Espectáculos
Por Eduardo Santos
Publicado el sábado, 21 de marzo del 2009 a las 15:00
Saltillo, Coah.- ¿Cómo se hace una novela? Las preguntas que tienen su respuesta en realidad no son verdaderos cuestionamientos así lo dijo Gustavo Sainz y quedó una duda resuelta en el marco de la Cátedra de Cultura Latinoamericana que se llevó a cabo el jueves por la tarde en la Biblioteca Central.
“Hay que escribir, pues siempre hay palabras antes de las primeras y después de las últimas”, comentó el autor de obras como “La Princesa del Palacio de Hierro” y “Muchacho en Llamas”.
El escritor de la llamada generación de “la onda” explicó la odisea que lo llevó a culminar su primera novela titulada “Gazapo” y para esto hizo uso de algunos apuntes de otra obra que escribió en 1997, llamada “Cuando Quiero Escribir me Sale Espuma”.
A través de la charla el personaje central fue él, primero como un joven inquieto, desgarbado, flaco y con los ojos inyectados de sangre por las alergias.
¿Y por qué no escribir? Se preguntó en una etapa de su vida, ese joven desgarbado comenzó por pegar una cartulina en su escuela en donde publicó historias como “Gustavo”, “El Hijo de Gustavo”, “El Nieto de Gustavo”, hasta culminar con publicaciones con nombres como: “Gustavo contra las Momias Teta”.
Comenzó a estudiar la carrera de Derecho por miedo a las novatadas, pero sus clases estaban llenas de maestros con un discurso incomprensible, más tarde se cambió a una “escuela de maricones” según una vecina que lo juzgaba por querer dedicarse a la literatura.
Su crecimiento en las letras se fue dando gracias a su acercamiento a diversos autores de la literatura universal.
Tiempo después, conoció a un amigo dueño de una librería y éste le fiaba libros, además se entretenía en una cantina llamada “El Golfo de México”.
Entró al mundo de Luis Martín Santos y Goytisolo, además se hizo amigo de Carlos Monsiváis, quien pensaba como protestante, pero se decía católico.
Una deuda hizo que Gustavo perdiera todos sus libros, entonces Nacho Méndez, uno de sus mejores amigos le hizo pensar que: “cuando los problemas tienen solución no son verdaderos problemas”.
Resucitado, el joven desgarbado consiguió trabajo en varios periódicos.
Una máquina de escribir Remington portátil fue su compañera y cuando se mudó con Nacho Méndez sus desayunos eran sobre el piano, las comidas también y él escribía sobre el banco del instrumento musical, pero sentado en el suelo.
Fue en 1962 cuando terminó su primera novela titulada “Gazapo”, sin embargo los capítulos tenían un mismo final, tuvo que ajustar los tiempos cronológicos y mentales, entonces fue hasta 1965 que salió a la luz.
¿Y qué pasó? Nada, parecía que no había escrito en lo absoluto, no se le notaba el mote de escritor, fue hasta tres meses después cuando vio el fruto de su esfuerzo.
“La adicción a la novela es un lujo que cada vez menos personas suelen permitirse”, comentó al finalizar su charla Gustavo Sainz, quien tiene una fe ciega en la belleza y la creencia de que el aire zumba las palabras.
“Gazapo” la primera obra de Gustavo Sainz, publicada en 1965, se editó en 14 idiomas.
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