Nacional
Por El Universal
Publicado el jueves, 11 de diciembre del 2008 a las 20:48
México.- Son miles y algunos tienen que caminar hasta más de dos días rumbo a la Basílica de Guadalupe, pero su fe los hace aguantar. Su fervor conmueve
Son miles y algunos tienen que caminar hasta más de dos días rumbo a la Basílica de Guadalupe, pero su fe los hace aguantar frío, hambre y sobre todo el cansancio. Su fervor conmueve.
Los peregrinos provenientes de distintas entidades —la mayor parte de de Tlaxcala y Puebla— llegan a la ciudad de México por una de las arterias viales más importantes, la calzada Ignacio Zaragoza.
Es en la víspera de la celebración a la morenita del Tepeyac, cuando ríos de fieles se mezclan con el tráfico automovilístico con el que compiten por los carriles.
La Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) implementó un programa desde esta semana para dar apoyo a los peregrinos, y evitar que sean atropellados o sufran cualquier otro accidente.
Sobre todo porque en esa importante arteria vial también hay obras correspondientes a la Línea 2 del Metrobús.
En esa calzada, en el carril de baja velocidad, presurosos, concentrados y adoloridos de los pies, van decenas de peregrinos, entre ellos, Sergio Barreda.
Desde Tulancingo, Hidalgo, este padre de familia ha tenido que caminar un total de 28 horas, no para pedir algo a la Reina de México y América Latina, sino sólo para darle gracias por su familia, su trabajo y la salud.
Detrás de él, con una imagen en yeso de la Virgen de Guadalupe, va Alma Henderson.
Esta mujer llevaba con su andar desde la tarde del lunes, en compañía de un grupo de 25 personas que también buscaban llegar a La Villa. “Vamos a agradecer por todo lo recibido este año”.
De Tlaxcala, Óscar Barba Moreno apresuraba el paso para llegar pronto a su destino y descansar; eso sí, no sin antes pedirle a la Patrona de los mexicanos el favor de que su hijo nazca sano.
En estos días de fervor guadalupano, camiones y, sobre todo, automóviles particulares que circulan por la Zaragoza, hacen sonar sus cláxones en apoyo a los guadalupanos.
A Miguel Álvarez, de 18 años, ya le punzaban los pies y la espalda por ir encorvado con una imagen de la Morenita.
Su compañero, Agustín Vallarta, va a pedir perdón, “por los errores cometidos”.
Cada área verde y camellón, sirven de remanso a los guadalupanos, para tomar fuerzas y cumplir la manda con una de las principales imágenes de identidad y devoción para los mexicanos.
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