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Calderón y el ‘dedazo’ mortal

  Por Reporte Índigo

Publicado el sábado, 25 de julio del 2009 a las 14:00


Cuando Felipe Calderón fue confirmado como presidente electo, su discurso caló hondo cuando dijo

México, DF.- Cuando Felipe Calderón fue confirmado como presidente electo, su discurso caló hondo cuando dijo: “Ahora el reto será cómo ganar el gobierno sin perder el partido”.

Tres años después, parece que las prioridades de aquel discurso cambiaron radicalmente.

Y es que quizá ante la sensación de estar perdiendo el Gobierno tras la debacle electoral del 5 de julio, Felipe Calderón sólo parece tener una obsesión política en mente: no perder su partido.

Pero el juego luce tan obvio, tan evidente, que ni los suyos se lo compran. Peor aún, lo rechazan en un acto que amenaza con provocar el quinto quiebre histórico del partido.

Un quiebre que comenzó a dibujarse esta semana con la rebelión abierta de seis prominentes panistas.

Son seis personajes de distintas tribus azules que salen a pintarse la cara para rebelarse a la pretensión presidencial de imponer un candidato.

Y eso no lo consienten porque la imposición presidencial pretende pasar por encima de la derrota que desde Los Pinos se dibujó y que Germán Martínez operó magistralmente bajo la batuta de Juan Ignacio Zavala.

Manuel Espino, Javier Corral, Santiago Creel, Ricardo García Cervantes, Humberto Aguilar y Gerardo Priego son los jefes visibles de una disputa que bien podría ser bautizada como “la batalla del Tuconca” (Todos Unidos Contra Calderón).

Es el primer frente abierto que se conoce en México en el que los propios correligionarios salen a dar la cara para confrontar al poder supremo instalado en Los Pinos.

Hasta ahora, las rebeliones contra las preferencias presidenciales dentro de su partido –sean dentro del PAN o del PRI, los únicos que han ocupado la casa presidencial– eran casi silenciosas, soterradas, con súbitos y estrepitosos desenlaces.

Eso le pasó a Vicente Fox cuando, a pesar de su investidura presidencial, no fue capaz de articular la candidatura panista de su favorito, Santiago Creel.

Un panismo silencioso, que rechazaba un sexenio sin cambios, prefirió apoyar a Felipe Calderón. Sólo el día de la elección interna, Manuel Espino terminó de leer la protesta que nunca fue evidente.

Por eso Felipe Calderón está inquieto. Porque anticipando, como ya le sucedió a Fox, que el final de su sexenio se adelanta frente a las adversas circunstancias, las propias y las ajenas, necesita cuidar su salida, su herencia y su lugar en la historia.

Para que no se le aparezca en el camino un Ernesto Zedillo que, “malagradecido”, someta a su régimen a cuentas, ponga a sus cercanos en el banquillo y reniegue de los programas y las políticas encalladas en la corrupción, lejos del bienestar popular.

Lo que Felipe Calderón está haciendo no es cuidar el frente de batalla, sino la retaguardia de salida para tener alguna esperanza de poder influir en la designación de su sucesor. Muy cerca de esos ánimos y esas prácticas tan priístas que tanto denostó.

El Presidente parece no haber aprendido la lección del 5 de julio, en la que el debut del dedazo azul como método para la designación de candidatos fue un rotundo fracaso.

Por eso sobran los panistas que sienten que hoy viven sentados en ruinas. Escombros de un partido que hace nueve años sacó al PRI de Los Pinos y que si no se reinventa con inteligencia desde la unidad, terminará por ser sacado dentro de tres años de la propia casa presidencial.

Sólo bajo estas premisas puede entenderse el eslogan adoptado por Manuel Espino para reinstaurar el sendero de la cordura y del triunfo dentro del PAN: Volver a Empezar.

Y es que sólo se puede volver a empezar cuando algo no existe o cuando su deterioro es tal, que hay que volver a edificarlo desde los cimientos.

Escuchemos las voces de cuatro de los rebeldes –Espino, Corral, Priego y Aguilar– para entender las causas y los motivos. Pero, sobre todo, aprendamos de la historia para evitar caer en las histerias.

