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La Ruta de Hidalgo 199 años después

  Por Cyntia Moncada

Publicado el miércoles, 16 de septiembre del 2009 a las 14:00


Zócalo le muestra el actual rostro de los lugares en que estuvo el Padre de la Patria

Saltillo, Coah.- Cuando Hidalgo llegó a Coahuila no se imaginaba que en las entrañas de ese imponente desierto que lo rodeaba terminaría la misión que había empezado la madrugada del 16 de septiembre.

Hidalgo, cansado, enfermo y degradado, llegó de madrugada a Saltillo (algunos historiadores afirman que fue el 5 de marzo de 1811). Su arribo pasó casi inadvertido, en contraste con el fastuoso recibimiento que tuvo Ignacio Allende con su Ejército días anteriores.

PRIMERA PARADA: SALTILLO

En contraste con el bullicio del Centro de la ciudad, el silencio solemne de una funeraria se impone en la esquina de las calles Hidalgo y Aldama.

Ahí inicia la Ruta de Hidalgo en Coahuila. Sin embargo, lo único tangible que queda del Padre de la Patria en este lugar es una placa que reza “Aquí estuvo la casa que habitó en Saltillo (…) el inmortal Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla…”.

Durante años se pensó que la casa que Hidalgo habitó fue la de la familia Blanco (ubicada en la esquina surponiente de las calles Hidalgo y Aldama). Sin embargo, cuando la casa fue remodelada, la placa se colocó justo enfrente, donde hoy está una oficina de Funerales Martínez. Los historiadores afirman que este lugar fue el que realmente ocupó Hidalgo en Saltillo.

Más allá de un recuerdo tangible, Hidalgo dejó en este rincón de la ciudad su pensamiento y con él una frase que sí sobrevivió al tiempo: “El indulto, señor excelentísimo, es para los criminales, no para los defensores de la Patria”.

Éstas fueron las palabras que Hidalgo respondió a la Corte española, luego de recibir la amnistía que se había decretado el 15 de octubre de 1810, dirigido a las colonias sublevadas en América.

Finalmente, el 16 de marzo de 1811, Hidalgo y los insurgentes dejaron Saltillo. Antes del amanecer tomaron el Camino Real, el objetivo era llegar a Estados Unidos para comprar armas y reforzar la lucha independentista. Entonces se internaron en el desierto.

SEGUNDA PARADA: HACIENDA DE SANTA MARÍA

Entre grandes naves industriales, la torre de una pequeña capilla se distingue desde la carretera Saltillo-Monclova. Esa iglesia, construida en 1721, es una de las pocas construcciones que hoy se conservan de la Hacienda de Santa María, el segundo punto de la Ruta de la Independencia.

Para entrar a la capilla es necesario que uno de los vecinos, encargado de recibir a las visitas, abra los candados que la protegen.

La tradición oral cuenta que en este lugar el cura ofició su última misa. Sin embargo, durante su juicio en Chihuahua, Hidalgo asegura que desde que se levantó en armas no volvió a oficiar.

Las familias que habitan este lugar cuidan celosos los restos de la hacienda, ven con recelo a los visitantes. Para ellos la historia les fue arrebatada cuando retablos y pinturas fueron retirados para evitar hurtos, cuando la hacienda se fue desvaneciendo sin que nadie pudiera rescatarla.

Durante años, los terrenos de esta hacienda han estado en medio de interminables litigios y problemas legales, lo que ha dificultado cualquier intervención para la restauración del lugar.

Mientras tanto sus habitantes narran con orgullo la historia de Hidalgo, lo imaginan sentado frente a las vigas del altar, orando. Seguramente aquella noche que durmió frente a esa capilla pidió fortaleza para salir bien librados de la misión que apenas comenzaban. Seguramente pidió resistencia porque sabía que la iban a necesitar.

TERCERA PARADA: HACIENDA DE ANHELO

El desierto en Coahuila está lleno de secretos que sólo son reservados a quien sabe escucharlo, guarda en sus montañas y sus planicies los ecos del tiempo.

En el desierto todos los sonidos confluyen: el fluir de viejas olas se confunden con el sonido de las balas de antiguas batallas y de voces de las personas que se atrevieron a transitarlo.

En medio de este imponente paisaje se encuentra la antigua Hacienda de Anhelo. El lugar donde Miguel Hidalgo y Costilla y los insurgentes pasaron su tercera noche.

Luego de pasar la noche en Santa María, la tropa reinició la marcha al amanecer. Cruzaron con dificultad la Cuesta del Cabrito, el camino era difícil, los ejes de las carretas se rompían y las mulas se desbarrancaban. Muchos sólo alcanzaron a llegar a Paredón, pero los líderes pasaron la noche en Anhelo.

