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Un día en el infierno

  Por Redacción

Publicado el jueves, 21 de abril del 2011 a las 14:00


Mientras que los brigadistas de Múzquiz cumplieron ya un mes en combate contra los incendios ellos siguen trabajando

Enriqueta Delgado | Múzquiz, Coah.- Mientras que los brigadistas de Múzquiz cumplieron ya un mes en combate contra los incendios y siguen trabajando, sus madres y esposas siguen preocupadas por la lucha que nunca antes habían enfrentado sus seres queridos y mantienen elevadas sus oraciones a Dios para que de una vez se puedan sofocar los incendios y que ellos regresen sanos y salvos a sus hogares.

Desde el inicio de la catástrofe ambiental provocada por graves incendios en Acuña, Ocampo y Múzquiz, se ha dicho mucho, pero muy poco de las esperanzas de las mujeres, las que esperan día y noche noticias de sus esposos, hijos o padres que en esta ocasión apoyan rezando para que nada les ocurra a quienes desde hace más de 30 días enfrentan el peligro contra el fuego en condiciones adversas.

‘NO HABIAN TARDADO’

Guadalupe Calzoncit de Bermúdez, esposa de uno de los brigadistas, dijo que siempre que su esposo sale a combatir un incendio, ella y sus hijos están con el alma en un hilo, y más ahora, que cumplió un mes ininterrumpido en la sierra realizando labores contra el siniestro, y señala: “Tenemos 11 años de casados y desde que trabaja como brigadista no habían tardado tanto para regresar, es la primera vez que hay un incendio tan grande y que andan en más peligro, por eso estamos muy preocupadas, antes han salido, pero no tardaban más de una semana”.

“Uno siempre se queda con el pendiente porque les puede pasar algo, ahorita afortunadamente no ha habido ningún accidente según reportan”, agregó.

“En cada misa pedimos por que se ‘aplaquen’ los incendios, y pedimos en la oración por todos, porque cada uno tiene familia, a cada uno los esperan sus padres, esposas e hijos con ansiedad de que regresen con bien”, dijo la esposa de Armando Bermúdez, brigadista de la Semac.

‘EN LAS MANOS DE DIOS’

Librada Martínez Salinas, madre de otro de los brigadistas, espera noticias todos los días sentada en el patio de su casa y comenta para Zócalo: “¿Qué hacemos?… rezar, porque todo está en las manos de Dios, por más que el hombre haga todo su esfuerzo hay que esperar que algún día Dios permita que todo acabe, que pronto lleguen las lluvias y regrese mi hijo con bien, porque de que andan en el peligro si lo sabemos, porque para allá hay muchos cañones y es donde está la lumbre”.

La esposa de Fidel Romero, el jefe de los brigadistas de la Semac, Gabriela Jiménez, manifestó que su esposo sí ha venido a su casa, pero apenas unas horas, sólo lo que tarda para surtir el “mandado”, todo lo que necesitan para la alimentación y agua, y coincide con las demás:

“Es la primera vez que tienen bastante en el campamento y yo lo que hago, pues, también es rezar, primeramente que Dios los cuide a todos, lo he visto poco en este mes que tienen combatiendo los incendios y le doy gracias a Dios porque lo veo sano y salvo, pero lo vuelvo a ver que se va y se lo sigo encomendando a Dios”, dice.

Son auténticos guerreros que con pico y pala que tratan, todos los días, desde hace semanas, de vencer al demonio de fuego que reina en las sierras de Coahuila…

Hace muchos días que no ven a su familia; no han logrado comunicarse directamente con ellas pero a diario piensan en sus esposas e hijos que los esperan en municipios de Coahuila, Durango, Chihuahua o en el Distrito Federal y muchos otros de donde proceden los brigadistas que por tierra libran una desigual guerra contra el fuego. Eso es estar día a día en el infierno.

Muchos ya lucen cansados… sus rostros permanecen cubiertos con cenizas y polvo que en ocasiones no permite ni siquiera identificarlos, pero es justamente lo que los une, esas grandes paredes de fuego que se han formado en sus ojos, esos vientos que han incluso tratado de succionarlos, como para evitar que sigan en esta lucha para detener el fuego.

