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Por Redacción
Publicado el sábado, 18 de septiembre del 2010 a las 14:00
José González Gómez | Saltillo, Coah.- Saltillo en los primeros años de la segunda década del siglo 19, en lo que hoy es la zona conurbada Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga, contaba con 22 mil 600 habitantes entre españoles, americanos, europeos, indios, mestizos y de las demás castas. Se tenía una villa, 16 haciendas, 34 ranchos y una subdelegación.
En lo eclesiástico contaba con una capilla, 8 parroquias particulares, no contaba con ermitas. Respecto a lo secular tenía 4 curas, 4 tenientes, 4 capellanes, un sacristán, 5 acólitos, 3 sirvientes y 8 demandantes, según el padrón del 13 de octubre de 1813.
La población de Saltillo, el 23 de septiembre, se entera con certeza de la lucha popular que inició el cura Miguel Hidalgo y Costilla el 15 de septiembre de 1810 en Guanajuato, y de los acontecimientos de las diferentes batallas en el centro del país, al principio con la victoria para el Ejército de Hidalgo.
Al perder los insurgentes la batalla del Puente de Calderón se vieron en la necesidad de replegarse a Zacatecas, es en esta población que deciden viajar a la frontera norte de la Nueva España. Posteriormente viajan a San Luis Potosí, en esa población se encuentra don José Mariano Jiménez, acompañado de los coroneles Juan Bautista Carrasco, Luis Gonzaga Mereles y Luis Malo.
» AVANZANDO HACIA EL NORTE Don José Mariano Jiménez sale para Matehuala el 10 de diciembre y posteriormente el día 28 sale rumbo a Saltillo con 7 mil hombres y 28 piezas de artillería.
En su recorrido entra a Coahuila por el sur del municipio de Saltillo, pasando por los poblados La Ventura, José María, Tanque de las Vacas (hoy Gómez Farías) y Puerto Piñones.
El día 6 de enero llega a puerto de Carneros y tiene un enfrentamiento con las tropas presidiales de Monclova, La Babia, Agua Verde y San Juan Bautista de Río Grande, que anteriormente reunió el gobernador de Coahuila Antonio Cordero. Estas tropas se replegaron a la población de Agua Nueva y el 7 de enero las tropas de Cordero son derrotadas por las de Jiménez. Cordero huye y los soldados presidiales se unen a los insurgentes. El día 8 llega don José Mariano Jiménez como triunfador a Saltillo, ese día le entregan a Cordero como prisionero.
En los siguientes días, José Mariano Jiménez procede activamente a propagar el movimiento insurgente enviando al brigadier Pedro Aranda como gobernador de Monclova, con mil hombres; al coronel Juan Bautista Carrasco lo manda como gobernador de Monterrey con 500 hombres y 4 cañones.
Por el hecho de que el intendente del Nuevo Reino de León, don Manuel Santa María, se declaró insurgente, a Parras le envió al coronel Luis Gonzaga Mereles, con 500 hombres; al presidio de Río Grande envió 2 mil fusileros con 6 cañones para interceptar al tesorero Royuela junto con el ayudante de Cordero, de nombre Adán, quienes conducían el tesoro de las casas reales en numerario y barras de plata.
» TERRITORIO INSURGENTE El segundo caudillo insurgente en llegar a Saltillo es don Ignacio Allende, acompañado de 100 hombres, de su hijo y de la familia de don José Mariano Jiménez. Salieron de Matehuala el día 18 de febrero hacia Saltillo, donde fue recibido el día 24 con fuertes manifestaciones de regocijo por las fuerzas de Jiménez, del clero y del Ayuntamiento. En esta población Ignacio Allende se alojó en las casas reales.
Don Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado del Ejército insurgente y de los jefes militares Arias, Iriarte, Abasolo, Ignacio Rayón y José María Liceaga salen del poblado de Charcas, San Luis Potosí, rumbo a Saltillo, el 19 de febrero.
Cuenta la crónica de don Pedro García –incuestionable testigo de los hechos, que describe en su crónica del actuar día con día activamente al lado del “Padre de la Patria”–, que al partir de Charcas la caravana de Hidalgo el clima fue de frío y con temperaturas muy bajas, y por el día pocas horas de sol, y así siguen hacia el norte por el camino que había allanado don José Mariano Jiménez.
