Arte
Por Grupo Zócalo
Publicado el lunes, 2 de octubre del 2023 a las 10:12
Ciudad de México.- En sus cuadernos Elena Garro escribía poemas. Lo hacía a escondidas, mezcladas las estrofas con pasajes de su vida cotidiana en París.
Varias veces arrancó las hojas de la libreta y quemó lo escrito. Otras, la mayoría, ocultó los textos.
Sólo ella, durante mucho tiempo, supo de ellos. En sus líneas secretas hablaba de seres fantásticos, de animales, playas. De su vida con el poeta Octavio Paz, la nostalgia por México y su familia. Y de la soledad. Pero los poemas permanecieron desconocidos por varias décadas, hasta que en 2016 fueron rescatados en la edición del libro Cristales de tiempo, compilado por Patricia Rosas Lopátegui.
El virtual anonimato fue consecuencia de la leyenda negra que se tejió alrededor de Garro, una de las escritoras más polémicas de México.
Fue acusada de colaborar con el gobierno de Estados Unidos, de instigar el movimiento estudiantil de 1968 que terminó en la masacre de Tlatelolco. Pero también dijeron que fungió como agente del gobierno para destruir el movimiento.
Al final la controversia opacó su obra, le dijo a BBC Mundo Patricia Rosas Lopátegui, autora del libro Cristales de tiempo.
“Es una de las escritoras más importantes del siglo XX porque renovó en las letras mexicanas y la lengua española el teatro, dramaturgia y narrativa”, explica.
“Al introducir en la narrativa del teatro el elemento de la fantasía, rompe con los parámetros convencionales”.
Pero esto no ha sido reconocido, dice la investigadora de la Universidad de Nuevo México.
Más sobre el tema: Con Garro y sin Paz, revela documentos inédito de Elena y su hija
Un elemento importante en la imagen controvertida de Elena Garro es su matrimonio con Octavio Paz, premio Nobel de Literatura 1990.
Como la mayoría de los intelectuales mexicanos en los años 50 y 60, el poeta mantenía una posición machista hacia su pareja, asegura la investigadora Rosas Lopátegui.
“Octavio Paz no permitió la competencia en casa, él sabía del talento de Elena, pero obstruyó su desarrollo intelectual”, dice.
“Ella quedó reducida al entorno privado y doméstico por dos décadas y media en que no puede escribir ni publicar”.
Esto lo plasmó Garro en sus diarios, consultados por la investigadora. En los cuadernos cuenta que muchas veces tuvo que quemar sus escritos para evitar problemas con su esposo.
“Elena Garro en una entrevista me dijo que Octavio Paz le había prohibido incursionar en el género de la poesía porque ese era su terreno. Él sabía del talento de Elena, pero obstruyó su desarrollo intelectual”.
Pero el matrimonio con el poeta no fue la única causa de la imagen negativa de la escritora.
También contribuyeron su activismo político y las duras críticas que solía hacer a los intelectuales mexicanos.
La masacre de Tlatelolco es recordada cada año en México con marchas y eventos. En la foto, monumento a los estudiantes asesinados.
El periodista Rafael Cabrera documentó parte de esa controversia en su libro Debo olvidar que existí, de Editorial Debate.
En el texto se recuerdan algunos de los episodios más polémicos que dieron pie a la leyenda negra sobre Garro.
Uno de los momentos más complicados ocurrió durante el movimiento estudiantil de 1968, agrupado en el Consejo Nacional de Huelga (CNH) que terminó el 2 de octubre de ese año con un ataque del ejército mexicano a un mitin realizado en la Plaza de las 3 Culturas de Tlatelolco.
El número real de víctimas aún se desconoce. En esa época la mayoría de los medios dijeron que los muertos fueron 20.
Pero el movimiento estudiantil, e investigaciones en años posteriores, mencionan que fueron más de 200.
La masacre fue un parteaguas en la historia del país, y en esa vorágine quedó atrapada Elena Garro, dice Rosas Lopátegui.
Por esos años la escritora defendía los casos de campesinos masacrados para robarles sus tierras, y también participaba en un movimiento disidente al interior del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Era un grupo encabezado por Carlos Madrazo, expresidente del partido, y crítico incisivo del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Después de la masacre de Tlatelolco uno de los líderes del CNH, Sócarates Campos Lemus, acusó a Garro y a Madrazo de organizar un complot comunista para derrocar al gobierno.
Y no era cierto, coinciden el periodista Cabrera y la investigadora Rosas Lopátegui, porque la escritora cuestionaba a los estudiantes, a quienes en artículos de prensa llamó “terroristas”.
También los acusó de dejarse manipular por personajes políticos interesados en la elección presidencial que se realizaría en 1970.
“Hubo una estrategia propagandística del gobierno, sale una carta que escribe su hija Helena criticando a Octavio Paz”, le dice a BBC Mundo Rafael Cabrera.
“Esto se usa como propaganda para desprestigiar al movimiento estudiantil”.
Pero la gota que colmó la copa fue un texto llamado El complot de los cobardes.
El documento fue una dura crítica a los principales intelectuales de la época, quienes en mayoría simpatizaban con los estudiantes.
Su respuesta fue igualmente dura, e incluso el escritor Carlos Monsiváis la llamó “La cantante del año”.
En realidad no existían razones para una reacción de ese tamaño, insiste Cabrera.
“Ella ya tenía algo bastante público de críticas a sus contemporáneos, los acusaba de estar muy al servicio del gobierno y más interesados en una carrera política que otra cosa”, cuenta.
“Eso se los dijo a lo largo de los 60 en público y en privado, no era para escandalizarse en 68, todo el tiempo lo estuvo diciendo”.
Más allá de la controversia intelectual, Elena Garro y su hija Helena recibieron amenazas de muerte que les obligó a abandonar su casa.
Después durante más de dos meses fueron retenidas en un hotel de Ciudad de México por la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el órgano de inteligencia civil del gobierno.
Cuando fueron liberadas, en 1972, abandonaron el país y no volvieron hasta 1993.
Los críticos de la escritora dicen que Garro estaba loca y sufría delirios de persecución.
Es parte del mito que le crearon, afirma la investigadora Rosas Lopátegui.
En los archivos desclasificados de la DFS se han localizado informes de los agentes encargados de espiarla, dice. Además en sus diarios la escritora consignó que su casa fue allanada varias veces.
“Dicen que es una mujer mitómana, fantasiosa, una versión quizá justificada en algunos puntos pero sí hay otros reales”, subraya Rafael Cabrera.
“No me atrevo a decir que fue perseguida, pero sí tuvo razones personales para sentirse acosada, tanto como para irse de México”.
La versión del presunto desequilibrio emocional la crearon sus adversarios. “Tenía una personalidad bastante fuerte y siempre atacó a los intelectuales, se movía en esas capillas por estar casada con Paz”, añade la investigadora.
Garro les cuestionaba que, por depender de becas y prebendas oficiales, reaccionaron con tibieza ante la represión de campesinos y estudiantes.
Nunca se lo perdonaron. Durante los homenajes por el centenario de su nacimiento, fueron pocos los que trataron de cambiar la imagen de Elena Garro.
“Sigue pesando mucho Octavio Paz”, asegura Patricia Rosas. “Sus herederos intelectuales siguen echando leña al fuego”.
“Merecía una disculpa pública por la leyenda negra que crearon alrededor y opaca su obra. Mientras no se deconstruya oficialmente, Elena Garro seguirá siendo una escritora desconocida, poco leída”.
Con información de BBC Noticias
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