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Fuego scout enciende el orgullo de Monclova

Por Redacción

Publicado el sábado, 19 de agosto del 2017 a las 05:18


De mano en mano, la flama recorrió carreteras trasnacionales día y noche

Monclova, Coah.- El fuego que festejó los 400 años de la primera fundación de Monclova lo encendieron los scouts. De mano en mano corrió la llama por carreteras trasnacionales, recorriendo caminos durante el día y descansando custodiada por las noches. Partió de Austin, Texas, antiguo territorio mexicano, hasta llegar a la ciudad que durante mucho tiempo fue capital de Coahuila.

Encabezados por Eduardo Ríos Calderón, decidieron sumarse a los festejos de una ciudad cuyos primeros orígenes sembraron el futuro gran Estado de Coahuila y Texas, del que Monclova fue capital. Y por supuesto, la Asociación de Scouts de México AC y la Asociación de Guías de México AC secundaron la iniciativa.

El principal promotor de este evento que duró 6 días, Eduardo Ríos Calderón, se inició en los scouts en 1952, en el grupo Pablo M. Sada, donde con el jefe de grupo fue el Lic. Roberto Imperial. Ahí fue guía de patrulla y trabajó arduamente en el escultismo. Para 1969 se decidió a fundar el Grupo 2, junto con José Olloqui, y en 1971 fue jefe de manada de Lobatos en el Grupo 4, ascendió a subjefe de grupo y en 1974 llegó a jefe de ese grupo.

Su tenacidad y esfuerzo lo llevaron a que en noviembre de 1975, el jefe scout nacional Javier Reyes Luján lo nombrara Comisionado de Distrito, y en ese mismo mes le entregó el cargo en el estadio de los Acereros de Monclova.

Lalo Ríos promovió la formación de adultos con el adiestramiento y la entrega de insignias en 1976.

Al llegar el Jubileo de los 50 años de los Scouts en México, asumió la coordinación del primer Campamento de Lobatos en julio de 1976, con sede en Monclova. A nivel distrito organizó el campamento alfa, beta y gama.

Por eso, al llegar 1977, era Eduardo Ríos el hombre idóneo para organizar un magno evento digno de una ciudad centenaria como Monclova.

De esa manera, puso manos a la obra y elaboró toda una ruta transnacional, contando con todo el apoyo del Gobierno del Estado presidido por Óscar Flores Tapia y el alcalde de Monclova, José Dimas Galindo, además de las autoridades estadounidenses, pues la idea era hermanar dos pueblos que en otra época estuvieron unidos.

Así nació la carrera de antorchas Monclova 400. El 5 de agosto salieron hacia los Estados Unidos un contingente de autobuses con 14 scouts del grupo IV, 19 del grupo XX y 18 del grupo III y 20 del grupo I, con edades de entre 12 y 20 años, entre ellos Eduardo y Eloviano, hijos del coordinador del evento, don Eduardo Ríos, quienes como familia scout pusieron el ejemplo.

Todos ellos fueron preparados expresamente para esa travesía por el profesor Héctor M. Zertuche, quien ofreció su valiosa cooperación en otorgar el entrenamiento físico necesario de los muchachos para correr de forma relevada los más de 500 kilómetros entre Austin y Monclova.

El contingente estuvo acompañado de 9 adultos, un médico, tres socorristas, y por supuesto los choferes del autobús y la combi que los trasladó. Además hubo 40 muchachas guías y 24 dirigentes, quienes ese mismo día estuvieron en la capital de Texas, listos para la hazaña.

Por la mañana del 6 de agosto acudió el grupo de entusiastas scouts monclovenses al Capitolio de la ciudad de Austin para comenzar la trayectoria de regreso a la Capital del Acero. Cargados de júbilo, emociones, y muchas ganas de hacer historia.

Ese día encendieron la antorcha que permaneció ardiente durante toda la carrera, y salieron con la anuencia de las autoridades estadounidenses, que junto al pueblo hermano, despidieron a los scouts mexicanos con múltiples muestras de cariño.

“Se dice que cada ciudad es lo que sus habitantes quieren que sea, por lo tanto ellos están empeñados en que la figura de todos los monclovenses quede alta en el vecino país, no perdiendo de vista que al mismo tiempo será la imagen también de todos los mexicanos la que se grabe en todas esas ciudades”, escribieron en aquel entonces los organizadores, al redactar una de las minutas con las que preparaban la travesía.

Y así fue. Desde el primer scout que tomó la antorcha, el alma monclovense se apoderó de los jovencitos que corrían con ella 200 metros y eran relevados cual estafeta olímpica, partiendo desde el Capitolio de Austin, con rumbo del City Hall, para de ahí tomar por la calle 14 hasta la de Guadalupe, y luego tomar rumbo de San Antonio.

Así corrieron el primer día, con la antorcha guiando su camino por delante, hasta que los cubrió la noche en San Antonio y montaron un campamento volante, deteniendo la marcha para descansar y establecer una custodia para mantener viva la antorcha, momentos que tuvieron la oportunidad de convivir con grupos similares pertenecientes a la Organización de Boys Scout of América de distintas poblaciones de aquel país, lo cual continuó a lo largo de todo el recorrido por territorio estadounidense.

Era ya domingo por la mañana cuando continuaron el camino y por la noche volvieron a detenerse, para el lunes habían ya terminado de recorrer San Antonio y el martes llegaron a Uvalde. Para el miércoles ya estaban en Eagle Pass y ese mismo once de agosto cruzaron hacia México.

Pasaron la noche en Sabinas y el viernes continuaron el rumbo hacia Monclova, a donde llegaron por la noche en medio de vítores para celebrar con el corazón scout, los 400 años de un pueblo que se ha ganado el respeto y cariño de todos los que lo han forjado.

Al llegar a Monclova los esperaban los habitantes de la Capital del Acero junto con el gobernador y las autoridades municipales y con Enrique León Andrade, jefe Scout Nacional, para inaugurar el Museo Histórico El Polvorín e iniciar la Feria de la ciudad.

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