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Por Notimex
Publicado el miércoles, 2 de marzo del 2011 a las 15:41
Méxcio.- Conocida como La Corregidora e incluso como la “Madre de la Patria”, por participar en las primeras conspiraciones por lograr la independencia de México, Josefa Ortiz de Domínguez murió el 2 de marzo de 1829.
María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón nació en la ciudad de Valladolid, hoy Morelia, el 19 de abril de 1773 en el seno de una familia de españoles de clase media.
Su padre fue Juan José Ortiz, capitán del regimiento de los morados y quien murió en acción de guerra, cuando Josefa contaba con pocos años de edad. Tras la muerte de su madre, María Manuela Girón, se hizo cargo de su educación su hermana María, la cual solicitó su ingreso en el Colegio de San Ignacio de Loyola.
Durante los años que permaneció en el colegio aprendió a leer, escribir y nociones básicas de matemáticas, además de lo que se consideraba en la época que debía aprender una señorita de su clase social, de este modo aprendió a bordar, coser y cocinar.
En 1791 contrajo matrimonio con Miguel Domínguez, el cual en aquellos años trabajó en la Secretaría de la Real Hacienda y en la oficialía del virreinato de Nueva España. Gracias a sus buenas relaciones con el virrey Félix Berenguer de Marquina, fue nombrado Corregidor de Querétaro en 1802.
Durante estos primeros años de matrimonio, la esposa del Corregidor, de ahí que se le conozca como La Corregidora, se hizo cargo de las labores domésticas y de la crianza y educación de los dos hijos de su esposo, puesto que Miguel era viudo cuando contrajeron matrimonio. Todo parece indicar que la pareja fue feliz y durante los años que permanecieron casados tuvieron 12 hijos.
Además de las labores domésticas, Josefa se mostró muy identificada con los problemas de la clase social de los criollos, a la cual pertenecía por ser descendiente de españoles.
Ya que a pesar de las reformas realizadas tras la llegada de los Borbones a España (1700), se perpetuó la tradición de que fueran españoles, nacidos en la península, los que ocuparan los altos cargos de la administración virreinal y del ejército, relegando así a los criollos a los puestos secundarios.
Josefa defendió sus intereses de clase y también se hizo eco de las reivindicaciones de indios mexicanos, los cuales vivían en condiciones lamentables. Por este motivo durante toda su vida intentó que se reconocieran los derechos de los indígenas y, además, aprovechó su posición, como mujer del Corregidor, para llevar a cabo numerosas obras de caridad.
En 1808 se produjo la invasión napoleónica de España, la cual tuvo como consecuencia el inicio de la guerra de la Independencia y la formación de las juntas de gobierno, ante la ausencia del rey español Fernando VII.
Las noticias llegadas de España en 1808 al parecer iniciaron el movimiento independentista de México, ya que tras las primeras muestras de apoyo al rey comenzó a fraguarse en algunas mentes la idea de separarse totalmente de España.
Tras un intento fallido del virrey para formar una junta de gobierno independiente se produjeron las primeras conspiraciones destinadas a acabar con el orden establecido.
Estas personas habían abrevado de las ideas de algunos escritores en Francia, quienes a través de sus obras, sembraban las ideas de libertad, igualdad y derechos del hombre; estas fructificaron y dieron lugar a movimientos libertarios en América.
De esta manera, en nueva España los criollos que habían tenido la libertad de estudiar, se contagiaron del anhelo de libertad y pensar en lograr la independencia de su territorio, para acabar con el dominio español.
Con el tiempo, algunos intelectuales y hacendados, seguros de que el pueblo los apoyaría por el descontento que reinaba, se propusieron planear la rebelión para lograr la independencia de la corona española.
Josefa Ortíz de Domínguez se distinguió por su carácter enérgico, al mismo tiempo que fue generosa y caritativa con los oprimidos.
Su simpatía por la causa independiente la puso de manifiesto cuando convenció a su esposo para que prestaran su casa con el fin de que allí se celebraran las juntas de los conspiradores, las cuales disfrazaban como veladas literarias y en las que se reunían, entre otros, don Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo.
El objetivo era estallar el movimiento insurgente el 1 de octubre de 1810, pero 15 uince días antes Joaquín Arias delató la conspiración, por lo que Josefa se apresuró a comunicar la noticia a Ignacio Allende, por lo que envió a Ignacio Pérez a San Miguel el Grande, con lo que dio inicio la primera gesta libertaria de América Latina.
Josefa y su marido, el corregidor Miguel Domínguez, tomaron parte en los planes de conspiración a favor de la Independencia; pero una vez que éstos fueron descubiertos su marido abandonó la causa e hizo encerrar a Josefa Ortiz.
Durante los siguientes tres años consagró sus esfuerzos a la difusión de la causa insurgente; fue señalada por sus actividades antihispánicas, por lo que fue detenida y enviada al convento de Santa Teresa, hasta que en 1817 el nuevo virrey, Juan Ruiz de Apodaca, ordenó su libertad.
Doña Josefa Ortiz de Domínguez vivió para contar la Independencia de México en la que tanto contribuyó y finalmente falleció el 2 de marzo de 1829; sus restos fueron exhumados y llevados con grandes honores a Querétaro, donde hoy reposan.
Dos monumentos se han levantado en gratitud a su memoria, uno en Querétaro, que se alza en el Jardín de la Corregidora, y el otro en la Plaza de Santo Domingo, en la Ciudad en México, frente al edificio de la antigua Inquisición.
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