El tumor tras unos ojos bellos
Oooootro dato que yo desconocía (ya ni me sorprende la dimensión galáctica de mi ignorancia): “La salud de Elizabeth Taylor fue un auténtico calvario. Fue hospitalizada más de 70 veces, tuvo al menos 20 cirugías mayores y ella indicaba que estuvo al borde de la muerte en cuatro ocasiones, aunque para las revistas y periódicos fueron muchas más. Tuvo que ponerse prótesis en ambas caderas, sufrió una histerectomía y lesiones graves de columna, experimentó grandes cambios de peso y obesidad, tuvo disentería y flebitis, se perforó el esófago, tuvo dos brotes de neumonía casi mortales, escoliosis, osteoporosis, era adicta a los analgésicos, el alcohol y los somníferos, y tuvo un cáncer de piel y un tumor cerebral, un meningioma.
“Los tumores cerebrales pueden ser benignos o malignos y normalmente se hacen visibles por tres tipos de signos: señales resultantes de un incremento de la presión intracraneal (dolor de cabeza en la mañana, vómitos, etcétera); ataques epilépticos; déficits neurológicos focales (problemas en la visión, parálisis, parestesias)”.
A mí mi meningioma se me manifestó hace 20 años con un vértigo que me hacía acostarme en donde me agarrara el ataque (en más de una ocasión me obligó a tirarme en la banqueta de un restaurante en el que acababa de comer con unos amigos, uno de los cuales me miró como con pena ajena). Consulté a tres otorrinos diferentes, todos los cuales se equivocaron diagnosticando un síndrome de Ménière (a quien solo sabe manejar el martillo, todos los problemas le parecen clavos).
“Los tumores cerebrales se suelen diagnosticar con técnicas de neuroimagen o con una biopsia de la zona. Algunos se pueden eliminar quirúrgicamente. El meningioma de Liz Taylor tenía el tamaño de una pelota de golf y estaba situado cerca de su oído izquierdo.
“Los neurocirujanos trabajaron lentamente (mi primera operación, en 2001, duró 16 horas; la segunda, en 2018, tardó 11 horas), usando una imagen tridimensional del tumor, que no tenía conexiones ni vasos sanguíneos entrando en la corteza cerebral, fue extraído. La duramadre se cerró colocando un trozo de pericardio procedente de una vaca (a mí me pusieron primero un pedazo de hueso, que se carcomió con el tiempo, volviéndose poroso, en cuyo lugar me colocaron luego un plástico). La actriz, pidió que en vez de enviarle flores se hicieran donaciones a la Fundación Elizabeth Taylor contra el SIDA. Otros tipos de tumores no pueden ser abordados quirúrgicamente y deben ser tratados con otros procedimientos”. (Menciona entre otros la radioterapia, a la cual me sometí en noviembre pasado).
“Elizabeth Taylor era famosa por sus ojos de color violeta. En realidad ese tono solo aparece en algunos albinos y los ojos de la Taylor eran de un azul oscuro que parecían violetas cuando se generaba ese efecto por la iluminación y el maquillaje. Pero esos ojos hermosos y grandes tenían una particularidad biológica: estaban rodeados por dos filas de pestañas. Una doble fila de pestañas es normalmente el resultado de una mutación en el gen FOXC2 y no siempre es un regalo del destino: a menudo las pestañas supranumerarias pueden crecer hacia dentro dañando la córnea y algunas personas que tienen esa mutación sufren de problemas cardiacos congénitos.
“Elizabeth Taylor tuvo graves problemas de corazón y fue diagnosticada con un fallo cardiaco congestivo, una enfermedad progresiva en la cual el corazón es demasiado débil y no bombea suficiente sangre al cuerpo, en particular a las extremidades inferiores. En 2009 tuvo una cirugía torácica para cambiar una válvula cardiaca que no cerraba bien. Fue hospitalizada de nuevo y falleció el 23 de marzo de 2011. El entierro, por órdenes suyas, empezó 15 minutos después de lo previsto. Según dijo su portavoz a la prensa: ‘quiso llegar tarde incluso a su propio funeral’. Eso sí que es genio y figura hasta la sepultura”.
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