Ciudad de México.- Hasta hace unos años se decía que el dolor que se siente en las piernas al siguiente día del maratón o de cualquier gran esfuerzo físico se debía al ácido láctico acumulado en los tejidos musculares que trabajaron durante la carrera.

Ahora se sabe que no es así, eso es un mito. Las molestias “del día siguiente” se deben a lo que se conoce como DOMS (Delayed Onset Muscle Syndrome o Síndrome Muscular de Aparición Tardía), que se debe a las microlesiones que se producen en los músculos que trabajan al correr al someterlos a esfuerzos extraordinarios.

A ese tipo de efectos se debe la creencia de que la fatiga se genera en los músculos que trabajan al correr, lo que, aunado a la deshidratación, a la elevación de la temperatura corporal y al agotamiento de las reservas de glucógeno, causa lo que se conoce como el modelo catastrófico de la fatiga.

Ese modelo supone que los límites del desempeño atlético son determinados por los cambios metabólicos que ocurren en los músculos que trabajan al correr al romper la estabilidad interna del organismo (homeostasis), provocando la aparición de la fatiga periférica, que frena el rendimiento del corredor.

Un buen ejemplo de esto es la acumulación del ácido láctico en las piernas, como arriba se menciona, lo que ocasionaría la aparición de la fatiga en los grupos musculares que se involucran al correr. De acuerdo con eso, al llegar a cierto nivel de acumulación se produce la crisis (fatiga) que impide al atleta seguir corriendo.

UN CAMBIO RADICAL

Esa fue la creencia hasta hace algunos años, cuando el fisiólogo sudamericano Tim Noakes promulgó su “Modelo Gobernador central”, que establece que la fatiga no se genera en los músculos que trabajan, sino que es el cerebro el que emite el mensaje de la fatiga con el fin de reducir la intensidad del esfuerzo y proteger la integridad física del corredor.

En el ejemplo del ácido láctico, no es su acumulación la que ocasiona la fatiga de manera directa en los músculos, sino que, al llegar a un cierto nivel de acumulación, provoca que el cerebro emita la señal de la fatiga que, de acuerdo con esto, es más una respuesta mental que una reacción biológica para proteger al atleta.

Para Noakes, la función del cerebro al generar la señal de la fatiga es proteger al organismo de forma preventiva, y acabó con el mito de que la fatiga se genera en los grupos musculares que trabajan al correr.

RECALIBRAR EL CEREBRO

La propuesta de Noakes ha impactado fuertemente los enfoques de los programas de entrenamiento reorientándolos a lo que se ha dado en llamar el entrenamiento cerebral, y supone la posibilidad de recalibrar el momento en el que el cerebro reacciona a la acumulación de los factores que ocasionan la fatiga para indicarle al organismo que reduzca su esfuerzo con el fin de evitar daños mayores.

¿Cómo se lleva a la práctica esa recalibración? La idea es “demostrarle” al cerebro que el organismo puede funcionar bien, y sin riesgos, dentro de niveles más altos de acumulación de los diversos factores de la fatiga, lo que se logra llevando al organismo a trabajar dentro de esa zona de manera deliberada y bajo control.

¿Qué beneficio representa todo esto para un corredor? Los beneficios pueden ser importantes si se piensa que, gracias a esta información, es posible hacer un mejor manejo de la fatiga, una mejor administración de las sesiones de entrenamiento y desarrollar mejores tácticas de competencia.

Se trata de elevar el umbral de la fatiga de tal suerte que esa recalibración haga que el cerebro tarde más en emitir esa señal y el atleta pueda correr más rápido o por más tiempo antes de que se presente la fatiga, y podría ser suficiente para romper un récord personal o para calificar para el Maratón de Boston.

¿Cómo se lleva al organismo a la zona de la fatiga? Lo frecuente es dedicar la parte final de ciertas sesiones de entrenamiento, como la última cuarta parte, a correrla a un esfuerzo mayor al del promedio de la sesión.

El manejo de la fatiga a través del entrenamiento es un tema relativamente nuevo y sobre lo que aún falta investigación, pero algunos técnicos ya incluyen este concepto en sus programas de entrenamiento, y la tendencia parece indicar que cada vez más entrenadores se sumarán a esta propuesta.