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Lauderas en Saltillo

Por Adrián Galindo

Publicado el lunes, 17 de abril del 2017 a las 09:05


Es muy raro que alguien desempeñe el oficio de laudero o Luthier

Saltillo, Coah.- Es muy raro que alguien desempeñe el oficio de laudero o Luthier, como se conoce a quien fabrica instrumentos musicales de madera, y más raro aún es que sean mujeres.

Esta es la historia de Julia Núñez, una emprendedora originaria de Michoacán, quien con el apoyo de Érika Sánchez fundó una de las pocas casas Luthier que existen en la ciudad.

“Mi abuelo es laudero y de ahí nació el amor. Tengo dos tíos, aparte mi papá, pero ninguno tiene el oficio, todos somos maestros, y mi abuelo ya está grande y se retiró”, recuerda Julia.

Cuando ella vivía en Michoacán, trabajó durante cinco años para la Secretaría de Educación Pública, donde ejercía como maestra. Sin embargo, la pasión por la fabricación de instrumentos musicales que corría en sus venas la llevó a buscar nuevos horizontes.

Julia llegó a Saltillo para estudiar una maestría, y por azares del destino se quedó en la ciudad. “Aquí conocí a mi pareja y me enamoré”, explica.

Tras buscar oportunidades laborales como docente, le surgió la idea de poner su propia casa Luthier, sin imaginar los retos a los que se enfrentaría.

TRES GUITARRAS Y DISCRIMINACIÓN

Érika le aconsejó seguir su sueño y juntas habilitaron un pequeño taller dentro de su casa, comenzando a trabajar con tres guitarras de concierto para la Escuela de Música.

“Nos quedamos sin casa; estábamos comiendo, llegaba la gente y decíamos: ‘Recoge porque ya llegó un cliente’. Adaptamos un pedacito de la casa, donde teníamos pocas herramientas, pero con el tiempo fuimos ampliando el negocio”, relata.

“Fue difícil abrir mercado en Saltillo, estuvimos tocando puertas por más de un año, incluso estuve a punto de desistir, pero me aferré. Érika me dijo que siguiera con el proyecto, y fue así como nació Guitarras Núñez Casa Luthier”.

Julia dice que el primer obstáculo fue la falta de mercado, y el segundo la discriminación, pues por el simple hecho de ser mujeres les negaban el trabajo.

“Siempre llegaban con la idea de que era hombre o me mandaban mensajes: ‘Oye, compadre, te voy a llevar mi guitarra’, y muchos nos veían y se la llevaban, así como ‘en vez de componerla me la van a dejar peor’, pero hubo gente que sí confió en mí y se corrió la voz”, apunta.

Dos años y medio después Julia logró consolidar su negocio, con el apoyo de Érika y Elizabeth Sena, a quien posteriormente también enseñó el oficio.

BAJO QUINTO Y BAJO SEXTO

Con un nuevo taller, las lauderas comenzaron a trabajar de inmediato, siendo los bajos quinto y sexto los que más les piden sus clientes, después la demanda se concentra en los contrabajos o tololoches y también en las guitarras.

“Una guitarra de buena calidad puede tardar hasta seis meses en fabricarse, mientras que un violín, uno de los instrumentos más complejos, puede tomar hasta dos años, es por eso que también es difícil dedicarse de lleno a este oficio”.

A decir de Julia Núñez, en Paracho, Michoacán, donde nace este oficio mexicano, un laudero puede tardar hasta 10 años en formarse, precisamente por el tiempo que toma la fabricación de un buen instrumento.

El sueño de las lauderas saltillenses es fabricar su propio modelo de guitarra, pues actualmente la más común es la de Antonio Torres, también conocida como guitarra española.

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