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La huella de Maximiliano

Por Christian García

Publicado el jueves, 21 de septiembre del 2017 a las 09:05


Adolfo Castañón habló con Zócalo sobre cómo la literatura ha tratado al austriaco.

Saltillo, Coahuila.- Maximiliano de Habsburgo es una figura central en la historia de México. Este personaje es tan interesante que el crítico de literatura y escritor Adolfo Castañón le dedicó la conferencia, que se presentó la noche del martes en el Centro Cultural Vito Alessio Robles, titulada Maximiliano en el Cerro de las Letras.

“Busco hacer un repaso de un episodio en particular, el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo, pues el pasado 19 de julio se cumplió un aniversario más. Pero mi repaso se centra en cómo ha sido tratado este episodio desde las letras mexicanas. Desde las primeras cartas, hasta las novelas y otro tipo de documentos que sirven como un apoyo para la historia”, expresó Castañón en entrevista con Zócalo.

“En el centro de estas letras está una figura poco conocida en México, que es Lord Acton, pues él descubrió informes que yo utilicé como fuente primaria. Además de estos textos utilizo otros como los de Rodolfo Usigli”, agregó el autor de La Batalla Perdurable.

VENTANAS A LA HISTORIA

Para el también periodista, la Intervención Francesa, y especialmente el fusilamiento de Maximiliano, es un espacio de interés prioritario para conocer la historia mexicana, pues es una conglomeración de ideologías sociales y choques entre distintas potencias y fuerzas.

“Lo interesante de este episodio es tener la posibilidad de conocer la historia de México. Permite asomarse como si fuera una ventana y conocer las fuerzas y las cosas que se enfrentan en ese contexto. Y a partir de ahí, el espectador puede tener cierta conciencia de la historia de un país y de eventos dentro de ella”, agregó.

La literatura abreva del contexto social de su tiempo, de sus movimientos y personajes, de las personas que los escritores observan de modo crítico pero también de la imaginación. La historia, en cambio, intenta ser fiel a los hechos, pero hay momentos en los que la literatura gana terreno, comentó Castañón.

“Pienso que una cosa es la historia y otra es la literatura, y esta última se rige por sus propias leyes, y busca momentos que ofrezcan un equilibrio. Un buen ejemplo podría ser la obra de Usigli en la cual introduce elementos no históricos, pero la pieza teatral se sostiene. Él tiene todo el derecho, pues entre la relación de la historia y la literatura se busca eficiencia, más que de caracteres historiográficos.

“Uno de los ejemplos que doy para este tipo en particular de relación es la carta de López, en la cual narra que el fusilamiento de Maximiliano sería el día 17, pero se prorrogó hasta el día 19. Estos tiempos libres de los que no se tiene constancia pueden ser, en cierto modo, materia de la imaginación. Pensar sobre cómo fue el último día de Maximiliano del cual existen varias versiones que dejan volar la mente”, dijo el ganador del Premio Xavier Villaurrutia 2008.

HECHOS Y FICCIÓN

Episodios como el cambio de las fechas de su fusilamiento, o uno en especial, que recordó Adolfo Castañón, sobre la entrega de una moneda por parte de Maximiliano —acuñada por él mismo y con su efigie— a sus fusiladores, son prueba de que los huecos históricos son material literario.

“Al hacerme la pregunta de si la Historia puede estar totalmente corroborada, creo que mi respuesta es sí y no, ya que hay formas que nos permiten escribir la historia en donde se introducen matices o escalas sobre cuánto se sabe.

“Pienso que, ambas, la narrativa y la historia, son formas literarias y que en cada una existen gradaciones. Porque la historia, al ser escrita contiene, siempre, un atisbo literario. No es sólo ofrecer el dato duro y crudo, sino que debe de tener una capacidad de enunciación y persuasión”, consideró el también ensayista.

“En este sentido y contexto, la mejor carga de presentación de la historia podría estar en la labor de la literatura. La historia no es totalmente objetiva, ya que siempre hay una carga mística dentro de ella, así que hay que verla como fue en su momento y no cómo la apreciamos ahora. Hay que decir que si hay una fidelidad a las fuentes históricas, también se pueden descubrir nuevas”, explicó el crítico.

“La historia la escriben los vencedores”, reza un dicho popular. Los vencidos son villanos, un estigma que pesa sobre la figura del emperador mexicano, que gobernó al país, de 1864 a 1867.

“Ha habido una visión noble de Maximiliano y también una negativa. En cuanto a lo histórico, desde la visión literaria, podría decirse que se rescata más la figura del Maximiliano humano: un hombre que se mueve entre su familia y la persona pública”, consideró el miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua.

“Son personajes y momentos que forman parte de nuestra historia, de nuestro tejido y de nuestra memoria colectiva de alguna manera. Hablar de Maximiliano es hablar sobre una época del siglo 19, de gobiernos. Además es una forma de interesarse en la historia de México, de la cual creo que el país goza de un gran número de interesados”, finalizó.

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