CRISIS

» La cuarta crisis del PAN no es si Calderón controla o no a su partido. La cuarta crisis consiste en que las burocracias partidistas no escuchen a la gente, no logren entender el mensaje y no encuentren ni la ruta ni al hombre para reencauzar rumbo a 2012 el esfuerzo hacia los ciudadanos.

LOS CUATRO CISMAS DEL PAN

A lo largo de su historia, el PAN ha vivido momentos de tensión, puntos de quiebre que se pueden identificar y corren casi al mismo ritmo del sistema que puso en marcha el fundador del PRI, Plutarco Elías Calles.

LA FUNDACIÓN

Acción Nacional nació en 1939 como una forma de agrupar a las clases medias y empresariales. Se unían ante la amenaza del Gobierno populista de Lázaro Cárdenas.

Eran grupos liberales y vasconcelistas, católicos y empresarios, que fueron captados por un ex funcionario del gobierno de Calles que trabajó en el Banco de México: Manuel Gómez Morín.

Durante la estapa fundacional, se habló de la “brega a la eternidad” y de no buscar el poder por el poder mismo.

Entre 1940 y 1970, México vivió el milagro mexicano conocido como el desarrollo estabilizador. Una época de crecimiento estable, de movilidad social, de prosperidad casi generalizada.

Y en estas condiciones favorables para el partido en el poder, el PAN no pudo lograr victorias sobresalientes. Se le veía como una oposición leal.

PRIMER QUIEBRE

A pesar de que el PAN aún no alcanzaba victorias importantes, ya tenía disputas ideológicas que llevaron a la expulsión de destacados miembros.

Como ocurrió en todo el mundo, la guerra fría era el marco para la confrontación de ideas entre el marxismo y el capitalismo.

En la Iglesia católica luchaban conservadores y teólogos de la liberación, y en Acción Nacional también se confrontaron visiones ideológicas.

Por un lado, un grupo de panistas destacados, como Hugo Gutiérrez Vega, fueron expulsados en 1963 del partido por su presidente nacional Adolfo Christlieb Ibarrola.

Se les reclamaba sus inclinaciones a la Democracia Cristiana de América Latina, que en aquel entonces miraba hacia la izquierda.

Gutiérrez Vega narró que en 1967 fue golpeado por Diego Fernández de Cevallos porque en una obra de teatro acusó al papá de Diego de “reaccionario y porfirista”.

SEGUNDO QUIEBRE

En la campaña presidencial de 1970, nació la corriente del Solidarismo, la cual defendían con tesis académicas Carlos Castillo Peraza y Efraín González Morfín.

Fue una corriente en la que encajaron muy bien destacados miembros de las llamadas familias custodias, las que fundaron el PAN.

El Solidarismo fue identificado por los grupos empresariales que comenzaban a simpatizar con el PAN como una corriente marxista dentro de un partido de derecha.

Y en la selección del candidato presidencial de 1976, para suceder al controvertido Luis Echeverría, los grupos hacia el interior del PAN se confrontaron como nunca antes.

Pocos conocen la historia que obligó al PAN a no presentar candidato a la Presidencia. Fue una contienda interna en la que se usó un método parecido a la anulación del voto.

La derecha había decidido hacer del PAN su plataforma. Empresarios e Iglesia enfrentarían los terribles demonios políticos sembrados durante el sexenio de Echeverría.

Fue cuando este grupo detectó que el PAN competía haciéndole juego al sistema. Y creó una corriente que ordenó a sus miembros mover su voto para que ningún candidato alcanzara la mayoría.

Ni Efraín González Morfín ni Pablo Emilio Madero pudieron salir adelante. La fractura permitió que José López Portillo no tuviera rival en la primera elección presidencial de un solo candidato.

La herida fue muy grande y en 1978 renunciaron al PAN el ex candidato presidencial Efraín González Morfín, Raúl González Schmall y Julio Sentíes, entre otros.

TERCER QUIEBRE

La luna de miel entre José López Portillo y el empresariado se trastocó con la estatización de la banca.

Algunos empresarios con Manuel “El Maquío” Clouthier al frente se decidieron a entrar de lleno en la política.

