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Por Aurelio Pérez
Publicado el domingo, 22 de julio del 2012 a las 02:11
Saltillo, Coah.- Pensar que todo fue un sueño infantil que se gestó entre las paredes de una antigua casona del centro saltillense. Un sueño que tardó, según ese otrora niño, cinco décadas en cristalizarse, y ahora está por cumplir sus primeros 15 años de ser una realidad. Porque Radio Concierto es algo que Armando Fuentes Aguirre “Catón” gestó desde un juego, pero cuya pasión le haría no claudicar hasta tener su propia estación radiofónica.
El cronista de Saltillo relató a Zócalo lo que ha sido esta aventura a lo largo del tiempo, y rememoró vivencias que lo marcaron en la casa que hoy ocupa la emisora.
“Desde luego esta casa es mi casa, no nací aquí, era la casa de mi bisabuelo, de mi abuelo, de mi padre también, pero aquí pasé desde mi niñez hasta que salí para casarme, vale decir que viví 20 años”, relata.
Fuentes Aguirre afirma que era un barrio muy sencillo, de gente de clase media, que se conocía y se apreciaba entre sí. El lo resume diciendo que “había un vínculo de barrio, que es casi como decir que era un vínculo de familia”.
Ese barrio (de la calle Escobedo a la De la Fuente) se consideraba una extensión del hogar, cuyas casas tenían permanentemente sus puertas abiertas para que los transeúntes viera sus zaguanes y los patios floridos con jaulas de pájaros y fuentes.
“Esta casa para mí es el relicario de mis recuerdos, de la infancia y de las mocedades, los recuerdos de mi padre, de mi madre, de los queridos tíos que aquí vivieron también alguna vez y entonces me dice mucho.
Ubicada en la calle Victoriano Cepeda esquina con el Callejón del Caracol, la casa que ocupa Radio Concierto posee innumerables objetos de gran valor, más allá de su biblioteca, videoteca y discoteca, sin embargo, entre todos ellos hubo una adquisición que para el respetado comunicador fue determinante y que marco de alguna forma el rumbo de su vida, y tiene que ver con el gusto por las letras.
“Yo aprendí a leer siendo muy pequeñito, antes de entrar a la escuela y sin que mis padres se dieran cuenta, porque mi mamá se sentaba a la mesa del comedor con mi hermano mayor que estaba ya en primer año del colegio a ayudarlo a hacer la tarea. Yo me sentaba y sin que mi mamá se diera cuenta yo estaba aprendiendo también a leer y a escribir.
“Un día, lo recuerdo como si lo estuviera viendo en este momento, estaba en ese zaguán y llega mi padre del trabajo, abre la puerta y me ve que estaba de bruces en el suelo con una revista que estaba viendo fijamente y a él le llamó la atención: ‘¿Qué estás haciendo? – estoy leyendo-, ¿pero cómo?’ No cumplía yo cinco años todavía?”.
Esa adquisición fue un obsequio muy especial, resultado de un paseo al centro de la ciudad, cuyo principal atractivo era ver los aparadores de las tiendas. El pequeño Armando quedó prendado de unos pequeños cuentos que vendía la desaparecida Librería Martínez de la calle Zaragoza. Era la colección Cuentos de Calleja, una edición de una docena de clásicos realizada por un español. Cómo él “ya sabía leer” le pidió que le comprara uno, pero su padre sólo atinó a contestar, muy en su papel: “vamos a ver”.
Cuál sería su sorpresa que al otro día llegó su papá no con uno, si no con la colección completa, gesto que le mereció un abrazo y una genuina frase del niño: “¡Papá, qué bueno eres!’.
“Yo vi llorar dos veces a mi padre, en toda su vida y en toda mi vida; la primera cuando murió su padre y la segunda, esa vez. Las lágrimas aparecieron a sus ojos, lo emocionó aquello que le dije y es un recuerdo muy bello y muy entrañable que guardo yo y que se relaciona, obviamente, con mi vida de escritor”. Aparte de las letras, desde niño a Catón le gustaba mucho el radio, pues lo consideraba un mundo mágico y señala que en aquellos años el entretenimiento primordial de las familias pues no había televisión y oír el radio era un rito cotidiano.
“Todos se reunían a oír aquellos programas famosísimos: ‘El Risámetro’, ‘El Cochinito’, ‘Sonrisas Colgate’, ‘Carlos Lacroix’, que era un programa de detectives, etcétera. Todavía no llegaban las radionovelas que luego fueron muy famosas, pero se escuchaban aquellos programas de variedades de concursos, ‘El Doctor IQ’, ‘Los Niños Catedráticos’, programas de nombres muy bellos y muy famosos”
Ahí empezó el sueño, él tenía unos ocho años de edad, cuando junto con un amigo (que en septiembre cumplirán 71 años de relación) jugaban a que tenían una estación de radio. Ponían canciones en el tocadiscos y la hacían de locutores bajando y subiendo el volumen.
Ambos recorrían las radiodifusoras saltillenses para pedirles a los trabajadores que les regalaran las agujas de las tornamesas, ya que los discos eran de 78 rpm y cada tres o cuatro discos había que cambiarlas. Éstas eran un tesoro para los pequeños amigos por ser un artículo representativo de su sueño, un sueño que tardaría 50 años en volverse realidad.