Es ahí justamente donde han conocido el verdadero compañerismo, que no podría entenderse sin la presencia de las palas, picos y talaches que siempre los acompañan; aunque hay quienes tienen equipo más moderno, como los federales, que cuentan con motosierras.

El agotamiento físico es evidente entre quienes tienen una semana… y más entre los que ya llevan 28 días moviéndose por varios puntos de la sierra a donde se presentan nuevos frentes de fuego y hasta donde deben llegar, a veces, a varios cientos de kilómetros y por tierra debido a que las condiciones de viento muchas veces, casi siempre, excepto muy temprano, no favorecen el despegue y aterrizaje de helicópteros, aunque en varios de los ranchos se adecuaron pistas para facilitar su movilidad.

Han aguantado hasta más de 45 grados en medio infierno llamado sierra, en donde se alcanza a veces más de esta temperatura; un sol que quema igual que las llamas de fuego que aparecen ante su mirada por todas partes. Por la tarde las condiciones son diferentes y el termómetro baja hasta los 15 grados, o a veces menos, y en la madrugada el frío les cala en los huesos sobre todo para quienes vienen de fuera del estado y no están acostumbrados a los cambios bruscos del clima.

Su jornada empieza desde antes de que salgan los primeros rayos del sol y acaba cuando ya es imposible ver entre los matorrales carbonizados y deben regresar a sus campamentos, algunos dan a conocer cuánto ganan por esta heroica labor: 2 mil 800 pesos por quincena; otros prefieren callar y consideran que eso no importa porque lo que quieren es apagar el fuego, porque su experiencia les dice que entre más avance, más daño ambiental será en una zona desértica, en donde llevan más de nueve meses sin ver una gota de lluvia.

A las 6 de la mañana ya están de pie y comienzan a prepararse para salir de los campamentos; algunos lucen overoles o playeras con el distintivo de la dependencia o empresa a la que pertenecen; otros, los trabajadores de los ranchos, andan como siempre; pantalones de mezclilla y sus tradicionales camisas a rayas.

El Gobierno de Coahuila contrató los servicios de comedores industriales de la empresa Ifood, que lleva hasta donde están los campamentos el alimento para más de 900 personas tres veces al día.

El menú varía: por la mañana puede ser huevo con jamón, o alimento enlatado que se llevan; a mediodía arroz, frijoles y guisado de carne; ya por la noche frijoles, arroz y un guiso hecho a base de carne molida, jamón y chorizo. No falta el café con canela, refresco y agua; mucha agua porque las condiciones climatológicas pueden provocar deshidratación.

Al regresar de la jornada cuentan con una “regadera” esperándolos a la intemperie. Son mangueras instaladas para poder darse un baño, o bien varias tinas para el “chapuzón”, que les permitirá descansar y dormir frescos en sus tiendas de campaña.

Algunos como los federales cuentan con sanitarios portátiles.

Hay quienes aprovechan para lavar su ropa a mano, y aunque es difícil quitar las manchas del carbón, al menos les permite sentirse más limpios y frescos.

NO HAY HORARIOS

“Aquí no hay horarios; a veces nos relevan, cuando sí tenemos gran cansancio o tuvimos alguna torcedura, pero si terminamos una parte de combatir el fuego y enfriar la zona, vamos a otra donde necesiten apoyo”, dice Martín Medrano Mata, quien junto con su grupo lleva 26 días en la sierra de Múzquiz, moviéndose por varios ranchos: La Escondida, Buenavista, El Cimarrón, Valle del Perú y otros más.

“Por ejemplo venimos de acá, de uno de los ranchos antes de El Cimarrón, y nos dicen que se están quemando otros ranchos de abajo, en el Valle de Colombia y Valle del Perú, y acá venimos”, agrega el jefe de la cuadrilla de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales de Coahuila, quien maneja la unidad en donde un grupo de 25 combatientes permanece durante el día cargando sus mochilas con agua y la herramienta para retirar material de fácil combustión.

