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Un negocio con reglas morales

Por Paloma Gatica

Publicado el lunes, 19 de junio del 2017 a las 09:03


Se rige por la buena voluntad y con compromisos de palabra.

Saltillo, Coahuila.- A pesar de que Saltillo se caracteriza por tener una amplia población estudiantil procedente del interior del estado, no existen disposiciones legales que por una parte regule el hospedaje estudiantil y por otra, permita que sea un gasto deducible de impuestos para los padres.

Según el Departamento de Vinculación de la Universidad Autónoma de Coahuila, la cifra de estudiantes foráneos se incrementa año tras año 2%, es decir, que de los aproximadamente 11 mil estudiantes que ingresarán este año, al menos 220 serán estudiantes de otros municipios que se sumarán a los más de un millar ya existentes. Sin embargo, su residencia estudiantil acepta a sólo 38 estudiantes.

El negocio de las casas de asistencia en Saltillo funciona con un trato de palabra y el voto de confianza que los caseros dan a quienes dejan entrar a la intimidad de sus hogares.

A diferencia del estado de Michoacán, en donde el Reglamento Municipal de Hoteles, Moteles y Casa de Huéspedes establece los parámetros bajo los cuales deben funcionar las casas de asistencia, en Coahuila únicamente se cuenta con un apartado en el Código Civil Federal que aborda los derechos y obligaciones del arrendador.

En Michoacán la ley delimita que las asistencias deben manejarse bajo estricta moralidad y organizarse específicamente en un régimen familiar que proporcione alojamiento con alimentos y servicios básicos mediante el pago de una retribución convenida.

Así mismo, obliga a tramitar una licencia a quienes quieran ofrecer este servicio en sus hogares, reunir una serie de requisitos y que estos a su vez sean aprobados por la cabecera municipal. En Saltillo, el negocio sólo depende de la voluntad de las partes.

Con privilegios

Lo que más añora cuando piensa en su casa es su recámara, dos veces más grande que en la que duerme aquí y la privacidad de la que en ella gozaba al no tener que compartirla con nadie. Sus libros en orden, un clóset para él solo y un momento de tranquilidad son privilegios en lo que nunca se detuvo a pensar.

En su natal Monclova no tenía que esperar a que el baño se despejara para poder tomar una ducha relajante, ahora, si no se despierta por lo menos una hora antes que los demás, le toca esperar hasta el final para bañarse.

Jaime Enrique Vázquez, vive en Saltillo hace un año y medio, la elección de una carrera que las universidades cercanas a su ciudad no ofertan, lo trajo a vivir en una casa de asistencia en el fraccionamiento Real de Peña.

La casa en la que vive es muy parecida a la suya, la única diferencia es que aquí la matriarca de la familia no tiene el tiempo suficiente para cocinar, como lo haría la madre de Jaime.

Una casa de asistencia parece ser siempre la opción que más agrada a los padres de quienes se mudan a otra ciudad para cursar la preparatoria o carrera universitaria.

Afortunadamente para Jaime, sus padres eligieron bien. A diferencia de sus compañeros que también viven en casa de asistencia, a él sus caseros le dan la libertad de tomar un bocadillo nocturno en temporada de exámenes sin tener que pedirlo. En cambio a sus amigos les apagan la luz antes de que terminen de repasar para el examen del día siguiente.
 
Sin contrato

Para los padres es difícil dejar vivir a sus hijos en la casa de un extraño con la seguridad que tendrán una estancia ordenada y a falta de la supervisión familiar,quien les brinda la asistencia pondrá límites y marca una figura de autoridad.

“Hablar con los papás es uno de los requisitos que yo pongo. Este negocio es el único donde no hay contrato, todo es de palabra, no les pido ni credencial para votar, ni alguna identificación, nada más con la química que me dan las personas y platicar con ellos, pero no les pido que firmen nada”, así lo asegura Elsa María Cantú, quien asiste a señoritas en su casa desde hace cuatro años.

Aunque Elsa es flexible con los horarios de entrada y salida, la única condición que pide es que al momento de regresar a casa es llegar en estado conveniente y no tomarse la libertad de pasar a sus acompañantes, la última es una de las razones más comunes por las que se van las asistentes al sentir que les falta libertad.

Para diferentes bolsillos

En las colonias cercanas a la zona universitaria como República oriente y poniente, los precios alcanzan los tres mil 500 pesos; el costo aumenta por la ubicación de la casa y porque la mayoría de estas asistencias incluyen los alimentos de lunes a sábado, además de otros servicios como teléfono, cable, limpieza de la habitación y lavandería. Las habitaciones pueden ser compartidas y el costo aminora o puede duplicarse si la habitación es individual.