“Empecé a hacer los trámites para los permisos de la estación. Estuve así siete años. Un día me llaman de México y me dice una persona: ‘Estoy con uno de tus cuatro lectores y te quiere saludar, – ah, claro con mucho gusto ¿Quién es?-. Es el presidente de la República’ (Ernesto Zedillo), entonces me dice que efectivamente era uno de mis cuatro lectores y que me quería conocer”.
“Llegué puntual a la cita y el jefe del Estado Mayor Presidencial me dijo que debía yo estar 20 minutos con el Presidente, yo debería de estar viendo el reloj y en el momento que dieran 20 minutos debía levantarme. Así lo hice, pero al momento de pararme y agradecer me dice ‘no se vaya, estamos platicando muy a gusto”.
La charla se prolongó por más de hora y media y como resultado, al día siguiente don Armando recibió una llamada de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para que recogiera el permiso para abrir su estación de radio.
Buena música
La consigna de Radio Concierto, que nació sin fines de lucro, era ofrecer buena música a la audiencia y así lo han hecho a lo largo de 15 años, aunque no todo ha sido miel sobre hojuelas.
“Yo siempre le decía a mi esposa que esta estación era mi sueño, y a veces cuando tenemos problemas me dice: ‘pues sí, pero ese sueño te está quitando el sueño’. A veces, claro, es motivo de preocupaciones, nuestros costos son altos, porque las difusoras regularmente se especializan en un tipo de música, entonces una discoteca de 500 discos es más que suficiente, pero nosotros tocamos clásica, vernácula, de la nostalgia, jazz, rocanrol, blues, canto nuevo, ópera, entonces una discoteca como la nuestra, de 15 mil cds, sigue siendo insuficiente y eso representa costos, pago de la energía eléctrica, la nomina de nuestros colaboradores, etcétera”.
Sin embargo, esas dificultades se han sorteado gracias al apoyo de instituciones y patrocinadores y que ha hecho de Radio Concierto, un proyecto que enorgullece a la ciudad.
“Mucha gente que me da las gracias por Radio Concierto, gente de otras ciudades que me dice: ‘oiga y no puede poner aquí una estación como la suya, porque la oí estando en Saltillo y acá no hay nada como eso”.
El proyecto de la estación incluye la apertura del inmueble a grupos escolares, y en la Sala Carmen Aguirre de Fuentes se realizan proyecciones de cintas, charlas, exposiciones, obras de teatro y conciertos musicales, entre otras actividades.
Fuentes Aguirre confiesa que decidió poner la estación en la casa familiar “porque aquí nació el sueño y aquí se debía concretar, además porque es un bello sitio”.
Panorama
En el futuro, el también periodista asegura que quiere seguir trabajando ofreciéndole al público buena música para procurar ser merecedores del halago de “ser un orgullo para Saltillo’, seguir mejorando y acceder a las nuevas tecnologías, ser mejores cada día
“Para mí la radio es un medio mágico porque preserva la imaginación. Cuando vamos al cine o vemos la televisión se nos presentan las imágenes hechas, pero cuando oímos algo por radio necesitamos ejercitar ese don maravilloso que es la imaginación y nosotros somos los creadores”, apunta.
“Oímos una canción y evocamos nuestros recuerdos con nuestras propias imágenes y entonces podemos soñar, podemos crear, podemos ser nosotros mismos a través de la música o de las palabras”.
El cronista comenta que hay un programa que se llama “Sabadito Lindo” en que se sostiene un diálogo con recuerdos del viejo Saltillo. El testimonio de uno de sus radioescuchas sintetiza el objetivo de la estación.
“Algún oyente me ha dicho: ‘Cierro los ojos cuando ustedes están hablando y me parece estar viviendo nuevamente los días de mi juventud’. Esa es la magia del radio, que no tiene ningún otro medio.
“Eso es para mí Radio Concierto: es el sueño, es la imaginación, es la poesía, es la música bella, son los recuerdos, dicho de otra manera, para mí Radio Concierto es la vida”.
MÁS QUE UN TRABAJO
Waldo de la Peña, encargado de la programación, labora en la estación desde su arranque. Para él, estos 15 años han sido una experiencia enriquecedora.
“Entre las cosas que me ha dejado estar aquí es el amor al trabajo, la ética y la tranquilidad, yo salgo relajado de aquí”, expresa.
De la Peña reconoce que nunca se imaginó a la estación como se encuentra ahora, pues en un inicio la situación era difícil, había poco material así que hubo que crecer poco a poco.
“Empezamos desde abajo, pero con todas las ganas del mundo todos los compañeros y la verdad no pensamos que fuera a estar como está ahora, sobre todo lo que ha ido evolucionando; empezamos con los cds, pero había dats, minidisc y ahorita la tecnología ya nos rebasó ya todos está en computadora, (la estación) ha crecido en equipo, antes todo era manual”.
El programador afirma que el la propia gente la que ha contribuido a la evolución de la emisora, sugiriendo lo que quiere escuchar. Esto ha ampliado el panorama musical de la estación. “La misma gente empezó a pedir, empezó primero el jazz y así se fueron abriendo programas. Ahora se puede decir que manejamos todos los géneros tenemos una gran colección de discos”.
Su labor consiste en buscar y elegir el material que se requiere cada día. Ejemplo de ello, las efemérides musicales, programar los contenidos y dejarlos listos para los operadores y locutores.
“He ido creciendo, los años se pasan volando y me he ido alimentando con todo. Lo que puedo decir es que es muy padre este trabajo, me pagan por lo que me gusta”, sostiene.
Un mundo mágico
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