A diferencia de los primeros días, cuando batallaban para dar con los lugares en conflicto por lo deteriorado de las vías de comunicación, a un mes de que iniciaron los incendios ya es más fácil el traslado, debido a que llegaron máquinas pesadas para hacer brechas cortafuego más rápidamente y retirar las piedras del camino que impiden la fácil circulación por los caminos de la sierra.

“Aveces andamos cansados, pero es nuestra chamba; descansamos un momento y seguimos. Es que el sol nos agota mucho y luego en los lugares que están apagados aún se siente muy caliente y el esfuerzo a veces es doble”, agrega.

A RENOVAR PERSONAL

La Unidad de Rescate de la Policía Federal es una de las agrupaciones que llevan casi 20 días instalados en la sierra y algunos de sus elementos tuvieron que ser sustituidos por el agotamiento físico que presentan.

“Llegamos 200 efectivos y hemos andado en diferentes frentes y la situación es fuerte y difícil, los brigadistas como los voluntarios y trabajadores de los ranchos, han apoyado muy positivamente y no ha sido fácil, pero estamos luchando contra el fuego de manera muy coordinada”, dijo el comisario Rodimiro Ruiz Rodríguez.

La unidad ahora dispone de 122 personas y para ellos lo más preocupante es Valle de Colombia.

“Esta labor está en manos del hombre ahora; se han incorporado recursos muy importantes, helicópteros de fuerzas federales, como es la Marina y el Ejército; naves contratadas de otras partes; maquinaria pesada, como debe ser y que antes no teníamos, y esto nos ha facilitado la tarea, por eso creo que está en nuestras manos, pero no, aún no sabemos qué tiempo tardaremos”, agrega.

Expresó que a finales de la semana anterior fue relevada una parte del personal, por lo que no duda que en los próximos días haya más cambios.

Aunque no hay problemas graves de salud entre el personal, reconoce que el frío de la madrugada, el viento y las cenizas que respiran provoca algunos malestares entre los efectivos.

“Te arden los ojos; en ocasiones no se alimentan a sus horas. Hemos tenido algunas personas lesionadas, pero no de consideración, como son torceduras de pie, algunas brasas que les caen cerca; algunas provocadas por las mismas herramientas con las que disponen para hacer su trabajo, pero nada grave hasta el momento”, menciona.

Las fuerzas federales llevan a cabo las labores del combate directo al fuego, sofocamiento, remover escombros y asegurarse de que no haya brasas que puedan reavivar el fuego, tirar plantas que están ardiendo, como es el caso de palmas, los sotoles, que para los brigadistas son de los más rebeldes.

Además de retirar el pastizal que es un combustible de fácil combustión y que junto con los sotoles es lo que ha provocado que los incendios se propaguen.

La PFP dispone de 17 vehículos, uno de ellos prácticamente es un hospital ambulante que se ubica en la plaza principal de Múzquiz y que en caso de ser necesario el personal lesionado de todas las dependencias y voluntarios será atendido de urgencia en él.

‘ESTAMOS BIEN’

Los brigadistas de Conafor Durango son como una familia: llevan años conviviendo y se conocen tanto, que con el hecho de que uno pueda hablar con su familia u otro compañero de la dependencia, éste podrá informarle al resto que todos están bien.

Y así pasó el pasado martes, cuando Ricardo García Pacheco, coordinador del grupo de brigadistas, pudo hablar con alguien de las oficinas centrales de Conafor Durango.

“Ya le dije que todos estamos bien, él les va a hablar a nuestras familias”, les dijo a sus compañeros luego de que el delegado en Coahuila, Édgar Alejandro Piñón, les facilitara un teléfono satelital.

“Imagínese cómo estarán las familias viendo este desastre y pensando que nosotros estamos en medio, pero ya los tranquilizamos”, afirma.

Garantizan alimentos a cuadrillas de trabajo

Camelia Muñoz / Alberto Puente

Para que el recurso humano pueda mantenerse sano y fuerte requiere de una buena alimentación y por ello se determinó tener al alcance la comida para el personal.

