El Festival Familiar del Centenario de la UAAAN culminó un largo proceso de anhelos, desarrollo y acciones de muy diversas indoles, resultados y consecuencias. Tan exitoso fue todo lo que se llevó a cabo, tanto en la ciudad de Saltillo, en la sede en Buenavista de la Universidad, y en el Festival Familiar, que el consenso y petición general de los buitres asistentes al convivio en las instalaciones de la feria de Saltillo, fue que se empezara a planear la celebración del 101 Aniversario de nuestra institución educativa, y que cada año se repitiera volviéndose una tradición establecida.

El rector de la UAAAN, dr. Alberto Flores Olivas, con muy poco tiempo y exiguos recursos económicos, logró estar a la altura del gran compromiso y cumplir más allá de las expectativas en el plano académico y cultural del Centenario de la Universidad.

En cuanto a la realización del Festival Familiar del Centenario, cabe resaltar el intenso trabajo que se coordinó entre un gran equipo de trabajo conformado por egresados de la UAAAN que quisimos poner nuestro granito de arena, y complementar el esfuerzo consumado por las autoridades de la Universidad en nuestra alma mater. La celebración del Centenario bien podría haberse circunscrito solamente a los eventos académicos, culturales y deportivos programados, pero como la naturaleza de los buitres egresados de la Narro, siempre ha sido de pachanga y bohemia, era necesario encontrar la manera de solventar esa área de esparcimiento y reunión requerido para nuestro magno acontecimiento,

Por cuestiones de logística y control académico, en las instalaciones de la Universidad no se puede ni se debe organizar un evento de convivencia que sea recreativo con consumo de alcohol, ya que no figura dentro de las funciones de una Universidad, y es una responsabilidad que rebasa su ámbito natural. Conscientes de esa realidad es que surgió la idea de concretarla en el Festival del Centenario de la Narro. Los primeros que empezamos a reunirnos para elucubrar algunas ideas, fuimos compañeros de andanzas en los rodeos de hace muchos años, como Florentino Garza “El Ranchero”, Amando Aguirre Figueroa “Mandin”, Manolo Jiménez Flores y el que esto escribe. Sobre la marcha se nos unió Francisco Alberto Rebonato, experto en los concursos de carne asada y borrego al ataúd; Guadalupe “Lupin” Aguirre Figueroa con su granjita para niños y rodeo infantil; José Antonio Valdés Sánchez, amigo de siempre y condiscípulo de Manolo Jiménez; José Cruz Mata del Bosque, quien se encargó junto con José Iván Vaquera de coordinar los stands; Roberto Valdés tuvo a su cargo la exhibición de aves exóticas y de combate; nuestro hermano Héctor Carlos Salazar Arriaga “El Japo”, expresidente de la ANEUAAAN y ahora flamante candidato a diputado local por el MC, fungió como el importante enlace con las autoridades universitarias. En mi opinión es una realidad contundente que las mujeres son mucho mejores administradoras y cuidadosas de los recursos económicos que los hombres, es por ello que esa gran responsabilidad estuvo a cargo de las compañeras egresadas y del club de esposas de ingenieros agrónomos: Julia Salas Ortiz, Bertha Ochoa, María Yamina Ramírez, Ileana Velarde, Laura Aguirre, Yesica Mora, Sandra Alvarado, Esperanza Aguilera, Sandra González, Iliana Hernández, Karen Michel Castro y Juanita Pérez Dávila. Gracias a todas ellas no salimos desfalcados, las finanzas fueron sanas y se encauzaron los recursos excedentes a solventar incidentes y a motivos altruistas. Debido a su experiencia de muchos años como organizador de eventos y presidente de la Federación Mexicana de Rodeo, se consensó que “Mandin” fuera el coordinador general, y “El Ranchero” el director de música y arte. Por mi parte me encargué de organizar la Cabalgata del Centenario, asesorado y auxiliado en su totalidad por los grandes hermanos cabalgantes el Lic. Jonathan Moreno, Chacho Aguirre y Gabriel Vigil, gracias a ellos la Cabalgata fue un gran éxito, y es probable que haya sido la más grande y numerosa llevada a cabo en las inmediaciones de Saltillo, sobre todo convocando a muchos buitres que no son cabalgantes habituales.

Nuestra Universidad es muy singular, la institución educativa a la que los egresados cariñosamente le llamamos “La Escuelita”, no tiene parangón a nivel nacional, y tal vez tampoco a nivel internacional. No es una exageración el amor que profesamos a nuestra alma mater, pero también a las especiales razones por las cuales nos identificamos como hermanos solidarios de una misma familia buitre universal. Buitres de todo México, del norte, sur, este y oeste, buitres de Centroamérica, buitres de todos lados convivimos pacífica y alegremente con un grado de madurez que fue de lo más me sorprendió en todo el evento en conjunto del Centenario. Nuestra mayor preocupación en el Festival era que al calor de los tragos surgiera una disputa, o al reencontrarse algunos compañeros quisieran revivir algún conflicto añejo no resuelto (por eso hasta teníamos un ring y guantes para que en dado caso se resolviera de forma más civilizada). Pero sorprendentemente no fue así en lo absoluto, los buitres se veían, se reconocían, se abrazaban, presentaban mutuamente a esposas, hijos y nietos, recordaban anécdotas, se sobaban las panzas y las pelonas y contamos a nuestros muertos, los que ya se nos adelantaron en el camino espiritual.

Definitivamente es algo que hay que hacer, instituir el Festival año con año y ¡nos vemos en marzo del 2024!