Una tradición

Saltillo cuenta con tres residencias para estudiantes universitarios, todos funcionan bajo el control de de instituciones educativas como la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), la Benemérita Escuela Normal de Coahuila (BENC) y la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN).

El programa de la Residencia Femenil Universitaria de la UAdeC fue fundado hace 45 años con el objetivo principal de alojar a chicas, procedentes de diferentes partes del estado que vienen a la máxima casa de estudios en busca de una meta cultural y académica, dice Angélica Narro, su actual presidenta.

“Aquí vienen los papás con sus hijas a pedir que las asista, porque casi nunca hay lugar entonces hay incluso una lista de espera, lo que nos pone en un dilema para elegir a una nueva chica de entre tantas y a veces se escoge por una tómbola”, admite la directora.

Alta demanda que tiene esta residencia se debe a que la cuota de recuperación es la más baja de todas y gozan de todas las comodidades, inclusive con las que no cuentan en sus propias casas.

Otro de los programas para asistir a universitarias femeninas es con el que cuenta la BENC para las alumnas que estén registradas en su matrícula, fundado en 1909 y que para aquellos años admitía únicamente alumnado masculino.

En los últimos años el internado se convirtió en exclusivo para mujeres y año con año recibía una demanda de alrededor de 250 lugares. La estancia en esta casa de asistencia tiene un costo de mil 200 pesos mensuales que incluye tres alimentos diarios de lunes a sábado más los servicios básicos.

El internado de la UAAAN establece a los alumnos que aspiren a asistirse en sus instalación es que deben mantener un promedio mínimo de 8.5 para asegurar ahí su estancia, así como el pago de una cuota de recuperación de mil 300 pesos mensuales que les brinda tres comidas al día de lunes a domingo.

Además de servicios como agua caliente, luz, canchas deportivas, gimnasio, así como una habitación semi- amueblada para compartir con tres alumnos más o bien pagar la cantidad de 2 mil pesos para ocupar un espacio más amplio a compartir sólo con un compañero de cuarto.
 
Sería incosteable

Eduardo Sánchez, quien asiste estudiantes desde la década de los 90 en el primer cuadro del Centro Histórico en Saltillo, comenta que los intentos por reformar las leyes para las casa de asistencia en Coahuila no son viables para los padres de los universitarios que asiste.

“En alguna ocasión Turismo y el Registro (Público) de la Propiedad pretendieron hacer leyes, pero si yo le rento un lugarcito de mi casa a un estudiante no es costeable, porque implica darse de alta como un negocio ante la Secretaría de Hacienda, y entonces ellos estarían pagando el costo de un hotel y servicio a cuarto por la comida para yo poder darme de alta”.

Y explica que esto lo obligaría únicamente a aumentar el precio de servicio y volverlo incosteable para los padres de los estudiantes, pues no sólo corren con los gastos de la asistencia, sino también con los de transportación, colegiaturas y material para trabajos escolares.

Por otro lado,  formalizar las casas de asistencia como un negocio y atender lo que señala el Código Civil Federal de Coahuila en su Artículo 2412, que obliga al arrendador a entregar el inmueble con todas las pertenecías con que se le rentó en perfecto estado, pondría en desventaja a los padres, pues las cuotas mensuales dejarían de incluir la manutención de la casa y generaría cargos extra.

La renta de habitaciones a estudiantes o profesionales se mantiene como un negocio sin leyes que protejan en determinado momento a ninguno de los participantes, únicamente con reglas de carácter moral que atienden los intereses de los que ofertan el espacio.

Incluso existen quienes mantienen a flote el negocio, argumentando ante los vecinos, que se trata de los hijos de familiares que viven en otra ciudad, para evitar problemas con la autoridad o los vecinos inconformes.

Prefieren roomies

Elsa María aseguro que seguir reglas puede no agradar a todas las estudiantes, es por eso que en los últimos años el nivel de demanda disminuyó y la renta de departamentos entre varios, es lo de hoy.

“El que quieran estar en un departamento, tiene que ver no tanto en el sentido de los horarios, porque traen llave, pero aquí a la casa no entran compañeros, menos los novios, quizá porque muchas tienen novio y en los departamentos sí pueden disfrutar de esas libertades” dijo.

Sin embargo podrá representar un gasto mayor, aunque sean compartidos.

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