Aunque en tiempos remotos está haciendo fue una importante productora de papa, maíz, frijol y uva, hoy el lugar está casi abandonado. Las más de 50 habitaciones no resistieron el paso de los años y el abandono y se derrumbaron. Hoy sólo es ocupado por la familia Espinoza, que cuida del lugar.

La fachada de la Iglesia de San José de Anhelo luce cubierta del polvo del desierto. La mayor parte del tiempo está cerrada, pero los domingos o en tiempos de fiesta los habitantes que se han ido regresan para darle un poco de la vida que ha perdido.

Muy cerca de la puerta de la capilla un pequeño monumento recuerda que ese lugar fue un punto más de la Ruta Insurgente.

El difícil acceso al pueblo de Anhelo lo ha dejado fuera de la ruta de los aventureros que buscan recorrer el camino de Hidalgo. Los habitantes de la hacienda comentan que, en su mayoría, los que llegan hasta ahí son estadounidenses que arriban en bicicleta y se suben a los muros que siguen en pie para tomar fotografías o contemplar el desierto.

CUARTA PARADA: BAJÁN

Dos niños morenos de ojos verdes se acercan tímidamente, fingiendo que bailan el trompo cerca de nosotros. Poco a poco van perdiendo el pudor y nos preguntan el nombre. Se sonríen entre sí, se esconden uno detrás de otro, hasta que unos vecinos les llaman la atención. Son don Juan y su esposa que se acercan también a observar y nos invitan a descansar a su casa.

La gente de los pueblos del desierto suele ser así, abre las puertas de su casa, les cuenta lo que sabe a los desconocidos, están ansiosos de compartir sus historias.

En Baján están acostumbrados a recibir extraños. Todos los días ven transitar gente que acude a su pueblo a conocer el lugar donde fue capturado Hidalgo.

Brenda tiene siete años, durante un rato ha decidido seguirme, me regala una moneda antigua que encontró bajo la tierra y también quiere contarme su historia: “Dice mi abuelita que aquí, donde está esa pared, quemaron a Hidalgo”.

Brenda me señala un muro donde fue colocada una placa que dice: “El día 21 de marzo de 1811 fue consumada en este lugar la emboscada en la que fueron capturados los principales líderes iniciadores de nuestra Independencia”.

La gran cantidad de lluvias que han caído los últimos días volvieron intransitable el acceso a la Loma del Prendimiento. Las corrientes naturales de la zona inundaron los caminos y la única forma de cruzar esos seis kilómetros es caminando. Eso no es todo, aproximadamente a un kilómetro del monumento que se erigió en honor a los insurgentes un portón cerrado con candado sostiene un anuncio: “Propiedad Privada. Visitas con Previa Cita. Teléfono 01 867 103 88 26”.

Luego de cuatro días de travesía por el desierto, el 21 de marzo de 1811, los primeros soldados insurgentes llegan a Baján.

Detrás del único cerro de la zona estaba oculto Ignacio Elizondo y su Ejército Realista. Uno a uno fueron cayendo los rebeldes, sin poder resistirse.

Durante todo el día cientos de rebeldes fueron capturados, entre ellos Hidalgo, Allende, Abasolo y Jiménez.

Hacia las seis de la tarde más de 600 rebeldes habían sido capturados. Bajo una guardia de 40 soldados se envió a Monclova la primera partida de 400 cautivos.

QUINTA PARADA: MONCLOVA

Luego de pasar por Castaños, donde aún se conserva una de las estelas que se hizo en 1960 para recordar la Ruta de Hidalgo, los insurgentes llegaron a Monclova en los mismos coches en los que viajaban.

Este municipio del centro del estado fue el penúltimo que visitó Hidalgo, antes de ser llevado a Viesca y luego a Chihuahua para ser juzgado.

Debido a la gran cantidad de presos, los insurgentes fueron divididos. Algunos fueron llevados al Hospital Real, otros a la capilla de La Purísima y algunos otros fueron enviados a trabajar a las haciendas cercanas.

De estos antiguos edificios hoy sólo se conserva el hospital, que actualmente alberga al Archivo Municipal, un museo, una galería y oficinas del Instituto Coahuilense de Cultura. En contraesquina de este lugar fueron fusilados algunos de los líderes insurgentes y enterrados en el panteón municipal.

El museo El Polvorín, situado también en esta ciudad, resguarda como uno de sus mayores tesoros el tronco del imponente nogal en el que estuvo atado el Padre de la Patria.

Finalmente, a finales del mes de marzo de 1811 Hidalgo y los insurgentes fueron enviados a Chihuahua, donde serían condenados y posteriormente fusilados para colocar su cabezas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas.

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