» RECHAZA HIDALGO FESTIVIDAD Permanecían en lo que hoy es la Plaza Félix U. Gómez, Ignacio Allende, Aldama y otros jefes militares a la espera de Hidalgo para conducirlo a su alojamiento, recorriendo la calle de Huizache, hoy Morelos. En esa época la calle de Huizache fue de gran importancia por estar al sur los mesones que servían de hospedaje a las caravanas de comerciantes. Por la misma calle, en la esquina de Morelos y Ramos Arizpe, existía el mesón de más calidad de la población, a él llegaba la diligencia y en el mismo edificio estaba la oficina de correo.
Un hecho que reviste la importancia de esta calle es que fue la primera en tener alumbrado público; se instalaron 150 farolas de gas en el año 1835, en la administración del gobernador Eca y Múzquiz.
» LA VIDA EN LA PLAZA El segundo día en Saltillo, don Miguel Hidalgo y Costilla presenta su renuncia como jefe del Ejército insurgente a una junta oficial de jefes militares, quedando aprobada; después se nombra por unanimidad como jefe del Ejército insurgente a Ignacio Allende, sin que perdiera el cura Hidalgo el trato de generalísimo.
En seguida se convoca al pueblo a la plaza para celebrar este acontecimiento, realizándose en los balcones de las casas reales una ceremonia en la cual se arroja a la multitud 6 mil pesos fuertes. Se anuncian tres días de festejos con misa de gracia y por las noches iluminaciones –fuegos artificiales–; se corren toros por tres días –éstas son las últimas fiestas taurinas que ve don Miguel Hidalgo, ya que como taurino de buena cepa sabía torear, fue ganadero de toros bravos y organizador de festejos taurinos.
» LA PROPOSICIÓN DE INDULTO El día 16 de marzo los insurgentes salen de Saltillo rumbo a Monclova. Hidalgo fue el primero en partir muy de madrugada, acompañado de fray Gregorio de la Concepción y una escolta de 200 hombres de caballería pasa por el poblado de Capellanía a las 10 de la mañana; hizo su arribo a la casa de don Mariano Alcocer, dueño de la hacienda de Santa María, en la cual el Ejército rindió jornada. Ignacio Allende con su tropel de caballos, cañones, carruajes, carretas, mulas de carga, arrieros, soldados, eclesiásticos, frailes y mujeres llegan a la hacienda de Santa María a las oraciones de la noche. Al día siguiente salen de la hacienda de Santa María rumbo a la hacienda Mesillas; cruzando la pesada Cuesta del Cabrito llegan a Mesillas. Luego del descanso salen al día siguiente, llegando el día 18 a la hacienda de Anaelo, hoy Anhelo, último punto geográfico de Saltillo. Descansan el resto del día y se quedan el día 19 por ser el día de San José.
‘AUTORIDADES NI HACEN, NI DEJAN HACER’ La apatía por parte de las autoridades encargadas de la preservación del patrimonio histórico de la nación pone en riesgo valiosas piezas, consideró Miguel Luna Pequeño, buscador de tesoros.
“La gente involucrada no le presta interés y es lo que te decepciona”, dijo refiriéndose a uno de los hallazgos más importantes que ha tenido en su carrera como buscador de tesoros, en la que lleva unos 15 años.
El documento cuenta con número de foja, por lo que se supone esté dado de alta en México. Tiene por fecha enero 20 de 1891 y la firma de Don Porfirio Díaz. Se trata de una escritura donde el dictador cede todo lo que hoy es la zona urbana de Ramos Arizpe a una señora.
Los años no han pasado en balde sobre el documento de valía histórica, y no ha sido sometido a ningún tratamiento y es resguardado en una carpeta amarilla de papel que al mismo tiempo es guardado en un sobre de plástico trasparente azul.
“Así como lo encontré, así lo tengo”, dijo.
Comentó que hace unos tres años el documento fue valuado, en una exhibición de antigüedades, en unos 3 a 4 millones de pesos. Está pidiendo 700 mil pesos por él, por lo que ha publicado el hallazgo en internet en varias ocasiones.
Dijo que se ha contactado con la autoridad municipal, pero no mostró interés en el tema. Lo cierto es que la autoridad obligada para la atención de estos sucesos es el Instituto de Antropología e Historia (INAH).
Lo encontró junto a una especie de recibo de pago del Casino de Saltillo, dentro de un veliz pequeño enterrado a unos 15 centímetros de profundidad.
Al invertir tiempo, dinero y esfuerzo se busca una compensación.