La herida lopezportillista propició que los hombres de negocios dejaran el confort de sus despachos para salir a contagiar una ola de cambio democrático.

Las primeras victorias significativas empezaron con Luis H. Álvarez en Chihuahua; Francisco Barrio, en Ciudad Juárez; y Rodolfo “El Negro” Elizondo en Durango.

Los bárbaros del norte simplemente jugaron a ganar. Atrás quedaban las ideas de educar primero a la gente para la democracia y la visión de que el PAN era la escuela de ciudadanos en una larga “brega a la eternidad”.

En el bajío emergieron Carlos Medina Plascencia y Vicente Fox. Para 1989, el PAN asumía con el empresario Ernesto Rufo su primera gubernatura. Era Baja California.

El sistema se sacudía en los 80 por las recurrentes crisis sexenales. La etapa del desarrollo estabilizador había terminado dando paso a una era de inestabilidad financiera, inflación y enojo de las clases media y baja, que vieron en el PAN la respuesta a su intranquilidad política.

En 1992, Pablo Emilio Madero, Bernardo Batiz y Jesús González Schmall abandonaron Acción Nacional.

La pérdida del control del Comité Ejecutivo Nacional los obligó a crear el Foro Doctrinario y Democrático. Su rebelión fue tan dispersa, que Batiz y González Schmall terminarían en el PRD.

LA PRESIDENCIA

Con Carlos Salinas de Gortari y después con Ernesto Zedillo, el PAN continuó su avance sobre las ciudades en donde las clases medias reclamaban la pérdida de poder adquisitivo y de empleo debido a las crisis.

Pero los líderes eran rostros nuevos no curtidos en la lucha ideológica. Tampoco se formularon grandes planteamientos doctrinarios..

Fue el grupo de empresarios que vieron en Vicente Fox al sucesor de Manuel Clouthier. Y lo impulsaron a través de los Amigos de Fox.

Vicente Fox acusó sin reparos a Diego Fernández de Cevallos de desperdiciar la oportunidad de ganar para el PAN la Presidencia en 1994.

A “El Jefe” Diego se le echaba en cara haber dejado pasar la primera oportunidad real de instalar al PAN en Los Pinos. Su repliegue tras ganar el debate al priísta Ernesto Zedillo, cuando el panista iba arriba en las encuestas, nunca tuvo la justa explicación.

La confrontación en el PAN fue constante, sobre todo cuando Vicente Fox rompió los tiempos oficiales y los de su partido para anunciar, con tres años de anticipación, su deseo de buscar la Presidencia.

Un empresario que se había entusiasmado con el cambio ofrecido por Fox, años después se reía de los magros resultados del “Sexenio del Cambio”.

“Qué chiste tiene hablar de estabilidad cuando el coche está parado. Estamos ante el estancamiento estabilizador”, decía después de que se desinfló la euforia foxista.

CUARTO QUIEBRE

Que el PAN se está transmutando y cambiando de ruta se observa a través de los “nuevos panistas” que han llegado.

No son esos empresarios bárbaros que lucharon por la democracia cuando nadie creía en ellos. No, ahora son los viejos soldados del régimen priísta: Miguel Ángel Yunes, Diódoro Carrasco y Benjamín González Roaro, entre otros.

Ni Francisco Barrio, ni Carlos Medina sobrevivieron. Lo que confirma que no basta ser bien intencionados.

En política hay que desarrollar eso que Ikram Antaki definió como esa “forma de inteligencia que los griegos llamaban “metis” y que cubrían todas las artes de la cacería (trampas) y de la pesca (redes)… Es una de las múltiples formas de la inteligencia y el pensamiento; compleja, previsora, sagaz, flexible, atenta, vigilante; tiene sentido de la oportunidad, es hábil y se nutre de la experiencia: se aplica a las realidades fugaces, desconcertantes, ambiguas, que no tienen una medida precisa o rigurosa”.

PRESIÓN DE CALDERON

El ‘jefe’

» El presidente Calderón está bajo la presión de los grupos de derecha, por un lado, y echando mano de los pragmáticos con “El Jefe” Diego Fernández de Cevallos por el otro.

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