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Coahuila

50% para Coahuila en Paris

Por Jorge de Jesús 'El Glison'

Hace 1 mes

‘Debería haber más Olimpiadas y menos guerras’.

Los seres humanos somos naturalmente criaturas competitivas en esencia y formas. Por alguna razón, Dios, el creador, el universo o la naturaleza nos diseño de esa manera. No somos la excepción en el planeta tierra, en el mundo animal, e incluso en el vegetal, este afán competitivo se manifiesta en los individuos y se extiende a las especies en un plano general.

Charles Darwin, naturalista británico nacido en 1809, analizó esta particularidad y la plasmó en su Teoría de la Evolución, que se basa en la idea central de la selección natural, en la que las especies evolucionan a lo largo del tiempo como resultado de la variación genética y de aquellos rasgos que confieren a los individuos ventajas adaptativas en un entorno específico. Este proceso describe la forma en que ciertos rasgos heredados –aquellos transmitidos por los progenitores– tienen más posibilidades de ser transmitidos en las generaciones futuras debido a que favorecen la supervivencia de los individuos en un entorno particular. Así, los rasgos más beneficiosos se acumulan en la población a lo largo del tiempo, ya que los individuos que los poseen tienen más éxito en la competencia por los recursos.

De la teoría de la evolución de Darwin, se desarrolló la idea de “La Ley del más Fuerte”, que sostenía que precisamente, “el mas fuerte” es quien tenia mas oportunidades de sobrevivir, sin embargo, esta ley fue refutada por el concepto de que la evolución no habla de “la ley del más fuerte” sino del mejor adaptado. Según diversos estudios esto es lo que sucedió en la lucha por sobrevivir entre nosotros, los homos sapiens sapiens, y la estirpe del llamado “hombre de neandertal”, que subsistió durante cientos de miles de años, en medio de severas fluctuaciones de temperatura, pero que eventualmente fue desplazado por nuestra especie hace 43 mil años, extinguiéndose totalmente. Según fósiles encontrados, aparentemente los neandertal eran mas fuertes que nosotros, e incluso, su cerebro era más grande que el nuestro, lo que no evitó, por alguna razón, que perdiera la lucha por la sobrevivencia de su especie. Existe una teoría que propone que el declive y eventual extinción del neandertal, tres milenios después de que nuestra especie lo confrontara, se ha atribuido a que el homo sapiens sapiens tenía una dieta más flexible y variada, y pudo ajustarse mejor a los tiempos de escasez, aunque no se descarta que hubo feroces luchas entre ambas especies, resultando la nuestra la ganadora de la contienda por sobrevivir.

Ahora, ¿Y todo esto que tiene que ver con los juegos olímpicos y las guerras?

Que este instinto natural por luchar, vencer y sobrevivir ha ocasionado, que tal vez nunca en la historia de la humanidad haya existido ni un solo periodo de paz en los miles de años que tenemos de existencia. Desde que somos niños en la escuela primaria nos enseñan que los episodios históricos más relevantes y trascendentes son las guerras. Por tomar como ejemplo a nuestra nación, a México, nuestra historia comienza cuando los mexicas o aztecas vencieron a sus enemigos y fundaron Tenochtitlan, y luego llego Hernán Cortes y junto con sus aliados indígenas exterminaron a los aztecas, 300 años después viene la guerra de Independencia, las invasiones de otros países a nuestro territorio, y culminamos por el momento con el movimiento revolucionario emprendido por Francisco I. Madero contra Porfirio Diaz, que se extendió por muchos años de luchas fratricidas entre los propios generales revolucionarios. Ahora mismo nuestra Patria se encuentra desgarrada por la polarización y una guerra entre facciones en la que todos los días hay mexicanos que mueren por esta razón. A nivel mundial se lleva a cabo la guerra entre Ucrania y Rusia, entre Israel y sus enemigos de grupos terroristas, en Venezuela el dictador Maduro prefiere masacrar a su pueblo que dejar el poder, y así podemos continuar con todos los conflictos que debido habitualmente a la ambición desmedida de los lideres que ostentan el poder, los seres humanos no podemos lograr convivir en paz con nuestros semejantes.

Los Juegos Olímpicos nacen precisamente para eso, para lograr la paz.

La antigua Grecia, antes de que se unificara en una sola nación, vivía en constantes guerras entre sus ciudades-estado, tales como Atenas, Esparta, Corinto, Tebas y algunas otras más. En el año 776 a.C., Ífito, el rey de Élide, propuso que se llevara a cabo una “tregua sagrada” en la cual dejaran de pelear y en lugar de ello compitieran amistosamente en diversas actividades atléticas en la ciudad de Olimpia. Esta gran idea les permitió a los griegos competir intensamente y apasionadamente entre ellos, pero sin tener la necesidad de matarse los unos a los otros. En la próxima columna me explayaré sobre cómo sucedía este extraordinario acontecimiento, en el cual incluso participó como atleta el conquistador Alejandro Magno.

También ahondare sobre la exitosa actuación de las arqueras coahuilenses Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz, quienes junto con su compañera Alejandra Valencia, ganaron la medalla de bronce para México. Hasta el momento de escribir esto, solamente la judoka Prisca Awiti Alcaraz había ganado otra medalla para nuestro país, en este caso de plata. Lo que quiero resaltar, es que de las 4 medallas que se han ganado para México, dos de ellas las ha aportado nuestro estado, el 50 por ciento. ¡Bien por ellas, bien por el INEDEC y bien por Coahuila!

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