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Relatos y Leyendas: La bruja del Valle de las Flores

Por Relatos y Leyendas

Publicado el miércoles, 16 de septiembre del 2020 a las 20:30


Empecé a tener un sueño de una niña que jugaba con un globo rojo en la habitación

Por: Lyrae Castbell

Hace dos años, cuando vivía con mi exesposo en casa de su madre en la colonia Valle de las Flores, lugar que cuentan antes había sido panteón. Aunque nunca comprobé si era verdad, si pude notar que la casa era muy inquietante y viví muchas experiencias extrañas en el poco tiempo que estuve ahí. Mi ex y yo nos quedábamos en un cuarto que tenía una ventana que daba al patio de atrás dónde donde tenían dos perritas y justo frente a una higuera frondosa.

Yo estaba embarazada y los primeros días todo era tranquilo, pero conforme aumentaban los meses de mi embarazo cosas raras pasaban en la casa. Como mi ex trabajaba hasta las 6 de la tarde y mi suegra hasta las 8, me quedaba sola la mayor parte del tiempo. A veces llamaban a la puerta del cuarto donde me quedaba y al asomarme no había nadie. También comenzó a darme miedo el cuarto mismo, a un lado de la cama estaba el armario, siempre tenía la sensación de que alguien me observaba.

También empecé a tener un sueño de una niña que jugaba con un globo rojo en la habitación, me miraba recostada en la cama y me decía: ella sabe que estás esperando una niña. Yo me despertaba contrariada porque aún no me decía el ginecólogo qué tendría. Después de eso, varias noches sentía cómo alguien jalaba la cobija y yo asustada las agarrada con fuerza y me tapaba hasta la cabeza aún con el calor que hacía, pues era verano.

Le comenté esto a mi ex quién me confesó que en ese cuarto, junto al armario, su hermano mayor había hecho brujería y tras varias noches soñaba que alguien lo perseguía y amanecía con rasguños y moretones por todo el cuerpo. También me contó que entré él y sus amigos habían jugado a la ouija allí mismo y que les habían apagado la luz, pero no me había contado porque no quería asustarme.

Aunque me preocupé, decidí ignorar todo eso pues mi mamá siempre me decía que entre más caso hace uno a las cosas sobrenaturales, más se fortalecen porque se alimentan del miedo.

Ruidos así siguieron, desde pasos hasta cosas que movían. Pero la situación me dio miedo cuando nació mi niña. Esas primeras noches ella lloraba mucho, normal porque tenía poco de nacida, pero a la semana siguiente, me despertaba sin alguna razón aparente, sintiendo mucho miedo.

Después, entre dormida y despierta y a altas horas de la noche, sentía como si jalaran despacio a mi bebé intentando arrebatármela de los brazos y entre más fuerte la sujetaba más sentía que me la querían arrebatar. La jalaban de sus manitas, así que yo la rodeaba con mis piernas y brazos para evitar que me la quitaran y me ponía a rezar y cuando me enderezaba no lograba ver nada raro.

Otras ocasiones escuchaba que golpeaban la ventana de la habitación, y la noche que por fin me animé a asomarme me encontré con un gato fuera de la casa que me miraba fijamente, era negro o eso parecía porque en la noche poco podía distinguir, solo los ojos amarillos que me miraban y no se inmutaban cuando intentaba correrlo.

Otra ocasión recuerdo que mientras alimentaba a mi bebé, algo me llamó la atención hacía el espejo que tenía a un lado de la cama, de esos de cuerpo entero, al ver mi reflejo me asusté mucho porque mi rostro en él tenía una expresión que no coincidía con la mía, era como una mirada burlona y llena de odio que aun no puedo olvidar y por la cual decidí sacar el espejo del cuarto.

Así siguieron las noches hasta que incluso despierta sentía que jalaban a mi bebé, mientras yo la abrazaba lo más fuerte que su delicado cuerpo me permitía.

Un día mi suegra nos dijo que mientras tendía la ropa que vio volar un pájaro negro enorme desde la higuera. Les conté lo que me pasaba, y mi suegra y mamá decían que podía tratarse de una bruja que se quería llevar a mi bebé, puesto que aún no la bautizábamos.

Me aconsejaron que fuéramos a comprar semilla entera de pimienta negra, pues según decían, si se esparcía en la azotea, cuando la bruja llegara a robar el bebé, se entretendría juntado las semillas una por una, así hasta el amanecer, también aplicamos las tijeras y el crucifijo bajo de la almohada del bebé, las alfileres en forma de cruz en las ventanas y no recuerdo que otra creencia antigua que podría “espantar” a lo que quisiera hacerlo daño a mi niña.

Y aunque compramos eso y la ruda, que también se dice espanta a las brujas, yo seguía sintiendo como me querían quitar a mi bebé y mi ex tenía pesadillas con demonios y calaveras que le pedían entregar algo. Ya cansada de esa situación, recordé que de niña, como había ido a una escuela católica, un día el padre nos dijo que en situación de emergencia, uno mismo podía bautizar a un bebé y ya después llevarlo a la ceremonia formal.

El bautizo de emergencia consistía en mojar la frente del bebé con lo que fuera, incluso saliva, y hacerlo en forma de cruz, repitiendo el nombre del niño completo y diciendo “con de la poder que me otorga Dios yo te bautizo en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Amén”.

Así que una noche no lo dude más y la bautice yo misma. Y asombrosamente la situación mejoró. Siempre pensé en las brujas como seres que solo aparecían en poblados muy poco habitados, o de cuento, que ya no existían. Pero esta vez sí creí y tuve mucho temor de que se quisieran llevar a mi bebé. Esto es real, me pasó hace dos años y mi bebé, ya bautizada, duerme tranquila por las noches.

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