóloga me he cuestionado si realmente le interesa a este Presidente hacer un “buen gobierno” o pasar a la historia del país como el peor Presidente debido a no preocuparse por los “todos los ciudadanos” y dejar a un lado caprichos personales. Este artículo no lo había podido terminar porque todos los días escucho al Presidente hablar de una manera deshonesta, porque su discurso esta invadido de mentiras y de contradicciones.

Me alarma esta situación porque nuestro señor Presidente se supone que estudió la carrera de Ciencias Políticas, es decir, debe tener las herramientas para hacer frente a los problemas que vivimos no solo los mexicanos sino el mundo en su conjunto. Me he dado cuenta de que desarrolló la habilidad de provocar problemas graves para la sociedad en vez de solucionarlos y dar respuesta expedita a sus necesidades en: educación, salud, trabajo, economía, vivienda, seguridad, comercio, entre otras. Surge así cada día una lista interminable de acciones de gobierno que se alejan alarmantemente de ser un buen gobierno.

Qué significa hacer un buen gobierno, el término surge en el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), debido a la necesidad de que la administración pública funcione, aquí le pido al lector poner atención: sin corrupción, sin derroche, sin compadrazgos, sin favoritismos, sin pretensiones personales, entre otros, de tal manera que el “buen gobierno es una forma de gobierno y de administración pública que es capaz de proveer eficientemente”, afirma Schröder en su libro Nueva Gestión Pública: Aportes para el buen gobierno.

De esta manera, los estudiosos de la administración pública han replanteado su quehacer, la idea es incorporar la excelencia, la competitividad, la productividad, la eficiencia en el servicio, para que la ciudadanía tenga la confianza que va a tener acceso a la educación, salud, trabajo, seguridad, entre otros. Para llevar a cabo estas actividades, hay que dejar claro que esta actividad no debe permitir la práctica de privilegios o exclusiones, se debe actuar con equidad. Es transcendental subrayar que la administración pública debe adaptarse a los tiempos y circunstancias particulares de cada entorno.

Mayntz, en su libro: Sociología de la Administración Pública, señala que esta debe tener cinco actividades fundamentales: La primera es la reglamentación de las relaciones entre una sociedad y su entorno, es decir, comprende el ámbito de las relaciones internacionales contemplando, incluso, tentativas de expansión; la segunda hace referencia a la reglamentación de las relaciones entre las relaciones de los miembros de una sociedad, es decir, el orden interno; la tercera al aseguramiento de la capacidad de acción del sistema político-administrativo, garantizando principalmente el abastecimiento de los recursos necesarios, por ejemplo, la recaudación de impuestos; la siguiente, la prestación de abastecimiento y servicios que buscan satisfacer necesidades colectivas más allá de la seguridad interior y exterior; y, por último, la conducción del desarrollo social hacia determinados objetivos que pueden ser la integración nacional, la igualdad social, la democratización, el crecimiento económico, la mejora de la salud pública o la elevación del nivel educativo.

Hasta aquí llego con lo académico, ahora me pregunto ¿este Presidente cumple con al menos el 10% de lo antes señalado?, la respuesta es rápida: un rotundo NO. Esta situación me lleva a preguntarme qué pasa en nuestro país. ¿Por qué lo permitimos los ciudadanos? No es posible tanta burla de nuestro señor Presidente. Quiero resaltar la importancia de la labor de un gobernante y para ello solo voy a dar dos elementos: un gobernante no puede dividir a sus ciudadanos, no señor, esto es un crimen, Maquiavelo decía ‘divide y vencerás’, ¡sí! pero al enemigo; un buen político une para juntos dar la batalla, debe preocuparse por todos, todos los ciudadanos sin importar su condición económica, sus preferencias religiosas, su color de piel, de los que trabajan en el sector público y privado, con estudios y sin ellos, etcétera.

Considero dos elementos fundamentales para que la sociedad progrese, que es la educación y la salud, perdón, pondré uno más la seguridad. Se deben invertir más recursos económicos a estas actividades, si se minimizan, la sociedad seguirá apoyando, defendiendo, aceptando, alabando a personas y partidos como los que encabeza nuestro Presidente, él ahora está más preocupado por no dar educación, de esta manera está formando una sociedad indiferente, por ejemplo a los niños con cáncer, al alarmante desabasto de vacunas indispensables para los recién nacidos, a condenar todo tipo de ideologías, a violar constantemente los reglamentos, las leyes y la Constitución, a dar una educación adoctrinante para formar seguidores ignorantes, a hacer del beisbol el único deporte practicado, querido lector, hasta aquí llego porque me faltaría espacio debido a que la lista es interminable de lamentables errores que está cometiendo este Gobierno. Para finalizar, solo me falta preguntarle a usted que se tomó el tiempo de leer estas líneas:

¿Los mexicanos nos merecemos un Gobierno como este?, ¿es lo que le vamos a heredar a las futuras generaciones? Recuerde que es más fácil destruir que construir. Lo invito a exigir un buen Gobierno, para ello empecemos por practicarlo en casa, para educar con bases fuertes a nuestra familia.

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