Nacional
Por Agencia Reforma
Publicado el lunes, 30 de octubre del 2017 a las 05:20
Ciudad de México.- La voz que ora a lo alto al caer la tarde suplica: “Te pido que reces, hermano” y el aire se carga de recuerdos de aquellos que murieron en este año.
Al canto intenso responden los perros a lo lejos, como si supieran el dolor que esa frase lleva para muchos de los aquí reunidos.
Es la calle 10 de abril, en la colonia Emiliano Zapata de Jojutla, uno de los lugares más afectados por el sismo del pasado 19 de septiembre.
Según cuenta Damián Wences Velázquez, vecino del lugar, siguiendo sus tradiciones, los parientes y amigos, construyeron esta tradicional ofrenda en medio del llano.
“Para todos nuestros familiares, conocidos y vecinos de quienes murieron en el sismo del pasado 19 de septiembre”.
Este 28 de octubre se dan las ofrendas a las personas que son matados o murieron de forma violenta y para los difuntos nuevos.
La noche, las lágrimas y suspiros de sus parientes, luz de las velas, los olores del incienso y copal, los coloridos pétalos del cempasúchil y de las frutas, les dan la bienvenida al lugar que en vida una vez fue su hogar.
La zona está bien delimitada por dos grandes tapetes que llevan signos religiosos y mensajes hechos con aserrín pintado, a la usanza de la región.
El primer tapete evoca la que fue la capilla de la colonia y que al igual que cientos de casas cayó bajo la fuerza del sismo de magnitud 7.1 que sacudió la comunidad ya hace más de un mes.
El segundo, explica Wences Velázquez, es el más representativo, ya que busca darle las gracias a quienes los han apoyado en medio de esta tragedia: “Ese tapete es para ellos, no porque estén muertos, sino porque han venido a darnos vida y esperanza a la colonia: amigos de Oaxaca de Chiapas, de Monterrey, de la Ciudad de México, de Estados Unidos –de las California, de las Carolinas, de Houston–, gente que ha venido de todos lados, hasta de Rusia. Es para las personas que nos regalaron las casitas chinas, las casitas de cadena este tapete es para todos ellos”.
Para llegar a la ofrenda, piden a los visitantes traigan una vela, “porque cada vela en esta ofrenda, es un esperanza”.
Cuenta que el albergue de la comunidad aún necesita agua, leche, cloro y artículos de limpieza; que a la comunidad le faltan herramientas, material y manos para construir de nuevo sus casas y, a ellos, sus familiares.
A lo lejos, termina el rezo del rosario, tratando de reconfortar a quienes esperan con ansias el poder encontrarse con sus fieles difuntos.
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