Luego de un hallazgo, cuando acuden a museos, organismo gubernamentales, les indican que la actividad que se realiza es altruista y, en todo caso, el paso a seguir es la donación de las piezas.
En la exposición sólo tendrá como recompensa una placa con un agradecimiento. “Uno invierte mucho en esto y también quiere obtener algo de ganancia. Los que te quieren comprar te compran muy baratas las piezas”, comentó.
Dijo que uno de los principales impedimentos frente a los que se topa al desarrollar su labor, está precisamente en las autoridades federales. “Dicen que todos los documentos históricos son propiedad de la nación”, externó.
Comentó que cuenta con unas espadas españolas que datan de 1800 y que mediante anticuarios le quieren pagar mil o mil 200 pesos por pieza, cuando “yo sé que tiene más valor, por eso a veces uno prefiere quedarse las piezas, a malbaratarlas”.
Consideró que el saqueo que se da cuando se trata de piezas arqueológicas o paleontológicas es un tema serio, con el que se topa muy frecuentemente.
“Lo que hacemos es denunciar, pero desgraciadamente no te hacen caso. Yo he tratado de ponerme en contacto con los del Museo de Desierto porque hicimos el hallazgo de un mamut en un lugar donde andábamos, pero nos dijeron ‘pues si lo quieres traer…’ todavía se alcanzaba a ver parte de los colmillos, pero como no tenemos conocimiento de la extracción, pues lo echamos a perder”, subrayó.
El arte de buscar tesoros * Con el paso del tiempo, desempeñándose como ingeniero mecánico administrador, optó por ir tras el pasado oculto. Ser un buscador de tesoros no es fácil, y mucho menos económicamente.
* En sus inicios, hace 15 años, comenzó con un detector de metales pequeño y viejo. En una búsqueda en Reynosa, esta actividad se torna más en serio.
* A lo largo de este tiempo ha tenido importantes hallazgos, igual económicos como de documentos, armas y fósiles.
* Al dejar su trabajo y dedicarse de lleno a la exploración y búsqueda de tesoros, hace unos 10 años tuvieron un hallazgo en Zacatecas. Encontraron dinero enterrado.
El primer insurgente en avanzar al norte fue don José Mariano Jiménez, de San Luis a Charcas, en este lugar se reúne con fray Juan de Villerías, quien está al frente de las tropas y la artillería sacada de San Luis.
Don José Mariano Jiménez continuó con la actividad militar. El 20 de enero traba combate en Puerto Carneros con el realista Manuel Ochoa, quien, derrotado, se replegó hacia la Hacienda de Patos. En San Antonio Béjar, el capitán de Milicias, Juan Bautista Casas, se apoderó de esta población y con ella de todo el territorio tejano. En esos días la zona que se extendía de San Luis Potosí, Coahuila, Nuevo Reino de León y Texas a la frontera de los Estados Unidos obedecía a los insurgentes.
En la Hacienda de Buenavista lo esperaba fray Gregorio de la Concepción con un escuadrón para conducirlo a la entrada de la Villa de Santiago del Saltillo. La crónica de don Pedro García dice que el cura Hidalgo pidió que no se le diera ningún recibimiento festivo. Su arribo a la Villa de Santiago del Saltillo fue a las 3 de la mañana entre los días 26 y 27 de febrero; cuenta que llegó enfermo.
Los caudillos y los integrantes del Ejército insurgente, en su estancia, vieron un Saltillo de buen trazo, la Plaza de Armas de costados uniformes, buenos edificios, y había ánimo en la población. En las noches los insurgentes en pequeñas tertulias cantaban o leían sus boleras con música de jarabe, tocada por la vihuela –las boleras son el antecedente a las composiciones de los actuales boleros, y la vihuela es el instrumento antecedente a la guitarra–; la población de Saltillo acompañaba a los insurgentes en estas tertulias.
El día 28 de febrero se recibió la proposición de indulto programada por el virrey Francisco Xavier Venegas. Don Miguel Hidalgo e Ignacio Allende acordaron no acogerse al indulto, el documento de respuesta es noble por su valentía y patriotismo. Y como protesta contra la dominación española, en el escrito se plasmó la frase “El indulto es para los criminales, no para los defensores de la patria”, en el que se habla por primera vez de nación mexicana. Este documento se firmó el 1 de marzo de 1811.
Edith Mendoza
* Las historias de su abuela, originaria de San Luis, sobre pobladores en la época de la revolución que enterraba cosas, sembró la semilla de la inquietud sobre los tesoros.
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