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Doña Esther: Una mujer fuera de serie

  Por Orquídea López Allec

Publicado el sábado, 19 de marzo del 2011 a las 15:00


Su nieta detalla pasajes de su vida, habla de sus memorias y del reconocimieanto por su gran labor humanitaria

Piedras Negras, Coah.- Doña Esther González de Pérez Treviño era una mujer fuera de serie, enfatiza orgullosa, María Elena Laborde y Pérez Treviño, su nieta.

Y es que la mujer quien fuera esposa de del General Manuel Pérez Treviño, y quien fuera reconocida por su gran labor humanitaria en España cuando su esposo fuera embajador de México en aquel país en 1936, fue un ejemplo de mujer mexicana.

“Cualquier mujer mexicana hubiera hecho lo que yo, Dios debió de hacer algún milagro”, precisa María Elena que doña Esther se refirió con estas sencillas palabras en la entrevista que el periodista español, Castillo R. Messeguer del periódico madrileño Ya, le hiciera en 1960 en uno de sus viajes a España.

Doña Esther, así como su esposo, el general, Manuel Pérez Treviño, quien fuera el embajador de México en España durante los seis primeros meses de la Guerra Civil Española (julio de 1936 a enero de 1937), vivieron dos guerras: La Revolución Mexicana, y La Guerra Civil Española.

“Ella era apenas una adolescente cuando vivió la revolución mexicana, la que le quitó muchas cosas: A su padre, a su madre y su juventud”, indica.

“Le quitó su nombre, lo mismo que el de sus parientes cercanos, estaba en la ‘lista negra’ del usurpador y asesino de su primo hermano, el presidente Francisco Ignacio Madero González”, añade Laborde y Pérez Treviño.

Y es que la guerra hizo a doña María Esther crecer rápidamente, pues se vio en la necesidad de sacar adelante a sus tres hermanos menores.

El general Manuel Pérez Treviño, ingeniero civil por el Colegio Militar, quien diseñaba y construía cañones para el ejército de Don Venustiano Carranza, en Piedras Negras, Coahuila, contrajo nupcias con Esther González Pemoulié.

Fue en Parras, Coahuila, el primer día de abril de 1920, cuando ella llegó a pie a la iglesia de la Hacienda El Rosario, y salió del brazo de su flamante esposo, que en ese tiempo era jefe del Estado Mayor del presidente Álvaro Obregón.

De ahí, precisa su nieta, se fue a vivir a “Los Pinos”, hoy en día residencia del Presidente de la República mexicana que en ese tiempo estaba destinada como casa habitación del jefe del Estado Mayor Presidencial.

“En España, vivía el matrimonio Pérez Treviño con sus siete hijos cuando la Guerra Civil española”, indica la escritora.

Sin importar la ideología, confesión religiosa, partido político y demás, en medio de la gesta recibieron a 1,200 refugiados españoles en la embajada de México en España.

Y cómo no hacerlo, pues ya el embajador y su esposa doña Esther sabían de los atroces momentos que se viven en una guerra, por lo que velan por los refugiados.

“Se desvivían por ellos, alojaron a una multitud y Doña Esther organizó la vida de los refugiados”, resalta.

La casa estaba abarrotada, al igual que sus pasillos, escaleras, jardines, en todos lados se acomodaban los asilados, e inclusive el matrimonio tuvo que rentar otra casa para alojar a más gente.

Doña Esther por su parte, salía a buscar comida con gran valor, ya que en muchas ocasiones tenia que hacerlo en medio de bombardeos.

“Fueron padrinos de una niña, hija de refugiados que nació en suelo mexicano, y la llamaron Esperanza Guadalupe”, destaca.

Gracias a la muestra fehaciente de lo que es la protección de derechos humanos, como muestran los propios escritos de los refugiados en aquel momento, doña Esther, ya viuda, recibió el 21 de noviembre de 1946, de parte del Ministerio de Gobernación de España, la “Orden Civil de Beneficencia con distintivo negro y blanco, categoría Cruz de Primera Clase”, distinción que se le otorgó por Actos Benéficos con riesgo personal.

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