Internacional
Por AP
Publicado el viernes, 15 de enero del 2010 a las 21:11
Puerto Principe, Haití.- Socorristas que trataban de distribuir alimentos, agua y otros suministros en el devastado Puerto Príncipe advirtieron que sus esfuerzos requerirían mayores medidas de seguridad ante la creciente desesperación e impaciencia de las víctimas.
Durante la noche arribaron cientos de efectivos estadounidenses para respaldar las tareas de ayuda.
Entretanto, empleados del gobierno enterraban miles de cadáveres en fosas comunes. La Cruz Roja estima que murieron entre 45.000 y 50.000 personas en el terremoto del martes.
Los esfuerzos se concentraban cada vez más en la enorme tarea de llevar alimentos y agua a millones de sobrevivientes. Efectivos de paz de la ONU que patrullaban la capital dijeron que la gente está cada vez más furiosa porque la ayuda no ha sido entregada más rápidamente, y las fuerzas brasileñas advirtieron a las caravanas de ayuda que añadan personal de seguridad para prevenir saqueos.
“Desafortunadamente, crece la furia y la impaciencia de la gente”, dijo David Wimhurst, portavoz de la misión de paz de la ONU, comandada por Brasil. “Todos nos damos cuenta que la situación se está volviendo más tensa, pues las personas más necesitadas siguen esperando suministros. Pienso que los ánimos se están caldeando”.
En Ginebra, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) dijo el viernes que sus almacenes en la capital haitiana fueron saqueados.
El PMA tenía unas 15.000 toneladas de ayuda alimentaria en reserva en la capital haitiana, pero no sabía si quedaba algo de ello. Aclaró que tenía algunas reservas fuera de la capital. Centenares de miles de haitianos sufren hambre luego del devastador terremoto del martes.
La portavoz del PMA, Emilia Casella, subrayó que los saqueos eran algo normal en situaciones de emergencia, y mencionó que las tiendas regulares de alimentos en la capital haitiana también habían sido saqueadas.
Más de 300 efectivos de la 82da división aerotransportada estadounidense llegaron a Puerto Príncipe durante la noche y otros llegaron en el portaviones Carl Vinson, dijo el teniente general Ken Keen al noticieron de la ABC.
La agencia de la ONU dijo que estaba trabajando para recaudar suficientes comidas rápidas para alimentar a dos millones de haitianos durante un mes.
Médicos y perros de búsqueda, tropas y equipos de rescate llegaron el jueves en decenas de vuelos a esta devastada tierra plagada de muertos y moribundos, encontrando congestionamientos por todas partes, incluido el aeropuerto principal, sin torre de control y con poco espacio de descarga y combustible para los aviones.
La Cruz Roja Internacional estimó que entre 45.000 y 50.000 personas murieron por el terremoto del martes en Haití, con base en la información de la Cruz Roja haitiana y funcionarios gubernamentales. Funcionarios de la ONU calcularon el viernes que el 10% de las viviendas en Puerto Príncipe estaban destruidas y unas 300.000 personas habían quedado sin techo.
Entretanto, aumentaba la preocupación por la cantidad de alimentos y agua para los sobrevivientes.
“La gente casi pelea por agua”, dijo el socorrista Fevil Dubien mientras distribuía el líquido desde una camioneta en un barrio en el norte de Puerto Príncipe.
Frente al Hospital General de la capital, se creó un depósito improvisado de cadáveres en el parque de estacionamiento, con cientos de cuerpos donde sobrevivientes angustiados buscaban a sus seres queridos. Efectivos brasileños de las fuerzas de paz de Naciones Unidas, cruciales para la seguridad de la ciudad, trataban de organizar entierros en fosas comunes.
La ayuda procedente de todo el mundo, y requerida con urgencia extrema, fluía lentamente por la nación caribeña, pero había cuellos de botella, problemas de logística y un vacío de conducción que dejó a los rescatistas librados a sus propios medios para salvar a los sobrevivientes atrapados y heridos, así como para entregar los suministros en la capital.
Los haitianos realizaban esfuerzos frenéticos para salvar a los heridos y buscar sobrevivientes tras el devastador terremoto de magnitud 7, convirtiendo camionetas en ambulancias y puertas en camillas, mientras la ayuda de todo el mundo comenzaba a llegar a raudales, aunque enfrentando problemas de logística.
Los camiones que transportaban policías y trabajadores de las Naciones Unidas se quedaban atascados en las calles llenas de camionetas, automóviles y peatones.
En Washington, el presidente Barack Obama anunció “uno de los mayores esfuerzos de ayuda en nuestra historia reciente”, comenzando con 100 millones de dólares.
El Comando Sur Estadounidense reportó que los primeros 100 de 900 soldados que acudirían a Haití aterrizaron el jueves, procedentes de Carolina del Sur, para apoyar las iniciativas de apoyo tras el desastre. Esta semana, llegarían más de 2.000 infantes de marina.
Los saqueos comenzaron inmediatamente después del sismo y se vio a gente extraer alimentos de comercios derrumbados, pero los trabajadores de organizaciones de asistencia dijeron que había pocos disturbios. Elisabeth Byrs, vocera del esfuerzo humanitario de la ONU en Ginebra, dijo que se informó que escaparon presos de la principal prisión de Puerto Príncipe.
La Cruz Roja estima que hasta tres millones de personas, un tercio de la población nacional, habrían sido afectadas por el terremoto y que llevaría uno o dos días tener una idea clara de los daños sufridos, según el vocero Paul Conneally.
En Ginebra, la vocera de la ONU en asuntos humanitarios Elisabeth Byrs dijo que las fuerzas de paz mantenían la seguridad a pesar de las dificultades.
“Es una situación tensa, pero pueden manejarla”, dijo Byrs. “Imaginen ustedes a la gente que no come ni bebe desde hace casi 50 horas y son muy pobres, si ven un camión con algo… o si ven un supermercado derrumbado, corren a conseguir algo para comer”.
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