Ramos Arizpe, Coah.- El ejido Las Coloradas, ubicado en los límites de Ramos Arizpe y Castaños, guarda una curiosa similitud con Concepción del Oro, Zacatecas. No por otra cosa que no sea que ambas poblaciones están más cerca de otras localidades que de aquellas que dependen
administrativamente.

Concha del Oro está mucho más cerca de Saltillo que de la capital de su estado, la ciudad de Zacatecas. Las Coloradas, ubicada en un solitario punto entre Cuatro Ciénegas y Castaños, administrativamente pertenece al municipio de Ramos Arizpe, pero geográficamente está más cerca de Castaños.

“Aquí sobrevivir es cuestión de suerte”, dice Marco Antonio Cázares Torres, asesor de la mesa directiva del ejido.

Y sus palabras aplican de manera literal. El servicio médico más cercano está en Castaños, a 100 kilómetros de distancia. La fauna es peligrosa y la atención precaria. Hay sólo un centro de salud que se limita a medicamento caduco para un dolor de cabeza, un golpe y nada más.

—¿Y qué pasa si los pica o los muerde un animal venenoso?

— Pues primero a ver si llegas.

—¿Hasta el hospital?

— No, al ejido. Y luego pues si tienes suerte y aguantas el traslado a Castaños, a ver si te pueden salvar.

Marco Antonio Cázares Torres es uno de los productores de candelilla del ejido.

A este ejido se llega por un camino que inicia a menos de un kilómetro del tramo conocido como La Muralla, en la carretera a Monclova. Luego, hay que recorrer los 31 kilómetros por terracería hacia el poniente, trayecto que lleva entre una hora y una hora y cuarto.

Prácticamente no hay acceso a servicios ni a insumos. La gasolinera más cercana está a 50 kilómetros de distancia, un recorrido muy grande para estos hombres que dependen de la producción de la cera de candelilla para subsistir.

“A veces algunos vecinos traen tambos de gasolina, pero luego los detienen porque creen que es combustible robado”, dice Cázares Torres.

Los apoyos como Procampo ya les fueron reducidos en gran parte, y por ello los habitantes de Las Coloradas, como muchos otros ejidos de la región, no viven, sino sobreviven con los medios que tienen a la mano.

Apenas el pasado 14 de octubre, los habitantes de esta comunidad celebraron el aniversario número 57 de Las Coloradas como ejido, eso sí, con una fiesta a la que asistieron muchos de los oriundos de estas tierras que ya emigraron a Monclova, Cuatro Ciénegas, Castaños, Ramos Arizpe y Saltillo en busca de mejores oportunidades.

“Tuvimos la fiesta aquí, hicimos un baile. Fuimos a Ramos a pedir un permiso y solicitamos patrullas al Municipio y a Fuerza Coahuila. Pero nada, Protección Civil nos obligó a pagar el servicio de ambulancia de 2 mil pesos pero nunca nos enviaron una patrulla. Afortunadamente no pasó nada, pero con la gente tomando puede ser riesgoso para la gente que viene con niños y todo”.

En Las Coloradas no hay servicios. El agua la suministran dos pozos que le dan a los habitantes del ejido para consumo y crianza del famélico ganado que tienen algunas de las 30 familias que viven en el lugar.

La red eléctrica no llega hasta acá. “Dicen que no es rentable traer postes hasta acá, y la verdad no, no es rentable para ellos, pero los que vivimos aquí pasamos frío y oscuridad todo el año”.

La solución parcial ha sido la colocación de páneles solares, pero no todas las viviendas cuentan con uno. La Secretaría de Desarrollo Social solamente dotó a la mitad de las viviendas con estos páneles hace un par de años, y los demás se quedaron esperando.

“No nos han dado respuesta, nosotros hemos estado pidiendo a la Sedesol que nos den páneles a las familias que no tenemos, pero no nos hacen caso”.

En el suelo del patio de la casa de Marco Antonio Cázares yace una gran cantidad de baterías para automóvil. “Es lo que usamos para tener luz, o poder ver tantito la televisión cuando se llega a ver, porque no tenemos otro medio para tener electricidad”.

En Las Coloradas no hay niños. Todos se fueron a vivir con sus familiares fuera de aquí. Y no hay razón para que ellos permanezcan en este lugar: la única escuela que hay en el poblado dejó de tener maestros hace siete u ocho años.

Ni aun los maestros de mayor vocación aguantaron el trayecto diario hasta este ejido para atender a menos de una decena de niños.

Hasta el año pasado, había seis menores de distintas edades. La Conafe capacitó a Maricela Quiroz García, quien llegó hace dos años a vivir con su esposo para que diera clases a estos menores. Las clases eran para niños de preescolar y grados avanzados de primaria. Todos los niños fueron llevados por sus padres a Saltillo, Ramos Arizpe y Castaños para que pudieran estar en una escuela formal.

La escuela se encuentra en el abandono debido a la falta de menores en la comunidad.

Actualmente hay dos niños en edad de preescolar, y la Conafe determinó que no vale la pena pagar una beca de 2 mil 500 pesos mensuales a Maricela por educar a los dos pequeños.

PRECARIEDAD Y CONFLICTOS

Todos los problemas de Las Coloradas están a punto de agravarse por un conflicto que hubo este año con la principal compradora de candelilla en este lugar, la empresa Multiceras, de Monterrey.

Los 25 productores de candelilla en este ejido obtienen permisos por cinco años del Gobierno federal para la explotación de este recurso a través de Semarnat y Conafor. Son para una producción aproximada de 25 a 30 toneladas anuales de cera de candelilla, que es comercializada principalmente con las empresas Multiceras, de Monterrey; Ixcan, de Saltillo, y Ceras Reales, de Cuatro Ciénegas.

Estos permisos son evaluados cada cinco años y a los ejidatarios les entregan guías o remisiones, que son las facturas que facultan a las empresas compradoras a exportar el producto a Estados Unidos, Canadá y Japón.

Multiceras hizo una petición de 16 toneladas, pero los ejidatarios no contaban ya con guías o remisiones, por lo que solamente les vendieron ocho a un precio de 70 pesos el kilo.

La empresa necesitaba aún más cera, pero la falta de remisiones provocó el descontento del principal cliente del ejido, que ahora se encuentra en un problema, pues no tienen quién les compre la cera de candelilla.

“Tenemos 11 toneladas para el resto del año, pero no sabemos si se van a vender o no, esto es la subsistencia de la comunidad, la verdad es que no hay ganancias para nosotros. Todo se invierte en producir la candelilla y lo poco que sale es para mantener el ganado, comprar gasolina, darle mantenimiento a los vehículos”.

Cázares Torres afirma que otros ejidos como La Paloma o Plan de Guadalupe, también productoras de candelilla, ofrecen a los clientes hasta en 65 pesos el kilo de candelilla, lo que está dejándolos fuera de la competencia.