El PAN está en la lona, arrinconado, decrépito, cansado y deprimido, se ha quedado solo, desprestigiado y en esta semana que cumplió 85 años, sus festejos pasaron de noche lejos de estar orgulloso por lo logrado en ocho décadas.
En un editorial del comunicólogo Juan Ignacio Zavala -publicado esta semana en el diario español El País- sentencia que la lucha del PAN “parece enfocada a la sobrevivencia para evitar entrar al panteón. Tiene sentido la pena que carga: en los últimos años ha sido una gran desilusión para quienes están en ese partido, pero también para quienes no y saben del valor de Acción Nacional en la historia democrática del país”.
Mucho aportó el PAN a la democratización de México, a la cultura de la discusión pública, al debate parlamentario, al enriquecimiento de la vida política. Si ahora se ve en ruinas es porque también tuvo su época de esplendor. De ahí salieron grandes polemistas que llevaron luces al parlamento mexicano. La existencia de una oposición de derecha inteligente, autónoma y talentosa obligó tanto al partido oficial como a los opositores de izquierda a tener y preparar cuadros para el debate público”.
Y es que “no hay que olvidar -continúa Zavala- que la transición llegó de la mano del PAN. Casualmente desde ese entonces viene su caída. Pero los logros ahí están, solamente el actual panismo los ha negado, los ha escondido y hasta borrado de su memoria. Es parte del problema blanquiazul: no reconocerse a sí mismo. Le ganaron las prisas por el poder, por los cargos, la política ratonera, la imitación del PRI, de sus mañas, el gusto por el oropel y por el dinero”.
Fue patético cuando hace una semana su actual líder apareció en la tribuna del senado para pronunciar un discurso de reclamo a una traición. Con palabras frívolas y de congoja que revelaron el bajísimo nivel político del presidente del
PAN para tildar de Judas a los impresentables Yunes, olvidando que precisamente fue este partido el que los postuló al Senado.
Desde que se aliaron con el PRI, el actual régimen le quitó lo anti-PRI, le arrebató el discurso de la decencia y la moral pública y lo condenó a ser enemigo del pueblo. Mientras tanto, a los panistas no les quedó más que pelearse por lo que se rescatara de los restos que quedaban del naufragio.
En los primeros días de noviembre los panistas elegirán a su nuevo líder. “Hay, por supuesto -continúa Zavala-, un representante de los grupos inamovibles que han hecho del partido una agencia de colocaciones, un banco y un lupanar donde instalar a los suyos. También habrá una mujer que se apresta a sostener una candidatura testimonial”.
Ante esta debacle Acción Nacional debe entrar en un proceso serio de reflexión. Pero más allá de que reformen sus documentos básicos y de la elección del nuevo líder, Zavala se pregunta “¿qué hace el PAN con sus liderazgos? Los dos militantes del PAN que han ganado la presidencia del país están fuera del partido. No solamente eso. El partido los tiene fuera de su memoria, no los nombran, no aparecen en sus spots de historia, en su memoria gráfica. El PAN ha tenido casi 50 gobernadores de 1989 a la fecha. ¿En dónde están? ¿Por qué se pierden al terminar su gobierno?”.
Para Zavala es momento de que el PAN asuma lo que es: el partido de derecha en México, un contrapeso y que lo represente a cabalidad. El PAN necesita definir las causas que quiere defender. Si quiere sobrevivir debe voltear para ver sus orígenes cuando defendía la libre empresa, pero sin alquilarse a los empresarios; defendía la libertad, pero sabiéndole poner límites; defendía el mercado, pero consciente de la importancia de generar igualdad de oportunidades.
Debe hacerlo con sus propias ideas, con sus militantes y sus propios candidatos. De otro modo, les van a seguir imponiendo desde afuera los candidatos y hasta las ideas. De no retomar esos principios su futuro está echado y seguirá el destino del PRD.
Muy atrás quedaron los tiempos del blanquiazul con el que se identificaba la gente -como pasó en Monclova a finales de la década de los 70. De aquel partido solo queda un coto de poder, sin rumbo, y sin liderazgo, que ha ocasionado que sus militantes se hayan alejado. Es por esto que el PAN debe recuperar la dignidad y la credibilidad, ser una opción en bien de la pluralidad y, principalmente, voltear a ver a los jóvenes para salir de la encrucijada que lo tiene atorado, se trata de renovarse o morir.
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