El gerente de operaciones de Ifood Alimento con Idea, que es el responsable de alimentar a todo los brigadistas que se ubican en distintos puntos de las sierras de Múzquiz y Acuña, dice que debido a lo complicado de las labores de combate, tuvieron que disponer de cocinas móviles en cada campamento.

Jorge Alvidres relata que empezaron llevando alimentos a cada punto, pero resultaba muy complicado por los tiempos de traslado a cada uno de los campamentos.

“Se han instalado comidas en El Cedrito y El Bonito, otra en La Pila y en El melón, así como una más en la base militar de Múzquiz”,

Cada cocina cuenta con un comedor cerrado y dispone de dos unidades para la conservación de los alimentos que requieren refrigeración o para el almacenamiento de los seco

PROTEGEN A TODA COSTA MADERAS DEL CARMEN

Que los incendios forestales no afecten la zona arbolada de Santa Rosa ni el área protegida de Maderas del Carmen son las metas de la estrategia en el combate al fuego que ha afectado más de 200 hectáreas.

El secretario del Medio Ambiente en Coahuila, Francisco Martínez Ávalos, dijo que los brigadistas han hecho un excelente trabajo pero el factor viento no ayuda mucho y por lo pronto el fuego no ha afectado zonas en donde habría un grave daño ecológico.

“Estos árboles tardan más de 20 años en crecer, y si nos llegara el fuego acá será un daño irreversible. Además de que en Maderas del Carmen tenemos una importante fauna que resultaría dañada”, manifestó.

Reconoce que en algunos puntos, y por días críticos, el fuego pareciera estar fuera de control, pero las rachas de hasta 30 kilómetros por hora han formado remolinos que impiden seguir con las labores.

SUSPENDEN VUELOS

A fin de permitir que las unidades aéreas puedan tener mayor actividad de combate en la zona donde se encuentran varios incendios, en la sierras de Múzquiz y Acuña se suspendieron todos los vuelos de reconocimiento que a diario realizaban varias dependencias de los distintos niveles de gobierno.

Sigue en llamas sierra de Arteaga

Del primer incendio se ha controlado 80%, mientras que del segundo sólo 40 por ciento

Edith Mendoza | Saltillo, Coah.-

Al menos 70 hectáreas, entre arbolado y matorral, han resultado afectadas en los dos incendios que mantienen en vilo a las comunidades que radican en los alrededores de la sierra de Arteaga, siniestro que es combatido por unos 170 brigadistas.

Lo anterior de acuerdo con cifras emitidas por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) en Nuevo León, estado en el que se encuentra la mayor parte de la afectación.

Hay muchos focos calientes que con el viento no se descarta la posibilidad de que se presenten incendios secundarios, como de hecho sucedió, mismo que ha cobrado mayor territorio que el inicial.

Coordinadores de las maniobras informaron que será hasta el jueves cuando un helicóptero del Gobierno del Estado de Coahuila se sume a las labores, en las que ya participan dos; uno por parte del Gobierno del vecino estado y otro rentado por la Conafor.

Nada está dicho aún; cuando se trata de un incendio, no se acaba hasta que se acaba, y menos en las circunstancias en las que se ha comportado el viento, que no favorece los trabajos.

El incendio, que se originó en Santa Clara, ejido de Galeana, ya abarca territorio de Arteaga. De acuerdo con cifras oficiales, inició el domingo 17 de abril a las 19:00 a causa de una tormenta eléctrica. Fue detectado hasta la mañana del lunes y para el miércoles ya había arrasado con 30 hectáreas. Se encuentra en 80% de control aproximadamente.

Ese mismo día fue detectado otro de menor intensidad a unos 200 metros del anterior, en el Ejido San Isidro, entre Santa Rita y San Ignacio, mismo que se avivó de tal forma, que para la mañana del miércoles ya había afectado unas 40 hectáreas. Se encuentra en 40% de control.

Mario García Villa, coordinador de las brigadas contra Incendios Forestales del Estado de Coahuila, comentó que el área que se está quemando es 90% matorral y 10% de arbolado.

“Todavía andamos con fuego, todavía nos faltan unos días. Estamos tratando de enfriar las áreas más calientes”, dijo.

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